Lo enigmático, lo mágico, la
espiritualidad y la trascendencia en un museo con alma
Decía Xosé Francisco Armesto Faginas en el libro “La Realidad de un
Pintor”, dedicado a la vida y obra de Diego de Giráldez, lo cual vale para este
estudio sobre el singular artista: “Estas páginas, hijas de varias y valiosas
plumas, tienen una razón de ser: la existencia de un gran pintor – Diego de
Giráldez – cuyo origen y curso de la vida seguimos, junto a una plural
interpretación de su obra. En la bibliografía sobre el artista, este trabajo va
a tener una gran importancia y estudios futuros que no faltarán, deberán contar
con él”.
Un señor del arte y de
nuestra era para la posteridad
“Sabemos que Diego de Giráldez es un pintor, un artista, diferente.
También sabemos que se le ha bautizado con un sin fin de adjetivos. Eso es lo
que sabemos ¿Pero que es lo que podemos decir? Lo que podemos decir de este
prolífero artista es que fue capaz de crear un mundo que es de su propiedad,
que sus obras no se parecen a nada de lo pintado hasta hoy en el mundo. Ha
creado una obra que le distingue fácilmente de todos los demás. Una obra con
estilo propio, distinta y universal. Una obra que permanecerá en el círculo del
Olimpo de los inolvidables”. Enrique Gómez 1985
Se amplía el museo de
arte Diego de Giráldez
Diego de Giráldez nos habló, hace algunos años, en 2006, de la creación de un museo de arte en el edificio de su propiedad en la Plaza Mayor nº. 4, de la villa de A Cañiza. Hoy nos cuenta, e invita a visitarlo, que en pocos meses –concretamente el día 6 de mayo del próximo año 2013- se inaugurará y estará abierto todos los domingos de los meses de mayo, junio y julio. Además se pueden concertar visitas en otros días- será la ampliación del Museo Diego de Giráldez.
La Casa Museo, que desde este año
2012 cuenta con una “Plataforma de Amigos de la Casa-Museo Diego de Giráldez”,
pasará a tener 1.500 metroscuadrados de superficie dedicada a exponer la obra
del pintor, con 2.500 metros lineales de exposición que acogerán más de 500
obras, entre dibujos, pinturas y esculturas.
Mientras un amigo de la
Plataforma nos dice que la cosa no queda aquí: “Se estudia la posibilidad de
abrir una sede en Madrid, en un excelente local de 500 metros cuadrados”, el
pintor nos cuenta, también, que trabaja, como mínimo, durante diez horas
diarias. Nos enseña una pequeña carpeta con excelentes bocetos, apuntes y
dibujos que llevan consigo, impregnados, una ducha de las aguas de los ríos de
sus montañas o de las azules aguas de los mares que bañan la maravillosa ría de
Vigo, salteada con los verdes boscosos de las empinadas sierras. Mientras el
sótano alberga una escultura en la que está trabajando, en bronce, que le han
encargado desde Roma. Más dibujos y pinturas sobre lienzos o madera, donde en
esa pintura universal que nos sorprende y ayuda a pensar –resultado de la
vivencia o experiencia de su recorrido vital por distintas partes del mundo- se
adivinan, se ven, las raíces gallegas. Sobre una mesa se amontonan docenas de
libros de su bibliografía.
Los críticos nos cuentan que
Giráldez lleva casi cuarenta años exponiendo su pintura y en este largo espacio
de tiempo una nueva generación ha crecido con su Realismo NAS. En el recorrido
por el ampliado Museo observamos como en
el curso de estos años se ha ido desprendiendo de la parte más académica
y de no pocos de aquellos rasgos de sus primeros cuadros que conmovían su
inquieta juventud en el marinero barrio del Berbés, del Casco Vello vigués.
Aquellas inquietudes se perciben en la difuminación aunque dieron paso a su
creación, a su gran aportación al mundo del arte, el conocido por estilo NAS.
Cuentan los críticos que le han
seguido desde su primera exposición que: “a su rebeldía de adolescente se le
unió su “ángel”, su técnica depurada, su constancia,……., una buena dosis de
ingenua desfachatez llevaron al artista a la esencial labor de expresarse a sí
mismo y al mismo tiempo añadir una parcela inédita a la totalidad universal del
realismo, algo que se le había olvidado, escapado, a los dioses: Goya,
Velázquez, ………, y después a todos, hasta ahora, preclaros albaceas. Todos esos
grandes alabadores de los ismos. Diego de Giráldez es él. Continuador de
tradiciones con la aportación de una expresión inédita y personalísima”. A todo
ello se le puede añadir la combatividad, entusiasmo y valentía a la hora de
crear un nuevo estilo dentro de algo tan difícil como es el Realismo.
En el transcurso de la visita
sale en medio de la conversación unas frases de las que quiero hacerme eco: “Mi
obra quiere aportar algo nuevo a este mundillo. Mi arte quiere ser arte con
mayúsculas, sobre todo y ante todo. Algunos dicen que estoy marcando cierta
trayectoria universal en las nuevas generaciones, incluso lo comentaron
estudiantes y profesores de otros países, que visitaron esta casa. Siendo así
es doble la satisfacción. No por mí, que también, sino por el propio arte y,
porque no, por Galicia, puesto que de una u otra forma la “tierra”, ciertas
características gallegas, están presentes en mi obra. Las inquietudes y la
vivencia diaria –una gran parte del año estoy por aquí-, la atmósfera, el
clima, algunos de los colores y el paisaje,..., de Galicia de alguna forma
están presentes en mis cuadros”.
Sus cuadros hoy están en este y
otros 150 museos de todo el mundo, además de casas de coleccionistas privados
de: Londres, Moscú, Nueva York, Los Ángeles, Greenwich, Connecticut, Colorado,
Florida, París, Maryland, Ciudad de México, Qatar, ……… Así como en muchas
colecciones privadas de la Península Ibérica: Madrid, Barcelona, Valencia,
Sevilla, Zaragoza, Bilbao, Málaga, Murcia, Alicante, Coruña, El Escorial,
Pontevedra, Orense, Lugo, Badajoz, Toledo, Granada, …, y prácticamente el resto
de toda España y Portugal.
Precisamente en Londres, donde
estuve un temporada, me comentaba un buen amigo, John, mitad niño mitad
campesino y erudito en las ciencias y el arte, que: “La pintura de Diego de
Giráldez, el Realismo NAS –ese “misterio” de la realidad-, a diferencia de los
audaces -que buscan cierta preferencia en los medios de comunicación y en los
ámbitos a los que le parece lícito cualquier cosa que represente feísmo,
monstruosidad, ….-, se defiende sola. Es una obra con importantes valores
estéticos. Una obra que deslumbra con lo insólito y por lo diferente”.
Me sigue comentando: “Además, en
los paisajes de Diego de Giráldez, se ve que (en ocasiones me ha hablado de su
villa –A Cañiza-, de su refugio en la aldea, buscando oxigeno, una
contraposición al modo de vida urbano que lleva en Vigo, Barcelona o París. Un
lugar donde lleva una vida pausada, diferente a la que hace cuando está en la
ciudad) está en contacto con la naturaleza, con el entorno humanizado por la
naturaleza, visto desde el humano urbano que
retorna con amor al mundo natural todavía no dominado por el hombre. Lo
que al artista le proporciona, para plasmarla en sus lienzos, una nueva visión
del paisaje”. Breo de Gómez/ Julio 2012
Diego de Giráldez un
artista del siglo XX para imaginar el XXI
Se inauguró la Casa-Museo Diego
de Giráldez para convertirse en el mausoleo de una de las mayores figuras del
arte gallego del siglo XX y de lo que va del XXI. Allí se pueden ver más de 300
obras que forman parte de su colección privada y cuya exhibición abarca los más
50 años de su pintura. Período de su producción artística desde la etapa
inicial en su villa natal, A Cañiza, con apenas 6 años –con carbones de la
lareira- hasta su más conocido “Realismo NAS”, pasando por todas sus épocas y
evolución. Una línea de tiempo que permite apreciar las diversas etapas y
disciplinas, pintura y escultura, que experimentó Diego de Giráldez a lo largo
de toda su carrera artística.
Carrera artística en la que:
En Marzo de 1980 fue seleccionado
para la exposición “Maestros del Realismo Español” con Antonio López, Eduardo
Naranjo,.... Los medios de comunicación comentaron: “La obra de Diego de
Giráldez, sorprende por su exquisito lenguaje y poético sentido con un soberbio
terminado que caracterizan a las obras maestras....”
En 1991 es invitado por el
Excelentísimo Ayuntamiento de Vigo para inaugurar A Casa das Artes e da Historia
de Vigo.Hecho que realiza con una antológica excepcional.
En 1998, es seleccionado como uno
de los dos pintores que representarán a España en la “Expo Universal 98” de
Lisboa.”
Realizó más de 350 exposiciones
individuales a lo largo y ancho del mundo. Su obra figura en importantes
colecciones privadas y en 150 museos de más de veinte países de Europa,
América, Asia y África. La bibliografía de este pintor está compuesta por 32
libros, en los que han participado distintas y valiosa plumas, desde críticos
de arte hasta directores de museos, escritores, poetas, etcétera.
Hoy en día para hablar de la
pintura de Diego de Giráldez es suficiente escribir un texto que lleve,
simplemente, ese nombre. Por qué su obra es diferente, es una estética propia,
es una manera de hacer arte inconfundible, por ello es suficiente reducir la
crítica de arte a su apellido. No obstante hacemos referencia al comentario que
sobre el pintor realizó Valentín Paz Andrade cuando, a principios de los años
ochenta del pasado siglo XX, visitó la exposición Plástica Gallega: “Dende a
miña óptica, contemplando a obra de Diego de Giráldez, é un dos novos mestres
dese realismo que comenzado por Velázquez foi seguido, aquí en Galiza, por
Antonio Puga. Pero diferente. É unha criación orixinal, nova. A obra dun pintor
que atopou o seu propio estilo, que nos achega unha mensaxe plástica chea de
autenticidade”.
En cuanto a las esculturas de
Diego de Giráldez, una parte de ellas, son parte de la historia de una contemplación contemporánea en una
polémica continuada con el sacrificio y muerte –algo que se puede ver en el
cuadro El Cristo-Hombre/1982 y en distintas esculturas con temas “religiosos”-
que con marca propia modela la actualidad
desde su impulso vital y desde la perspectiva de que en tanto hombre
vivirá su propia mortalidad, pero en cuanto a artista dejará un sello a las
venideras generaciones.
Entre las historias que cuentan,
sobre todo Fernando Franco, sobre la vida de Diego de Giráldez, dicen que, a
parte de ser un empedernido comedor de sardinas y coleccionista de coches
antiguos, durante los muchos años que utilizó el estudio de la Calle Real, o
que utiliza los de las calles del Príncipe o Urzáiz-Calvario, los llenó de
antigüedades: pianos, órganos, camas antiguas, lavamanos de porcelana, balanzas
o básculas, …..
Volviendo a su Museo. Al comienzo
nos encontramos con sus primeras pinturas y dibujos a carboncillo sobre papel
de estraza y esculturas y luego, aparece su descubrimiento del arte NAS que
modificó su modo de hacer para siempre. A la relación con el surrealismo, el
naturalismo y la abstracción, habrá de añadírsele la reflexión del artista y la
exploración incesante por la representación fiel de lo anatómico, sobre todo en
partes de la cabeza. En otras de sus esculturas, tipo retablo,……., podemos
adivinar el devenir de su mundo y
contemplar y recorrer sus tres dimensiones casi imperceptibles. Breogán Gómez / Junio 2006.
Diego de Giráldez: Un
museo con alma
Por: Serafín Villanueva (Profesor de Filosofía Clásica, escritor y
articulista); Enrique Gómez (Crítico de Arte) y Breogán Gómez-Giráldez Pérez (Jurista,
Escritor, Emprendedor, Director del periódico El Foro y Periodista).
Años atrás asistimos a la
inauguración de la Casa – Museo Diego de Giráldez, que alberga la colección
particular pintor y escultor Diego de Girálde. Ahora, por segunda vez, a partir
del próximo mes de mayo, podremos disfrutar de este peculiar y excelente
monumento al arte cuando se vea ampliado con otro edificio colindante que, con
una superficie total de más de dos mil metros cuadrados, albergará una
exposición permanente en la que se muestran los fondos propios del artista, que
no se muestran en ninguna otra parte al formar su colección privada.
Tuve el privilegio de visitarla
anticipadamente. Es una de las muestras más importantes y en la que se recoge
el recorrido vital de su obra. Algo con lo que el pintor muestra su compromiso
con Galicia y con el número de visitantes que año tras año se fue
incrementando, para contemplar o estudiar, sobre todo su “Realismos NAS” y,
también, su recorrido desde las obras rescatadas del olvido: Cuadros: óleos y
dibujos de sus primeros años – desde cuando apenas tenía 6 años – o sus
esculturas más prematuras.
La ampliación de la Casa – Museo
es, desde luego, una decisión importante para el mundo artístico, fruto del
trabajo, de los desvelos y del cariño que el pintor siente por su tierra de
origen. Con esta decisión estamos convencidos que, no sólo los amantes del
arte, sino todos los gallegos estarán orgullosos de esta casa museo.
Comenzará el verano – dejaremos
atrás las mañanas marrones del otoño, los blancos de los picos de las elevadas
montañas en invierno y los incomparables verdes de la primavera cañicense – y
volveremos a la Casa – Museo ampliada, emblemática, de Diego de Giráldez. Hoy
en la visita privada caminamos por los distintos pisos y recovecos que, con sus
obras, sorprenderá incluso a los asiduos visitantes ya que el museo cuenta
ahora con los fondos que estaban ocultos por falta de espacio y que muchos de
ellos son catalogados como obras maestras.
Se pueden apreciar en muchos de
sus cuadros las primeras vivencias del artista, esas imágenes que gravadas en
la memoria de la infancia, en este caso impregnadas de las duras jornadas de
invierno en las montañas cañicenses donde se puede oír al aceroso sonido del
viento transportando la niebla, la lluvia y los voladores copos de nieve
mientras correteaba por los corredoiras de la villa del jamón, quizás por ello
sabe, como comentaba Santiago Amón, que : “ el blanco más blanco nace de la
explosión comunitaria de todos los colores” o que haya en sus cuadros cierta simbiosis entre los
mundos rurales y urbano y, como dice Román Pereiro de sus primeros cuadros “se
aprecian presencias y encuentros con las últimas ofrendas de la aldea. Sus
primeros cuadros son fuentes de evocación que expresan sentimientos íntimos de
la memoria. Cosas sagradas del hogar y de la tierra. Tesoros que fueron de un
mundo rural que se desvanece en la metrópolis, con todo el misterio poético de
una cultura que se aleja y nos la ofrece el artista con la frescura de una
sorpresa, como un afortunado encuentro lleno de sugerencias y de luz tamizada
por la añoranza. Una luz crepuscular. Esa misteriosa e íntima luz que vibra en
la proximidad de la sombra. Así nace un recital de veladuras para alcanzar un
cromatismo refinado”.
Apreciamos, también, en sus
mensajes y en toda su obra, que se entrega y nos la muestra con su personal
estilo, con materias mixtas, en las que tan pronto está el óleo como el pastel,
el carboncillo o la tinta, en paisajes repletos de color y abstractos fondos,
muy logrado todo el entramado que invita a perder la mirada en su interior, a
introducirte y pasear por él. Cuadros que te envuelven y acaparan en una larga
contemplación.
Algunos le han inscrito en el
realismo. Tuvo una etapa en la que algunos críticos como: Francisco de Pablos,
Antón Castro, ……, le describían como un pintor del realismo exacerbado, “en
cuyos cuadros se reencuentra con las cosas intrínsecas, con el lirismo y la
peculiar poesía que emana de su obra”. “Todo ello basado en un gran dominio del
dibujo que proporcionan al pintor sorprender hasta a la misma realidad”. Otros
muchos la han inscrito en el “realismo mágico” y en otros tipos de realismo.
Acertó Ramón Faraldo cuando dijo “¿Realista? sino fueras más que eso yo estaría
en otra silla”. Lo verdaderamente mágico de Diego de Giráldez parte de sus
vivencias, de su experiencia. Todo lo aprendido en las escuelas de Arte, la
formación académica, le ha servido para olvidarlo. Se recluye en su estudio del
marinero y enxebre barrio del Berbés, en su calle Real, y no busca otra
historia que la suya y la que le dicta su experiencia en el sentido del viaje
al fondo de su alma, que es Arte. Así nace su realismo NAS. Su rica
experiencia, su deslinde de otros ismos, hacen que Diego de Giráldez merezca
nombre de artista con mayúsculas, al enseñarnos a ver, a apreciar y admirar ese
legado que nos deja. Sus cuadros figurativos nos muestras personajes casi
mitológicos, servidos en bandeja de luz y silencio para él buen ojo del
contemplador. Parecen querer contarnos su historia y las historias del rural,
de los barrios urbanos o de los rincones marineros, llevando en su mirar la
profundidad de una esperanza resignada y del infinito que tiene por delante.
Aquí también radica la grandeza de su obra, el haber creado ese universo propio
y único dentro de la creación artística real, donde el naturalismo, la
abstracción y el surrealismo transfiguran el tamaño de la figura humana,
incluso la vida cotidiana, para convertir lo real en arte.
La pintura de Diego de Giráldez
es reconocida y se reconoce a distancia, pero cada cuadro suyo es un individuo:
figuras, bodegones, paisajes, …., nos ofrecen su propia biología y mensaje,
incluso el estado de ánimo del cacharro cotidiano. La materia y la luz dotan
cada obra de este ARTISTA en un legado para la posteridad, desde una morada
crepuscular, donde la luz incitante de sus vértices se une y traspasan la larga
“noite de pedra” de sus fondos negros y abstractos hasta invadir lo más
cotidiano del cuadro para cobijarlo en un todo infinito, liberador de esa
sombra del denominado realismo mágico, donde plumas de elevado prestigio
provocan comparaciones con otro de los grandes artistas españoles
contemporáneos, Antonio López. Diego de Giráldez no es mejor ni peor que ese
otro gran pintor, es diferente, su
pintura es otra cosa, por lo tanto no son comparables ni necesaria esa
discusión de quien es mejor. Los dos tienen un gran dominio del dibujo, eso sí,
pero ambos lo hacen de distinta manera. Lo único que puede tener Diego de
Giráldez en relación al realismo mágico es recoger las cosas de la naturaleza y
llevarlas a su mundo para iluminarlas con la luz inefable de un mundo nuevo,
poético, armónico –como han dicho algunos críticos, con motivo de su exposición
en París, “su obra es armónica, impregnada de esa armonía liberalizadora de la
ola de mal gusto vivida hasta el momento ……”-, artístico y de dimensión
infinita. Algo que sólo este gran artísta consigue a través de esa luz propia
que nos transporta al umbral de lo desconocido, de lo que nos inquieta y lleva
a su realidad. A esa realidad del silencio gesticulado para la meditación.
Vemos en su pintura pequeñas
figuras humanas que no muestran la realidad de lo que somos, cruces de maderas
rústicas y nobles, absueltas de la barbarie, simbolizando una pasión atenuada
que encuentra en las cuerdas las ataduras de las muñecas del pueblo llano y en
los paños blancos lo inmaculado y la tristeza del hambre e incultura, eso se
puede ver en su Cristo – Hombre de 1982.
Diego de Giráldez se ha entregado
al duro y constante trabajo que ha cuajado en cientos de exposiciones que
pasean su obra por las más importantes galerías, colecciones y museos del
mundo, en la que se aprecia una poética emanada de una infancia campesina,
donde en ocasiones se ciñe a una realidad que bebe en el ancestro poético de
tintes bucólico, el brillo de la noche o el blanco formado por la comunidad de
todos los colores, realizando un canto a su origen desde la contemporaneidad.
Sus paisajes están llenos de
evocaciones poéticas, coincidentes con su biografía, y de destreza técnica que
al igual que sus figuras le corroboran siempre como uno de los grandes maestros
del Arte Contemporáneo. Y sus bodegones son magníficos estudios de calidades.
Se tratan, pues, de obras personalísimas,
de “diegos de Giráldez” puras e idénticas a sí mismas. De obras de una
de las más notables personalidades de la pintura gallega y española de nuestro
tiempo. Diego de Giráldez abandonó, como ya hemos dicho, el academicismo para
convertirse en Diego de Giráldez, no ha querido enterarse de las modas para
inventar el “Realismo NAS”, y centrarse en su propia voz. Declinó cualquier
manifestación de servidumbre para poder ser libre en su creación que le ha
convertido en una de las cimas de nuestra plástica. Hoy es un maestro
reconocido por todo el mundo erudito, docto, aunque en Galicia, en pequeños
círculos nacionalistas, se le considere poco gallego en su expresión pictórica.
En Galicia, tierra cuyo nombre ha paseado por el mundo, que ha sido tardía cuna
de pintores, es donde es discutido precisamente por ser diferente, porque no se
asemeja a ningún contemporáneo ni a los que comenzando por Vilar de Donas y
siguiendo por Antonio Puga y Pérez Villaamil, han llegado a la “actual” pintura
gallega o a los más recientes teratológicos, románicos, primitivistas,
ataráxicos,…., o de los que beben de la escuela de París, de los expresionistas
alemanes del 62, ni de los de la escuela picassiana, etc.
Diego de Giráldez es simplemente
Diego de Giráldez para convertirse, al igual que Antonio López, con estilos
diferentes, en uno de los más grandes maestros del nuevo realismo contemporáneo
mundial.
Ánsias por escribir
Son las 12 de la mañana del día
12 del mes 12 del año 2012. Siento ganas de escribir algo sobre arte, no sobre
el arte Maya y su predicción que de cumplirse la interpretación que le dan
algunos estas líneas no verían la luz. Estamos a diez días del fin del mundo,
para unos, de la gran catástrofe, y de solo un cambio de época para los más
optimistas, entre los que me incluyo, algo que se viene dando desde hace años.
Pienso que podría hacerlo sobre
cualquiera de los grandes pintores o escultores españoles: Velázquez, El Greco,
Ribera, Murillo, Francisco de Goya, Joan Miró, Juan Gris, Salvador Dalí,
Picasso, Eduardo Chillida, Antonio López, Antoni Tàpies, Diego de Giráldez………
Al final me decido por Giráldez, por el inventor del NAS: naturalismo,
abstracción y surrealismo a lo que le hay que agregar Realismo. Y es que su
pintura recoge eso que hace unos años sería surreal y hoy se encuentra en la
realidad diaria –pongamos por ejemplo, se podrían poner otros muchos: los
bandos de condones cotidianos jubilados que de distintos colores, tamaños,
textura o procedencia cabalgan, supliendo los peces sobre el lomo de suaves
olas, procedentes del vertido de algún cercano hotel o de la fosa que denominan
depuradora. Para después de dar una vuelta por la hermosa ría partir,
acompañados de algunas bolsas plásticas, a través de las puertas de esas islas
de los dioses hacia la libertad del océano Atlántico-, esa, también, es la
realidad de nuestra época de la que es notario nuestro pintor. Notario de lo
surreal que puede llegar a ser la
realidad que vivimos en un estadio cuando nos matamos o cuando escuchamos a un
político decir que en su ciudad pasa hambre o duerme a la intemperie el que
quiere o cuando observamos un incendio intencionado que quema nuestros más que
centenarios pulmones –los árboles-, o tantas y tantas cosas que nos hace ver en
sus cuadros, catedrales del medio.
En sus cuadros nos enseña,
también, como decía Xaime Illa Couto: “……, su mundo, el yo, el número, la
diversidad y complementariedad de los recursos humanos puestos en acción,
agentes integrantes y receptores: adultos, adolescentes y jóvenes; activos y
protectores, asesores o facilitadores; afrontando concreta y positivamente
entre nosotros los grandes problemas del mondo actual, en el conflicto
intergeneracional, la insolidaridad y la incomunicación.
En el horizonte territorial o
ámbito espacial enmarcado en la sociedad en que vivimos y su lema “NAS”. Vemos
la ciudad y su Hinterland, el rural, lo urbano y lo suburbano. Pero no en un
sentido meramente cuantitativo, de crecimiento unilateral jerárquico y
verticalista sino en un sentido cualitativo, cabal, como toma de conciencia de
las potencialidades y recursos inéditos y escondidos en el ámbito de esta Galicia
y de su desarrollo abierto cara dentro y cara fuera, fecundo e interactivo en
su rica multidimensionalidad de identidades y diferencias, que van de lo
personal a lo local, ó nacional y a la universalidad de la condición humana. En
su obra observamos, percibimos, un sistema de articulación producido en un
lugar o espacio y tiempo determinados y por una comunidad de hombres y seres en
interacción con su medio natural y social, que es lo que conforma propiamente
aquello, una “cultura”, que agregándole otros procesos de mestizaje y
transculturación que enriquecen y universalizan sus contenidos hacen que todo
ello nos muestre estar ante una obra universal”.
Diego de Giráldez es hoy en día
un famoso artista contemporáneo gallego, español e internacional que ha
evolucionado constantemente y cuya obra incluye pinturas, dibujos, esculturas,
…………. Giráldez, interesado, en sus principios, por las pinturas de Diego
Velázquez, ha trabajado duramente experimentando y encontrando su manera
personal de expresarse con su Realismo NAS sin abandonar nunca las reglas de la
pintura convencional.
De Diego de Giráldez, maestro por
excelencia, que no deja de crear, de trabajar, que aportó a partir de los años
ochenta una importante evolución estilística que influye con sus efectos de luz
en diferentes pintores contemporáneos, representador de lo cotidiano, del
medio, de sus plantas, frutas, seres, bosques, montañas, valles,……., y para
muchos el gran artista gallego, dicen que tiene mucho de niño grande –en esto
le comparan con Álvaro Cunqueiro, que fue uno de los primeros que celebró su
pintura-. De ellos decía Armesto Faginas: “Atopo moitas cousas en común entre
ámbolos dous, por exemplo - algo non cativo- o amor polas pequenas cousas, a
ledicia, poño por caso, ó sentir o canto dun paxaro ou dun galo, coma quen
escoita a voz do mestre solista dun gran coro...”
Diego de Giráldez
creador del movimiento NAS
Diego de Giráldez (A Cañiza 1956)
Pintor español. Es el creador del movimiento NAS, en estos momentos, la figura
más representativa del nuevo realismo NAS. Autodidacta, asistió a clases de
dibujo en la Escuela de Artes y Oficios en la ciudad Vigo, en la que ganó
varios premios de dibujo y carboncillo, posteriormente se trasladó a
Olot-Gerona. Se formó en artes aplicadas y triunfó como autor de pinturas de
gran formato con excelente dibujo.
En 1982, ya en 1981 se advierte
en su obra un evidente cambio de estilo que suscitaron críticas
contrapuestas, su interés por el arte de
vanguardia, realista, lo llevó a abandonar la parte academicista para centrarse
en la investigación pictórica hasta descubrir lo que denominó, y hoy se conoce,
como movimiento NAS
A consecuencia de este cambio y
animado por pintores con los que mantenía amistad - Antoni Pitxot, Salvador
Dalí, …- y distintos críticos – Santiago
Amón, Ramón Faraldo, Victor Gay, …..- trabaja sin cesar en ese descubrimiento
del NAS y realiza gran cantidad de obra y exposiciones de bodegones, paisajes y
figuras plasmados con una concepción muy peculiar de todas las técnicas y
tonalidades en las que, en un principio, predominan los negros, los blancos y
los verdes, y después, todo lo demás, hasta llegar a la actual y sorprendente
obra maestra que conforma su conocida y valorada producción.
En estas obras supo combinar el
realismo del retrato con un naturalismo, un surrealismo en los tamaños e
incorporación de objetos y una abstracción en los fondos, en los que predominan
los tonos oscuros y luces en los vértices que resaltan la figura principal.
Muchos críticos lo catalogan un
personaje complejo, soltero empedernido, rodeada su vida de mujeres, comedor de
sardianas -al que las conserveras deberían hacerle un homenaje-, pero sobre
todo como un pintor excepcional dedicado en cuerpo y alma al arte, que a partir
de 1982 descubre el estilo NAS al que dedica su vida artística como nos
recuerdan variadas e importantes plumas cuando nos hablan sobre la vida y obra
de este pintor de origen gallego de
proyección universal, Diego de Giráldez, considerado el padre del
movimiento NAS y uno de los más ilustres representantes del nuevo movimiento
realista.
No cabe duda que su obra, de gran
valor artístico, creó en un principio cierta polémica, en un momento en el que
estaba en auge ciertos movimientos que reproducían el expresionismo alemán de
los años 60, por lo que este artista de carácter tranquilo y humilde pero
fuerte en la defensa de su creación fue catalogado como un hombre polémico,
algo que no tenía mucho que ver con su personalidad.
Su cuadro, bautizado, "El
Cristo Hombre” pintado en 1982 fue el inicio de este importante movimiento NAS.
A partir de ahí sus cuadros, se exhiben en importantes museos y colecciones
privadas de todo el mundo.
Diego de Giráldez es, hoy en día, un gran artista que tuvo que
hacerse por sí mismo, empezando a pintar en su más tierna infancia, a cualquier
hora después de la escuela. Realizó su primera exposición individual –ya había
participado en varias colectivas- en el año 1975, con sólo 18 años, en ella nos
relata lo que ocurría en la vida cotidiana y en el medio rural durante la época
predemocrática.
DIEGO DE GIRÁLDEZ
Manuel Diego Gómez de Giráldez
(Pontevedra, 8 de marzo de 1956. Pintor y escultor. Galicia - España). Es uno
de los grandes pintores del Realismo español y mundial contemporáneo.
Biografía
El día 8 de marzo de l956, a las
24 horas, como el que no quiere abandonar ese día, nació en A Cañiza, provincia
de Pontevedra, en el seno de una familia pequeño burguesa, Diego de Giráldez, a
quién le impusieron los nombres de Manuel y Diego. Hijo de Antonio, oficial de
la marina mercante, y Luz empresaria de hostelería que al mismo tiempo se
encarga de la educación y cuidado de los hijos, debido a que el padre estaba
ausente con frecuencia, requerido por su profesión de marino; nieto, por línea
paterna, de Diego y Generosa y por línea materna de Evaristo y Luz, todos
naturales de A Cañiza (Pontevedra). Todo ello tiene interés para determinar la
personalidad de este pintor, pequeño, algo calvo, de piel blanca y ojos oscuros,
tercero de cuatro hermanos y que quizás esos prolongados periplos, de su padre,
en la mar, hagan de él un niño juguetón y con inquietudes, que comienza muy
temprano a dibujar, cuando a penas andaba ya “pintaba” con carbones de la
“lareira” sobre papel de estraza, de envolver el pan, los que su madre
desechaba. Y que hoy en día, en opinión de críticos tan significativos como
Santiago Amón y Ramón Faraldo, es un “pintor sorprendente” que creó un nuevo
estilo dentro de este nuevo realismo combinado con naturalismo, abstracción y
surrealismo. "faca 2007" La infancia de este niño, hijo de un
matrimonio maduro, tenían cuando nació Diego, el padre 41 años y la madre 38,
transcurre entre los mimos y atenciones de su madre y las ausencias de su padre
que ya empieza a tener problemas de salud dejándolo huérfano, el 15 de Junio de
1965, a los seis años de edad. Poco después su madre se traslada a Vigo con el
resto de la familia y es donde a partir de 1967 se va formando cultural y
artísticamente en sus cuatro grandes pasiones: la medicina, la anatomía, la
pintura y la escultura. Este niño que responde al nombre de Diego de Giráldez
pronto empieza a destacar como dibujante y ejerce, ya, como pintor que tiene
todas las características para ser un nombre que pise fuerte en este “mundillo”
del arte: “..., inquieto, con toda la fuerza y sabiduría de los Druidas
Celtas...”, como nos recuerda Ramón Faraldo. Camina, los primeros años,
silenciosamente, acumulando formación, pero hace notar su presencia entre los
alumnos de la Escuela de Artes y Oficios de García Barbón - hoy Universidad
Popular de Vigo- y en círculos y tertulias artísticas, siendo siempre el
benjamín del grupo. El brillo de sus ojos, la constancia y la seguridad en lo
que hace, presagian que este niño afable, sencillo y de sonrisa bondadosa se
convierta, en lo que hoy es, en un valor artístico intemporal y universal. Este
nombre de excepción entre la pintura contemporánea de los últimos años, pinta,
en esa época, lo que conoce: el paisaje, sus gentes, las naturalezas muertas
con colores y luces de nuestra tierra. Hoy domina una obra que ha sido
catalogada, considerada por la crítica especializada, como una de las más
personales de la pintura española contemporánea. En los años 70 y sobre todo a
partir de 1975 existe en España, en Galicia y en Vigo un período de oscilación
expresionista, que parece beber en las fuentes de los expresionistas alemanes
del 62, algunos pintores buscan y no hallan en esos crecientes contrastes entre
lo nacional y lo regional y lo internacional e intemporal, incertidumbre que se
va aplacando en 10 o 15 años con una auténtica reflexión desde la sociedad en
todas sus facetas: dentro del arte, de la literatura,.... Tensión y movimiento,
que eran las características esenciales de esa época y que aparecen en el mundo
del arte como un impulso ascendente, sin importar las bases fundamentales de
cualquier movimiento artístico: dibujo, difuminación, equilibrio,...,contrasta
con la opinión de algunos críticos y la sensación de ser arrastrados hacia
abajo. Con el paso del tiempo y con una sociedad transicionada, el arte
reflexiona a cerca de la vida, de lo imaginable e imaginario con total libertad
de expresión desde todas las tendencias y estilos, pero eso sí “el arte ya es
inseparable del oficio”, ya no sirve manchar por manchar, el “público” cada dia
es más erudito. En esta pequeña ciudad, la más importante de Galicia, fermentan
nuevas ideas y aparece Diego de Giráldez con un nuevo estilo, dentro de su
línea, que denomina -Realismo NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)-, y
con una tesis que registra como propiedad intelectual en el Registro
Intelectual Internacional. En su obra se distinguen muchos elementos que hacen
que se reconozca, a simple vista, entre todas las demás. Su gran familiaridad
con la naturaleza, la notable seguridad en la observación de sus mecanismos le
permite conocer sus leyes. El interés y un estudio constante de/por la anatomía
le sirven como bases para plasmar sobre el lienzo la génesis empírica de lo que
será su obra. Como hemos visto al principio, Diego provenía, plásticamente, de
sus “experimentos” con carbones de la “lareira” y de su paso por la Escuela de
Artes y Oficios, un tipo de escuela basada en poca teoría y mucha práctica,
sobre todo en el dibujo. Por lo tanto y hasta 1975, la suya era una cultura
autodidacta asentada en la experimentación práctica, en tertulias, en
intercambios,..., y condensada en las notas que sobre la naturaleza, la vida de
las gentes en el rural, la anatomía,..., iba tomando. También en esta época
cultivo el aprendizaje de la escultura, que no abandonará nunca, aunque esta
faceta solo la trabaje para su colección particular. Su investigación, siempre
dentro de su línea -Diego respeta pero no comparte los modismos temporales y
los “plagios” en el arte-, puede venir dada, en parte, para afrontar bien sus
trabajos y por el estímulo del clima que hervía en la ciudad, en la que como ya
hemos visto, existía una pequeña revolución cultural. Y por otra parte por
profundizar en sus conocimientos y aportar algo nuevo a futuras generaciones.
Vamos empezar hablando desde su primera exposición individual. En 1975 comienza
su andadura artística con la primera exposición individual, en Vigo. Conoce las
primeras críticas de Álvaro Cunqueiro, Francisco de Pablos, Antón Castro,
Enrique Gómez,.... Este nuevo realismo detallista, primoroso, pulcro y ordenado
tiene en sus obras figurativas, paisajísticas y bodegones una especie de
equilibrio entre la delicadeza y la serena austeridad. Tiene también ciertas
reminiscencias abstractas, surrealistas y naturalistas incluso en sus cuadros
más realistas....”. También por esa época conoce a personajes como Xosé
Filgueira Valverde, que fue la persona que aconsejó la compra de su primer
cuadro por el Museo Provincial de Pontevedra, uniéndole hasta el final una sana
amistad - al igual que con Álvaro Cunqueiro -. Con el paso del tiempo,
Filgueira Valverde, escribiría: “... Din algúns que este pintor e un mestre que
deprendeu o oficio dende pequeno, que sabe como manexar o pincel, o lápiz e a
paleta. Eu vexo unha obra coma as mellores da nosa terra: clara, limpa, con esa
luz -Luz a nai, Luz a aboa- da nosa vida labrega...”. Con Álvaro Cunqueiro hace
una gran amistad, visitando, este, con frecuencia su estudio de la calle Real y
Diego el despacho de la calle Carral y vivienda en Marqués de Valladares.
Quizás Álvaro haya sido uno de los primeros en descubrir el talento artístico
de nuestro pintor, cuando dice: “... Para ser pintor, hay que nacer, hay que
soñar durante moito tempo, hai que atopar un estilo coma el, non son os mais
listos, os licenciados, os que o atopan, algunhas veces son cáseque nenos como
Diego que saben de labregos, de ovellas e carneiros, de carballeiras e capóns
-eses galos de crestas vermellas que matan o basilisco-, desas alaceas e
lareiras, desas froitas que se lle poden adiviñar os vermes dentro. Eu para ver
os seus bodegóns non teño que haber xantado. Teño que vir en aiunas, e daquela
poido carregar o meu maxín da poesía que emanan...”. Hace amistad con José
Otero Abeledo “Laxeiro” y otros pintores de la época, con “Laxeiro” la conserva
hasta el final, no en vano uno de sus estudios actuales, en Vigo, está en la
buhardilla que este pintor, fallecido, utilizó en la calle del Príncipe nº 26.
A partir de 1977, expone en la más prestigiosas salas de toda España, se había
trasladado a Cataluña donde conecta con relevantes personalidades del arte,
pintores en el Colegio de Bellas Artes de Olot,..., y nombres importantes como
Antoní Pichot, Gala, Salvador Dalí - al que visita con frecuencia-,...,
críticos de arte como Víctor Gay, los de La Vanguardia,..., que elevan su obra
y su prestigio. En Madrid visitan sus exposiciones: Ramón Faraldo, Santiago
Amón,..., a estos dos críticos le llega a unir, con el pintor, una verdadera
admiración por ambas partes. Hasta el extremo de comentar:“Si me preguntase
¿Qué cuadro debería incorporarse, ya, al Museo del Prado?. Seguramente me
respondería que “El Cristo Hombre de Diego de Giráldez”, de este
autor,...,”cuadro que tan bien ha sabido ver el prestigioso crítico Ramón
Faraldo cuando dice:“Te confunde quien te llama realista, sino fueses más que
eso yo estaría en otra silla,¿A quien te pareces tú?. A nadie, que yo conciba.
Tú te pareces a ti. ¿Y tú Cristo - Hombre?. Insisto en esta obra de gran
envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las
crucifixiones. Esa cruz, que nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella
no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de
bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser cómplice del deicidio. Y
esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí,...”. A
Diego de Giráldez,-que hoy día está expuesto en más de cien prestigiosos museos
de todo el mundo, en importantes colecciones privadas e institucionales y que
ha sido seleccionado para la “Expo Universal” de Lisboa, entre los dos pintores
que representan a cada nación, en este caso a España, siendo al mismo tiempo la
primera vez que seleccionan a un pintor gallego-, tuve la suerte de visitarlo
en su estudio de la calle Real, hace años, en compañía del gran crítico de
arte, malogrado en accidente de aviación, Santiago Amón quien me dijo: “...
Diego es ya uno de los grandes del realismo español contemporáneo”, luego hizo
una extensa crítica, para el medio con el que yo colaboraba en esa época, y que
en alguna parte se manifestaba a manera de un sugestivo ensayo y de donde
recogemos algunos fragmentos que aparecerán a lo largo del libro, empezando por
este: “Realista exacerbado, donde encuentra la implicidad de su poesía. En su
obra se reencuentra con lo intrínseco, con las cosas mismas, y las traslada a
la faz incitante del lienzo con precisión lírica. Diego de Giráldez, sabe que
el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más
blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro
más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Pintor
sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS
(naturalismo, abstracción, surrealismo)”. En 1980 es seleccionado para formar
parte de la exposición “Maestros del Realismo Español”, a partir de este año es
normal verlo, escucharlo y leerlo en distintos medios de comunicación, revistas
especializadas, libros,..., sus obras están en Museos, Diputaciones, Gobiernos
Autónomos, Ayuntamientos, Cámaras Municipales de Portugal, Bancos y Cajas de
Ahorros, importantes colecciones privadas,.... Recorre, con exposiciones
individuales Europa, sobre todo España y Portugal, aparece también en
colectivas: Lisboa, París, Ginebra, El Cairo,..., los críticos se hacen más, si
cabe, eco de su presencia: Santiago Amón, “ A partir de la exposición ‘Maestros
del Realismo Español’. Las obras de Diego de Giráldez son de un nuevo realismo,
del óleo y tintas se pasa a una técnica mixta..., con un gran equilibrio entre
la sensibilidad y la técnica, con una pintura muy elaborada,.... En el
transcurso de poco tiempo hay una actitud positiva del público y quién sabe si
de los críticos, así como de los coleccionistas, importantes, de arte que
empiezan a fijarse en su obra..., empieza a vender sus primeros cuadros para
buenas colecciones privadas e institucionales, a participar en interesantes
exposiciones de pintura española en España y el resto de Europa, proliferan las
muestras individuales en relevantes galerías... y se producen las primeras
adquisiciones de obras suyas por parte de museos...”. Podemos nombrar:
Museos de Artes Contemporáneas -
El Cairo (Egipto), Toledo,...,
Museos de Bellas Artes:
Santander, La Coruña, Murcia,...,
Museos Provinciales - Lugo,
Pontevedra, Ciudad Real, Guadalajara, Cáceres, Badajoz, Menorca, Melilla,...,
Museos Diocesanos, Museos
Municipales, Museos Específicos, Museos Portugueses, Museos de otras partes del
mundo,....
Otros museos importantes del
mundo: Vaticano, etc….
Nos sigue diciendo que: “... su
obra va ganando noticia, fama y atención allende las fronteras...”. “...
termina -EL CRISTO HOMBRE-, obra de gran envergadura, justo parece destacar, al
lado de la virtud poética e histórica del cuadro, el carácter de proeza
técnica, la condición de madera de esa cruz que la secunda sin deidad, el
cristo –el hombre de rodillas-, cabizbajo, la voluntad sin freno del ejecutor y
el oficio que recorre la obra de punta a cabo, tras una génesis empírica,
paciente, gradualmente vivida por el creador hace a la postre, a los ojos del
observador, una obra magistral”. Sobre esta obra, el autor, Diego de Giráldez
nos dice en 1982: “Graznando rompí el cristal / y te vi pueblo de la sociedad
por abajo, / Te grité y te pinté, / así también por donde la piedra desnuda de
la calle rompe / tú quedas..../ De los brazos, la madera y el cristal, / el
hombre.... / De la cuerda las ataduras de las muñecas. / Blanco... ligaduras de
la frente y cintura, tristura / cabizbajo de rodillas es el hombre... / de las
“tierras quemadas” debajo / quemada su piel con suficiencia / por los golpes de
sol y de trabajo. / Hoy el negro, silencioso, se apodera / de mí la noche
entreabierta, / interpreté colores de los colores. / La noche es un conjunto de
colores / que acecha con caras de luces / que juegan a fugarse aún sin manos.”
Nos recuerda Ramón Faraldo en “Recuerdos”: “... recuerdo una noche de verano,
no sé si de plenilunio, o noche de primavera tardía o de otoño naciente,
sentados en una mesa de mármol en La Cañiza, en compañía del colega, y sin
embargo amigo, Enrique Gómez. En esto, una sonrisa y unos ojos brillantes se
apoyaron sobre mi rostro, y te tuve ante mí. Me hablaste con la sencillez y
sabiduría que te caracteriza, con esa falta de presunción y, en todo caso,
concluiste - que tu obra y la de cualquier artista no es cuestión, simplemente
de oratoria, de verbo, es más, si cabe, de biología de la propia obra, que sepa
defenderse por sí misma-. Noche, febril, que más bien parece incendio que
noche, te ha traído a ti, amigo mío, cargado de sensaciones, de cosas de mí
interés, y del interés ajeno, pero para satisfacerlo se necesita la escritura,
la palabra, el verbo. Eso trías en tú sonrisa, en el brillo emergente de tus
ojos, en tú serenidad, sé lo que quieres decir, pero hoy vamos a hablar en el
verbo fundamental para transmitir a la continuidad de la especie. Perdóname,
Diego, y cuando lleguemos al “más allá”, considera silo que alcancé a penetrar
en el complejo persona-obra, que lleva tú firma, compensa el que no profundice
en tú tesis, de esta noche, que entiendo. ¿Recuerdas cuando nos vimos por
primera vez en aquella galería de Madrid?. Tú catálogo: “Diego estudió pintura
y escultura... “. Te pregunté ¿Pintor o escultor?. Fue aquella la primera gran
realización de tú mano que conocí. Me di cuenta, de gallego a gallego de
escritor a plástico, que por merecimientos que todavía desconocía, estaba en tú
enigmática exposición, incógnita exposición madrileña, también me di cuenta de
que, quienes te seleccionaron, habían encontrado un nombre que añadir a la
plástica española. Me di cuenta que estaba ante una obra intemporal e
internacional de sorprendente acabado,....”. En aquellas épocas otros críticos
se hicieron eco de sus exposiciones: Miguel Gil, Victor Gay, Jesús Rodríguez,
César Valença, Trapero Pardo, Francís Vicents,….., o Richard Arnold que nos
dice: “... La pintura de Diego de Giráldez es la de un gran maestro del
“realismo”, con un manejo único del claroscuro, con un universo de gran
originalidad, en algunos cuadros un tanto barroco, con figuras que semejan
flotar en un espacio de radiaciones de silencio poético, donde bolas de cristal
como áureas transparentes aparecen preservando un mundo dentro del propio
mundo, de la propia biología del cuadro...”, Enrique Gómez: “Diego de Giráldez
que, ya, en Marzo de 1980 fue seleccionado para la exposición “Maestros del
Realismo Español” con Antonio López, Eduardo Naranjo,..., sorprende por su
exquisito lenguaje y poético sentido con un soberbio terminado que caracterizan
a las obras maestras.... Para mí, Diego de Giráldez, es uno de los nombres
significativos en el arte contemporáneo, su obra denota una elegancia austera y
da la sensación de que nos encontramos ante el mayor equilibrio de sensibilidad
y técnica que nos hace ver una pintura inteligentísimamente elaborada”, Antón
Castro nos habla de: “Dimensión poética de la realidad. Sin lugar a dudas,
Diego de Giráldez es ya, y por derecho propio, uno de los grandes pintores de
la realidad que bebe en el ancestro poético de tintes bucólicos” y Francisco
Pablos que nos dice: “Su obra es un capítulo aparte en la pintura española
contemporánea, que da a este pintor la calidad de maestro del realismo. Un
realismo diferente, de poética implícita, de imaginable y cuasi imaginario
misterio”. Aparecen libros monográficos sobre su obra, etc. En 1991 es invitado
por el Excelentísimo Ayuntamiento de Vigo para inaugurar A Casa das Artes e da
Historia de Vigo. Hecho que realiza con una antológica excepcional. 1992. Lalo
Vázquez Gil (periodista, escritor y cronista oficial), (con motivo de la
exposición de 1992 en Valladolid): Diego de Giráldez, un pintor filósofo
realista. Hace algunos años - estaba yo en Valladolid-, algunos amigos me
dijeron que exponía un gallego excepcional, una colección pictórica realista,
surrealista o “casi”, que no dejase de verla y que les diese mi opinión. Un
profesor vallisoletano que había dado clases en un Instituto de Vigo, me dijo
que era “onírico”. con lo que se acercaba, evidentemente, al surrealismo y que
¡ era vigués ¡ (“¿ Lo conoces ?” “Debo conocerlo”. Y enseguida añadí: “Si es,
si pinta como dices, seguro, seguro que es Diego de Giráldez”. Y lo era. Allá
me fui y aunque no estaba en la sala gozamos y comentamos su pintura y
estuvimos filosofando y lucubrando en torno a su obra. La muestra era
verdaderamente excepcional y se celebraba en la acreditadísima sala del Centro
Gallego, sociedad cultural, artística y difusora de todo lo gallego, con
amplias miras, de gran prestigio en los medios entendidos y cultos de la ciudad
de Felipe II. No me extrañó que la exposición alcanzase tanto éxito en una
ciudad conocedora del buen arte. Jamás me defraudó Giráldez en ninguna de sus
salidas. Y aquí menos - en Valladolid -, porque todo el mundillo artístico se
hizo lenguas de su buen hacer - y así presumieron sus amigos y sobre todo los
gallegos - vallisoletanos”-. Todos los visitantes entendieron el arte de Diego
de Giráldez, que transciende más allá de lo gallego para hacerse universal en
ese mundo de símbolos que introduce en su obra con pinceles de paciente pintor,
de medidor, sin prisas, del tiempo, del último detalle visual, hasta alcanzar
esa perfecta realidad no exenta -sin embargo-, de su huella personal
intencionada. Porque el pensamiento, su sentir, sus deseos, sus ideas, sus
mensajes, sus secretos, Giráldez no los expresa solo con sus representaciones,
con la composición extraña, filosófica, a veces tétrica o advertidora de que
hay un mundo esotérico y exotérico. No. Giráldez lo manifiesta, también, con la
exactitud de visión y de plasmado material, a propósito, situándose fuera de
las órbitas de la moda -algunas ya demodés-, en un punto que ha querido escoger
a conciencia -sin encasillamiento absoluto y en el que se mueve por convicción.
Así, sus figuras, esos cristos extrañamente crucificados, esos paños, esas
aves, esos objetos vulgares -enriquecidos- van más allá de la materialidad ya
simbólica tópicamente sí misma y se transforman en algo más sublime porque
Giráldez las conjuga y las envuelve, invirtiendo y trastocando su significación
iconográfica. Y ahí esta la dificultad para entender la pintura de Diego en su
simplicidad. Hay en sus cuadros algo que nos inquieta, que no llegamos a
entender absolutamente....”. En 1998 es seleccionado, como uno de los dos
pintores que representará a España en la “Expo-Universal del Arte” en Lisboa,
de lo mucho que se ha escrito sobre este acontecimiento se me ocurre traer a
estas páginas el título con el que Francisco de Pablos encabezó una extensa
crónica en Faro de Vigo: “Diego de Giráldez, una estrella plástica en la
“Expo’98” de Lisboa”, creo que con esto queda todo dicho, no obstante recogemos
párrafos de artículos de la prensa de Vigo:, -no lo hacemos con los medios
portugueses, resto de Europa y resto de España, por razones obvias de
espacio-.La Voz de Galicia: “ La Exposición Internacional de Arte, que se
celebra este año dentro del recinto de la Expo Universal 98 de Lisboa, ha seleccionado
a Diego de Giráldez como uno de los representantes españoles dentro del
certamen plástico....”. “Giráldez es uno de los dos creadores españoles
seleccionados para este certamen que muestra las creaciones de dos autores por
cada país....”. “El artista, afincado en Vigo, expone sus obras en la “Expo
Universal 98” de Lisboa.”. Faro de Vigo: “... El pintor vigués de adopción cuyo
reconocimiento lo certifican datos como que cuadros suyos estén ya en más de 90
museos españoles, además de otros en el extranjero: Diego de Giráldez. En la
Expo 98 de Lisboa estará también su obra en una muestra conjunta con otros
artistas, de todo el mundo, seleccionados de países como Italia, Japón,
Portugal,...”. “ Sólo dos artistas por país figuran en la excepcional muestra
en Portugal” “ Entre los acontecimientos culturales que ofrece la Expo 98 de
Lisboa, el último certamen del milenio en su carácter, está la Exposición
Internacional de Arte, para la que se han seleccionado artistas famosos de todo
el mundo, y únicamente dos por cada país representado. Por España, uno de ellos
es Diego de Giráldez, gallego, residente en Vigo, donde tiene su estudio y
trabaja habitualmente...”. “... su obra esta expandida por todo el mundo”, “...
están en diversos museos y colecciones particulares...”.
Diego de Giráldez:
Inquietudes
Diego de Giráldez, mantiene a lo
largo de su vida una extensa e intensa relación con la medicina natural y
especialmente con la anatomía. En su permanente deseo de reflejar el cuerpo
humano en la naturaleza, dentro de una ilimitada capacidad inventiva que lo
diferencia.Museos
Su obra está representada en más
de 150 importantes museos del mundo.
Obra
Como pintor, Diego de Giráldez,
no tuvo un estilo o técnica única, hasta que inventó el Realismo NAS. Lo mejor
de su producción artística se desarrolla dentro de este realismo de gran
detalle y composición genial, que refleja, entre otros temas, su mundo particular
onírico. En este sentido podemos mencionar algunas de sus obras como:
Gallega (1981)
Huerta (1981)
Reproducción del ser
vivo (1981)
Cristo hombre (1982)
Preside la naturaleza
(1985)
Observando la
naturaleza (1985)
De espaldas (1987)
Comienzo de la
humanidad (1987)
Simbolización (1995)
Campesino (1989)
Maternidad, el
aliento de la vida (1989)
El hombre es bruto
(1990)
La pesca (1990)
Le rodea la vida
(1991)
Gallo africano (1995)
Soldados (1997)
Retrato (1998)
Gallo de infierno (1998)
El agua (1998)
La vida (1998)
En el aire (1998)
Recogemos algunos de los varios
fragmentos de escritos, críticas de arte y libros bibliograficos realizados por
importantes plumas del mundo de la cultura sobre Diego de Giráldez. Ésta
página, hija de varias y valiosas plumas, tiene una razón de ser: la existencia
de un gran pintor – Diego de Giráldez – cuya obra y dilatada vida artística
seguimos, junto a una plural interpretación de su arte. Por lo tanto formará
parte de su importante bibliografía en la cual este trabajo, esperamos, tendrá
una gran importancia y en futuros estudios, que no faltarán, deberán contar con
ella…
Bibliografía
Entre otros muchos, 32 libros,
podemos mencionar:
Faraldo, Ramón: El mundo de Diego de Giráldez. Lugo, Diputación
Provincial, 1991.
Pablos, Francisco: Diego de Giráldez y su realismo. Pontevedra,
Diputación Provincial, 1990.
Pablos, Francisco: Plástica gallega. Vigo, Caixavigo, 1981.
Gómez, Enrique: Diego de
Giráldez. La realidad y su espejo. Editorial Nigra, S.L., 2001.
Crítica de Arte
Xosé Francisco Armesto Faginas:
Alvaro Cunqueiro, en tanta cousas mestre, que tivo tamén moito de neno grande,
foi un dos primeiros que celebrou a pintura de Diego Giráldez. Atopo moitas
cousas en común entre ámbolos dous, por exemplo - algo non cativo-- o amor
polas pequenas cousas, a ledicia, poño por caso, ó sentir o canto dun paxaro ou
dun galo, coma quen escoita a voz do mestre solista dun gran coro...Alvaro
Cunqueiro (Escritor y Poéta). Para ser pintor, hai que nacer, hai que soñar
durante moito tempo, hai que atopar un estilo coma él, non son os mais listos,
os licenciados, os que o atopan, algunhas veces son caseque nenos como Diego
que saben de labrego, de ovellas e carneiros, de carballeiras e capóns -eses
galos de crestas vermellas que matan o basilisco-, desas alaceas e lareiras,
desas froitas que se lle poden adiviñar os vermes dentro. Eu para ver os seus
bodegóns non teño que haber xantado. Teño que vir en aiunas, e daquela poido
carregar o meu maxín da poesía que emanan...
A.M. Campoy (Crítico de Arte).
Diego de Giráldez, severo y apolíneo, artista de la contemplación de la
naturaleza, ha traído al arte moderno español un vigor y una nueva
sensibilidad, con este Realismo NAS, que es posible que no tenga comparación en
el arte de los últimos años. No es posible confundir sus bodegones, sus
paisajes, sus mujeres o atribuir a otros sus espléndidos retratos, …. Su
excelente arte está fundamentado en un dibujo prodigioso y realizado siempre en
una materia muy rica y diferente, con base en el pastel.
J. de Castro Arines (Crítico de
Arte): ¿Que decir de nuestro gallego, Diego de Giráldez?, Diego es el
hombre que le pone corazón, alma y misterio y soledad y silencio que se
transforma en humano, a su obra en la que se respira poesía, talento creador,
del alma creadora. Y digo que se respira poesía, hay poesía, mucha poesía, que
no surge tan sólo de la severidad del color, de la que tanto gusta Diego de
Giráldez, sino también del mundo espiritual. Pero también hay drama en esos
rostros de labriegos; cuánta tensión expresan, cuanta idealización o
esencialización del drama. Hay tristeza, hay soledad y silencio, ¡Lo hay,
también, pongo pro ejemplo, en algunos cuadros de esas ovejas de ojos
tristísimos!, donde parecen saber el destino amargo que engendra su propia
naturaleza. Eso también está pintado, captado por el color y por la técnica e
intuición del pintor, de este pintor que, sin hacer grandes alardes, va más
allá del mundo que el pincel puede abarcar en el terreno de su materia propia,
la del color y de la forma, porque Diego de Giráldez es un pintor trascendente
que dejará huella no sólo en nuestra tierra gallega.
Camón Aznar (Crítico de Arte):
Este jovencísimo autor, Diego de Giráldez, tiene una faceta poco tratada,
profunda, como interprete del misticismo católico, con temas de misterios e
historia de la religión, tratados con aguda observación de la realidad actual
que algún día serán objeto de comentarios más extensos, que los habrá, e
incluso me atrevería a decir que posiblemente ejerzan influencia sobre el arte
moderno y este incipiente y diferenciado realismo que ya hoy le eleva y
clasifica entre los primeros nombres de los maestros del realismo español
contemporáneo. Su pintura habla un lenguaje místico y cuenta con un gran
dominio del color y el dibujo.
Xosé Filgueira Valverde
(Escritor). Din algúns que este pintor e un mestre que deprendeu o
oficio dende pequeno, que sabe como manexar o pincel, o lápiz e a paleta. Eu
vexo unha obra coma as mellores da nosa terra: clara, limpa, con esa luz -Luz a
nai, Luz a aboa- da nosa vida labrega...
Francisco Fernández del Riego (Escritor y Presidente de la Real Academia Gallega - 1998): Pintor lírico as máis das veces, significativo e anovador, non xoga con figuras dalgún xeito recoñecibles, senón coa imaxinación. O sentido particular que o califica ven ser a posibilidade dun estilo e dunhas formas que reflicten un concepto de pintura expansible e universal...
Carlos Casares (Escritor y Presidente do Consello da Cultura Galega). Teño seguido con atención a súa obra, hoxe coñecida e valorada tanto dentro como fóra de Galicia. En Diego de Giráldez coinciden a realidade representada e a forma en que se representa, podemos falar de acerto expresivo. O pintor é dono do seu mundo e da súa obra. Estou convencido de que Diego de Giráldez chegou a ese estadio e que agora pinta con máis liberdade. É a liberdade que a un creador lle da sempre a seguridade na utilización dunha técnica que emprega con naturalidade...
Domingo García-Sabell ( Académico de número de la Real Academia Gallega. Escritor. Ex – delegado del gobierno en Galicia). Diego de Giráldez, no seu esforzo creador, chouta por riba das categorías plásticas establecidas...
Antón Fraguas(Cronista Oficial de Galicia, Presidente del Patronato del Museo do Pobo Galego). O pintor e xenial artista, Diego de Giráldez, vai interpretando os diferentes momentos do ano ós que Don Ramón Otero Pedraio deu o seu valor xeográfico... O artista, este pintor, ten un espírito tan altamente creador que fixa as súas obras no máis fino realismo...
Antón Castro (Crítico de Arte y profesor de Arte Contemporáneo de la Universidad de Vigo). Sin lugar a dudas, Diego de Giráldez es ya, y por derecho propio, uno de los grandes pintores de la realidad que bebe en el ancestro poético de tintes bucólicos”.
Xavier Costa Clavell (Periodista, escritor):”CREATIVIDAD Y ESTILO EN LA PINTURA DE GIRÁLDEZ”. Como dijo Picasso, Giráldez no busca, sino que encuentra, y los hallazgos se proyectan en las superficies pintadas con un sello propio, algo que sólo está al alcance de los auténticos creadores. No deja de ser cierto lo que afirma Francisco de Pablos: “La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. También estoy de acuerdo con lo que dice Santiago Amón: “Diego de Giráldez sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Un poeta escribió aludiendo a la obra del pintor:”Te confunde, amigo mío, / quien te llama realista...”. Cierto, porque la pintura de Giráldez es siempre algo vivo y lleno de misterio. El de la creación”.
Jordi Soletura (Ex-ministro de Cultura). Felicito a Diego de Giráldez por su valiosa y maravillosa obra que tiene en el Museo de Cuenca y que hace unos días tuve el placer de visitar… Ese genuino realismo. Esa invención suya, que denomina NAS, hace que nuestro pintor se sitúe en el interés de las mejores plumas y de los museos importantes.
Francisco Pablos (crítico de arte y miembro de la Academia de Bellas Artes). En la pintura de Diego de Giraldez, en las naturalezas muertas, el consigue la vida, la perennidad, la trascendencia. Surge y se impone lo inquietante. Lo común se mayusculiza, hasta lo anodino cobra importancia. Un cacharro, cualquier enser del ajuar doméstico es él, el único, el irrepetible. Es don cacharro y acaso hasta el excelentísimo señor cacharro. Diego de Giráldez es un caso peculiar. Su maestro fundamental es la naturaleza misma, y su capacidad de trascender su inmediata apariencia, su realidad concreta, han hecho de su obra un capítulo aparte en la pintura española contemporánea. Ahora goza de admiración y respeto internacional. La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. Sú pintura es única, irrepetible, capaz de ser reconocida para siempre en cuanto se ha contemplado la indefinible sensación de uno de sus cuadros”.
Ramón Faraldo - Crítico de Arte y Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte “El Cristo-Hombre de Diego de Giraldez”: Insisto en esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las crucifixiones. Esa Cruz, nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser, cómplice del deicidio. Y esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí. Tú lo has visto Diego. La aldea, el largo invierno. La hermandad con pastores y leñadores, el respeto a la materia bondadosa que nos da techo y calor. Todos los árboles de la tierra deberían, tendrían que rendirte homenaje, por haber proclamado la eterna amnistía. Honra y gloria de lo que nace inocente y muere inocentemente a nuestro servicio.
Ramón Faraldo en “Recuerdos”: “... recuerdo una noche de verano, no sé si de plenilunio, o noche de primavera tardía o de otoño naciente, sentados en una mesa de mármol en La Cañiza, en compañía del colega, y sin embargo amigo, Tito Gómez. En esto, una sonrisa y unos ojos brillantes se apoyaron sobre mi rostro, y te tuve ante mí. Me hablaste con la sencillez y sabiduría que te caracteriza, con esa falta de presunción y, en todo caso, concluiste - que tú obra y la de cualquier artista no es cuestión, simplemente de oratoria, de verbo, es más si cabe, de biología de la propia obra, que sepa defenderse por sí misma-. Noche febril, que más bien parece incendio que una noche, te ha traído a ti, amigo mío, cargado de sensaciones, de cosas de mí interés, y del interés ajeno, pero para satisfacerlo se necesita la escritura, la palabra, el verbo. Eso traías en tú sonrisa, en el brillo emergente de tus ojos, en tú serenidad, sé lo que quieres decir, pero hoy vamos a hablar en el verbo fundamental para transmitir a la continuidad de la especie. Perdóname Diego, y cuando lleguemos al “más allá”, considera si lo que alcancé a penetrar en el complejo persona-obra, que lleva tú firma, compensa el que no profundice en tú tesis, de esta noche, que entiendo. ¿Recuerdas cuando nos vimos por primera vez en aquella galería de Madrid?. Tú catálogo: “Diego estudió pintura y escultura... “. Te pregunté ¿Pintor o escultor?. Fue aquella la primera gran realización de tú mano que conocí. Me di cuenta, de gallego a gallego de escritor a plástico, que por merecimientos que todavía desconocía, estaba en tú enigmática exposición, incógnita exposición madrileña, también me di cuenta de que, quienes te seleccionaron, habían encontrado un nombre que añadir a la plástica española. Me di cuenta que estaba ante una obra intemporal y universal de sorprendente acabado,....”.
Francisco Fernández del Riego (Escritor y Presidente de la Real Academia Gallega - 1998): Pintor lírico as máis das veces, significativo e anovador, non xoga con figuras dalgún xeito recoñecibles, senón coa imaxinación. O sentido particular que o califica ven ser a posibilidade dun estilo e dunhas formas que reflicten un concepto de pintura expansible e universal...
Carlos Casares (Escritor y Presidente do Consello da Cultura Galega). Teño seguido con atención a súa obra, hoxe coñecida e valorada tanto dentro como fóra de Galicia. En Diego de Giráldez coinciden a realidade representada e a forma en que se representa, podemos falar de acerto expresivo. O pintor é dono do seu mundo e da súa obra. Estou convencido de que Diego de Giráldez chegou a ese estadio e que agora pinta con máis liberdade. É a liberdade que a un creador lle da sempre a seguridade na utilización dunha técnica que emprega con naturalidade...
Domingo García-Sabell ( Académico de número de la Real Academia Gallega. Escritor. Ex – delegado del gobierno en Galicia). Diego de Giráldez, no seu esforzo creador, chouta por riba das categorías plásticas establecidas...
Antón Fraguas(Cronista Oficial de Galicia, Presidente del Patronato del Museo do Pobo Galego). O pintor e xenial artista, Diego de Giráldez, vai interpretando os diferentes momentos do ano ós que Don Ramón Otero Pedraio deu o seu valor xeográfico... O artista, este pintor, ten un espírito tan altamente creador que fixa as súas obras no máis fino realismo...
Antón Castro (Crítico de Arte y profesor de Arte Contemporáneo de la Universidad de Vigo). Sin lugar a dudas, Diego de Giráldez es ya, y por derecho propio, uno de los grandes pintores de la realidad que bebe en el ancestro poético de tintes bucólicos”.
Xavier Costa Clavell (Periodista, escritor):”CREATIVIDAD Y ESTILO EN LA PINTURA DE GIRÁLDEZ”. Como dijo Picasso, Giráldez no busca, sino que encuentra, y los hallazgos se proyectan en las superficies pintadas con un sello propio, algo que sólo está al alcance de los auténticos creadores. No deja de ser cierto lo que afirma Francisco de Pablos: “La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. También estoy de acuerdo con lo que dice Santiago Amón: “Diego de Giráldez sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Un poeta escribió aludiendo a la obra del pintor:”Te confunde, amigo mío, / quien te llama realista...”. Cierto, porque la pintura de Giráldez es siempre algo vivo y lleno de misterio. El de la creación”.
Jordi Soletura (Ex-ministro de Cultura). Felicito a Diego de Giráldez por su valiosa y maravillosa obra que tiene en el Museo de Cuenca y que hace unos días tuve el placer de visitar… Ese genuino realismo. Esa invención suya, que denomina NAS, hace que nuestro pintor se sitúe en el interés de las mejores plumas y de los museos importantes.
Francisco Pablos (crítico de arte y miembro de la Academia de Bellas Artes). En la pintura de Diego de Giraldez, en las naturalezas muertas, el consigue la vida, la perennidad, la trascendencia. Surge y se impone lo inquietante. Lo común se mayusculiza, hasta lo anodino cobra importancia. Un cacharro, cualquier enser del ajuar doméstico es él, el único, el irrepetible. Es don cacharro y acaso hasta el excelentísimo señor cacharro. Diego de Giráldez es un caso peculiar. Su maestro fundamental es la naturaleza misma, y su capacidad de trascender su inmediata apariencia, su realidad concreta, han hecho de su obra un capítulo aparte en la pintura española contemporánea. Ahora goza de admiración y respeto internacional. La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. Sú pintura es única, irrepetible, capaz de ser reconocida para siempre en cuanto se ha contemplado la indefinible sensación de uno de sus cuadros”.
Ramón Faraldo - Crítico de Arte y Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte “El Cristo-Hombre de Diego de Giraldez”: Insisto en esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las crucifixiones. Esa Cruz, nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser, cómplice del deicidio. Y esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí. Tú lo has visto Diego. La aldea, el largo invierno. La hermandad con pastores y leñadores, el respeto a la materia bondadosa que nos da techo y calor. Todos los árboles de la tierra deberían, tendrían que rendirte homenaje, por haber proclamado la eterna amnistía. Honra y gloria de lo que nace inocente y muere inocentemente a nuestro servicio.
Ramón Faraldo en “Recuerdos”: “... recuerdo una noche de verano, no sé si de plenilunio, o noche de primavera tardía o de otoño naciente, sentados en una mesa de mármol en La Cañiza, en compañía del colega, y sin embargo amigo, Tito Gómez. En esto, una sonrisa y unos ojos brillantes se apoyaron sobre mi rostro, y te tuve ante mí. Me hablaste con la sencillez y sabiduría que te caracteriza, con esa falta de presunción y, en todo caso, concluiste - que tú obra y la de cualquier artista no es cuestión, simplemente de oratoria, de verbo, es más si cabe, de biología de la propia obra, que sepa defenderse por sí misma-. Noche febril, que más bien parece incendio que una noche, te ha traído a ti, amigo mío, cargado de sensaciones, de cosas de mí interés, y del interés ajeno, pero para satisfacerlo se necesita la escritura, la palabra, el verbo. Eso traías en tú sonrisa, en el brillo emergente de tus ojos, en tú serenidad, sé lo que quieres decir, pero hoy vamos a hablar en el verbo fundamental para transmitir a la continuidad de la especie. Perdóname Diego, y cuando lleguemos al “más allá”, considera si lo que alcancé a penetrar en el complejo persona-obra, que lleva tú firma, compensa el que no profundice en tú tesis, de esta noche, que entiendo. ¿Recuerdas cuando nos vimos por primera vez en aquella galería de Madrid?. Tú catálogo: “Diego estudió pintura y escultura... “. Te pregunté ¿Pintor o escultor?. Fue aquella la primera gran realización de tú mano que conocí. Me di cuenta, de gallego a gallego de escritor a plástico, que por merecimientos que todavía desconocía, estaba en tú enigmática exposición, incógnita exposición madrileña, también me di cuenta de que, quienes te seleccionaron, habían encontrado un nombre que añadir a la plástica española. Me di cuenta que estaba ante una obra intemporal y universal de sorprendente acabado,....”.
Santiago Amón (Crítico de Arte). Diego de Giráldez es ya uno de los grandes del realismo español contemporáneo... Realista exacerbado, donde encuentra la implicidad de su poesía. En su obra se reencuentra con lo intrínseco, con las cosas mismas, y las traslada a la faz incitante del lienzo con precisión lírica. Diego de Giráldez, sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris... Pintor sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)... A partir de la exposición “Maestros del Realismo Español”. Las obras de Diego de Giráldez son de un nuevo realismo, del óleo y tintas se pasa a una técnica mixta... Con un gran equilibrio entre la sensibilidad y la técnica, con una pintura muy elaborada,.... En el transcurso de poco tiempo hay una actitud positiva del público y quién sabe si de los críticos, así como de los coleccionistas importantes de arte que empiezan a fijarse en su obra.... Empieza a vender sus primeros cuadros para buenas colecciones privadas e institucionales, a participar en interesantes exposiciones de pintura española en España y el resto de Europa, proliferan las muestras individuales en relevantes galerías.... Y se producen las primeras adquisiciones de obras suyas por parte de museos.... Su obra va ganando noticia, fama y atención allende las fronteras.... Termina -EL CRISTO HOMBRE-, obra de gran envergadura, justo parece destacar, al lado de la virtud poética e histórica del cuadro, el carácter de proeza técnica, la condición de madera de esa cruz que la secunda sin deidad, el cristo -el hombre de rodillas-, cabizbajo, la voluntad sin freno del ejecutor y el oficio que recorre la obra de punta a cabo, tras una génesis empírica, paciente, gradualmente vivida por el creador, hace a la postre, a los ojos del observador, una obra magistral....
Rafael Sánchez Bargiela (Director del Museo de Ponteareas). El realismo NAS, nacido de una personalísima combinación entre naturalismo, abstracción y surrealismo, ha convertido a Diego de Giráldez en uno de los principales exponentes de la plástica de este fin de siglo, como lo acredita su trayectoria y su obra, que forma parte ya de las colecciones de numerosos museos de nuestra Península y de otros países.
Florenci Criville i Estraqui (Director del Museu Etonográfic de Ripoll (Girona). De Diego de Giráldez se puede decir que realmente es impresionante su pintura de una rara singularidad… Quiero felicitarle por seguir siendo original y por patentizar un mensaje poético en un mundo tan trillado, opaco y reiterativo como el del arte actual...
Fernando Elorrieta (Escritor y Director de enseñanza). El análisis de la obra de Giráldez no puede quedarse en la estructura epidérmica o superficial del objeto, hay que profundizar en el sujeto, en el compromiso que oculta tras las rotundidades de la forma y la precisión del diseño. Es una obra engagée en el sentido hondo de los conceptos satrianos, el artista es un testigo de la sociedad y del momento, pero en este caso de una realidad trascendida, que horada las pulsaciones existenciales para transformarse, divinizarse, en delicadezas sutiles de sentimientos religiosos, místicos y afectivos. El estudio de una obra perfectamente construida en la composición, en el cromatismo, en la morfología no debe solapar la profundidad de los temas que el artista trata, habrá que subirse a la octava esfera para entender la diafanidad del mensaje que Diego de Giráldez nos envía. Forma y fondo, símbolo y metáfora, humildad y sabiduría, hacen de este joven demiurgo de la plástica actual un caso único y singular en el arte.
Mauro Panizo del Val (Periodista, Director de Radio Cadena Española en Vigo). Un día de 1975 un jovencísimo pintor saca sus cuadros al aire de Vigo y a la curiosidad de los vigueses. Se llama Diego de Giráldez. Elogios, comentarios, laudatorios y luego… un largo camino no en el tiempo, sí en la peripecia vital y plástica. Sigue trabajando intensamente y las exposiciones se suceden durante años: Santiago, Madrid, Barcelona, Lisboa, Ginebra, París…, saben del buen hacer de Diego de Giráldez. Ahora sigue pintando, dedicándose a la obra bien hecha. Junto a la línea ágil, el color rico, expresivo y la composición meditada. ¡Esos gallos apiñados, en una espléndida creación! ¡Esas flores, hierbas y frutos que tienen como un sentimiento de vida, un pálpito caliente, humanizado! ¡Esas figuras en las que junta a la expresividad de los rostros, aparece como un soberbio trabajo! ¡Ese difícil entramado de ropas y telas, sin envaramientos!...
Javier Rubio Moblot (Crítico de Arte) Diego de Giráldez construye con sus animales meticulosamente pintados y con esa serie de objetos (fundamentalmente esferas trasparentes) que flotan en el vacío, un mundo de asociaciones que por otra parte, tienen más que ver con la metafísica que con el surrealismo…. Diego de Giráldez ha expuesto individualmente en más de doscientas ocasiones y su obra se encuentra representada nada menos que en más de doscientos museos importantes del mundo: España, Portugal, Egipto, Vaticano,…
Lorenzo García – Diego Pérez (Crítico de arte): Toda su obra es una exaltación de paganía y refinado intelectualismo. Como maestro del arte español actual nos envuelve de magnificencia y nos liberta de la vulgaridad cotidiana. No hay nada inconsciente en su obra. No brota porque sí y falto de antecedentes en la obra de este gran pintor. Tiene trazada de antemano la trayectoria de su arte, seguro como está de que no habrán de falsearle ulteriores rectificaciones. Es un precoz en la historia de la pintura. Y no un precoz irreflexivo, inseguro, que luego había de sufrir amargos desengaños y soportar impuestas rectificaciones…
Manuel Fraga Iribarne (Presidente de la Xunta de Galicia). El pintor Diego de Giráldez nació en el seno de una familia navegante y, desde niño, se interesó por el estudio y aprendizaje de los diversos campos artístico. Dotado naturalmente para el dibujo y la pintura, y armado de un tesón y una constancia admirables, estas cualidades hicieron de Giráldez un artista singular, portador de un característico modo creativo y de una personal visión del mundo y de la vida. Estamos, pues, frente a la obra de un profundo conocedor de los entresijos, frente a un artista con oficio y con ferviente capacidad creativa, algo que nos conduce a la esencia del hombre, a la plasticidad del tiempo y del espacio.
Mariano Rajoy Brey (Ministro de Educación y Cultura) Diego de Giráldez, cuya obra y vitalidad merecen ser apreciados en profundidad y testimonian la calidad de la pintura gallega y española contemporánea. Creador pujante y salpicado de imaginación, el arte gallego, tan rico y diverso de tendencias, tiene un gran exponente en la trayectoria de este maestro pontevedrés del realismo, cuya originalidad estriba en la perfecta conjugación de lo real y lo onírico. Sus múltiples y numerosas exposiciones a lo largo y ancho de toda la geografía española, así como en el extranjero, y la presencia de su obra en más de cien museos, avalan el prestigio de este artista gallego, cuya obra despierta un gran interés en la escena artística contemporánea.
Juan Antonio Sánchez García
(General – director del Museo del Ejército - Madrid). Existen en el
Museo pinturas y esculturas de artistas de renombre, especialmente de los
siglos XIX y XX. Entre los últimos, figura la personalidad de Diego de
Giráldez, pintor representado en un buen número de Museos Militares (Madrid,
Burgos, Barcelona, Toledo...). En particular, para el Museo del Ejército pintó,
en 1996, la imagen de un “soldado de vigilancia”, un busto de espaldas, un
soldado del siglos XX, de una época que se supone de paz, soldado anónimo, al
que en un momento determinado se pone un nombre particular. El retrato de todos
y cada uno de los que han participado en el Golfo, en Bosnia o han estado
destinados en un Regimiento cualquiera. Esta obra, producto del trabajo de un
buen pintor, delata en su sencillez y pulcritud de factura, no solo la mano de
un artista de espíritu elevado, sino también la representación de la defensa
por una Patria, el amor por sus tradiciones, y en suma, la búsqueda de la paz y
la libertad, que tanto anhelamos y por las que seguimos luchando.
José Manuel Hidalgo Cuñarro (Director del Museo Municipal Quiñones de León – Vigo). Cuando hablamos de Giráldez tratamos de un artista que se remite únicamente a su psique, un artista que supera lo real alcanzando lo metafísico, con un mundo íntimo extremadamente rico. La obra de Diego Giráldez no tiene parangón. A lo largo de su vida se ha preocupado por la búsqueda de una personal estética que lo hace inconfundible.
Mª Luisa Ilarri Junquera (Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela y Doctorada en Crítica Textual por la Universidad Autónoma de Barcelona). La opción expresiva de Diego de Giráldez es la pintura figurativa, construida con un lenguaje original, de factura lisa y dibujo preciso, que estimula las vivencias de la realidad esencial y la reflexión sobre el misterio y los grandes temas de la existencia humana. Imbuido de una sensibilidad mística y franciscana, se preocupa por el hombre y su relación con el entorno, la naturaleza, los animales, las cosas. Crea un ámbito que se mueve entre lo físico, lo espiritual, lo real y lo onírico, con un acento evidente de nostalgias, temores y una poética onírica.
José Manuel Hidalgo Cuñarro (Director del Museo Municipal Quiñones de León – Vigo). Cuando hablamos de Giráldez tratamos de un artista que se remite únicamente a su psique, un artista que supera lo real alcanzando lo metafísico, con un mundo íntimo extremadamente rico. La obra de Diego Giráldez no tiene parangón. A lo largo de su vida se ha preocupado por la búsqueda de una personal estética que lo hace inconfundible.
Mª Luisa Ilarri Junquera (Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela y Doctorada en Crítica Textual por la Universidad Autónoma de Barcelona). La opción expresiva de Diego de Giráldez es la pintura figurativa, construida con un lenguaje original, de factura lisa y dibujo preciso, que estimula las vivencias de la realidad esencial y la reflexión sobre el misterio y los grandes temas de la existencia humana. Imbuido de una sensibilidad mística y franciscana, se preocupa por el hombre y su relación con el entorno, la naturaleza, los animales, las cosas. Crea un ámbito que se mueve entre lo físico, lo espiritual, lo real y lo onírico, con un acento evidente de nostalgias, temores y una poética onírica.
Francisco Fernández de Riego:
“é o resultado, nun principio, dalgúns cambios que en común posúen esa
indagación interior a través da perfección técnica. A súa vontade de estilo
como pai do Realismo NAS apóiase nos dous alicerces, social e estético,
imprescindibles nunha arte comprometida co espazo/tempo que ao artista tocoulle
vivir en Galicia e España en particular e en distintos movementos artísticos no
mundo en xeral; coas súas xentes, os seus problemas, o seu pasado histórico e
cultural. Unha conxunción artística que lle aproxima e relaciona dalgunha
maneira, desde o pictórico, a ese realismo social-galego concibido a tempo
polos narradores galegos que eloxiaron a súa arte: Álvaro Cunqueiro, Antón
Fraguas, Carlos Casares, Filgueira Valverde, García-Sabell, ...”
Camilo José Cela (Escritor.
Premio Nobel): “Gallego universal … Diego de Giráldez pinta labradores
curtidos por el sol, ovejas y corderos que atienden a pastores que vociferan, a
gallinas y gallos que se expresan a través de la profunda mirada. Diego de
Giráldez, artista constante y consecuente, se expresa como español y, al
hacerlo así, como ese gallego que lleva dentro, como hombre de las montañas
–leal consigo mismo y con su infancia-, donde nació, y dentro de ese estilo
propio, su invento, el realismo NAS. Pinta con carboncillo, pastel, óleo o
acuarela, con pincel o con los mismos dedos, aquello que visto con los ojos y
transformado por la mente de su realidad -realidad que vive fuera de la
percepción sensorial- lo convierte en un realismo que se adivina, en un
surrealismo aparente, al mismo tiempo que inquietante y misterioso. Porque
Diego de Giráldez, como hemos podido ver en su prolífera obra, con su realismo
NAS, supera lo natural pero no lo deshecha, lo abstracto y el mismo surrealismo
para refundirlo todo en la culminación de su obra.
Este gallego universal es un
hombre sencillo que cuenta, con sus manos y pinceles, sobre inquietantes
lienzos, en su mundo artístico, las cosas como las ve él, el mundo que pasa
ante sus ojos para ser taladrado, escrutado y adivinado, con un estilo propio, que no se pudo encasillar. Nuestro pintor ha
sabido, lo repito una vez más, crear un estilo propio, no ciñéndose a caer en
los modismos abundantes en el mundo artístico actual, en esa negra y
artificiosa sima del lugar común”.
Enrique Gómez (crítico de arte).
Este hombre del Norte, de la montaña, conoce el gusto de la felicidad y el de
las lágrimas, conoce el clima que es a la par un tónico y un sedante, conoce
también su naturaleza tan dura para el cuerpo como apetecible para el ánimo,
conoce sus historias, conoce sus gentes,.... En algunos de sus cuadros se ven
las íntimas necesidades humanas, buscadas desde las honduras de su alma, no
desde el corazón que es inartístico, desde el arte que es la mejor técnica para
llegar al alma. Este, traspasa valientemente la realidad, la vence con
realidades, sin competir con la naturaleza, puesto que él mismo es naturaleza,
pero la violenta con surrealidades y la acompaña con un aire de misterio, de
abstracción, cósmico, metafísico corpóreo, poético, donde se “ve el silencio” y
confunde al contemplador de lo aparente.
Enrique Gómez, (en conversación
con Santiago Amón, sobre los museos): “Me decía Santiago Amón cuando, al
visitar a su hijo jugador de baloncesto, compartió conmigo, en Santiago, un
agradable “xantar” en el que tocamos el tema de los museos: “¿Museo Español de
Arte Contemporáneo? No. Museo de arte contemporáneo español, en el mejor de los
casos. ¿Cómo habrán de responder a semejante advocación unas salas en las que
no hay el menor atisbo de la estética foránea? Lo de contemporáneo es válido,
por otra parte, si lo referimos literalmente a unos hombres que desplegaron su
actividad desde comienzos de siglo, aunque no pocos de ellos lo hicieran a
contrapelo de la vanguardia y de la misma evolución histórica.
¿Qué falta en este museo que se
auto titula Contemporáneo? Faltan, precisamente, los maestros extranjeros de la
modernidad y otros cuantos nacidos por estas latitudes (Juan Gris, Palazuelo,
Antonio López García, Diego de Giráldez..., algo más y mejor de Julio González,
Gargallo, Picasso, Miró, Tapies, Chillida...). ¿Qué sobra? Sobran todos
aquellos sedicentes artistas que, nacidos, crecidos o fallecidos en lo que va
de siglo, no se enteraron en absoluto "de qué iba el siglo". Queda,
por último, un tanto al descubierto el "boom" del moderno arte
español. Razones de cantidad y calidad, peregrinos criterios de selección,
exposición, y nomenclatura... y (¿por qué no decirlo?) la objetiva mediocridad
de no pocos de los productos allí exhibidos hacen que el espectador
(especialmente si es extranjero o simplemente habituado a otros museos de
condición verazmente contemporánea) se vea en un mar de confusiones o se limite
a preguntar: ¿dónde está ese gran arte que, según opinión muy divulgada, se
produjo en la España de estos últimos cuarenta años?”
Si hablamos de Diego de Giráldez,
y aunque no sea un surrealista al estilo puro puesto que su pintura la podemos
denominar NAS, recordemos, en palabras del malogrado Santiago Amón, que el
Surrealismo "ideó un deleitable juego sustentado en la simultaneidad
contradictoria de los accidentes y presidido por el intento de provocar una
sorpresa en el ánimo del contemplador. En la estampa surrealista los objetos se
transmutan en su relación espacio-tiempo (por su disposición en el lugar no
acostumbrado o en virtud del anacronismo), procurando al espectador una vaga
sensación de misterio, una suerte de espejismo o sobresalto, incrementado por
el arbitrio de las proporciones, la ilusión de una perspectiva inacabable, el
artificio caprichoso de la luz y la sombra ..., misterio, espejismo y
sobresalto que la serena contemplación no tarda en descifrar y poner al
descubierto”.
También la mujer, como pilar de
la vida, es una de las obsesiones en su obra pictórica figurando en muchos de sus
cuadros; yo diría que habita en su pintura. Diego de Giráldez eleva a la mujer
a elemento fundamental de muchas de sus obras donde la sorprende en actitudes
cotidianas, la mayor parte de las veces, y otras llenas de intimidad:
vistiéndose, leyendo, solitarias o callándose sus confidencias, pero siempre
exaltándolas, dotándolas de magnificencias o con exquisitos idealismos
hogareños o campesinos que forman parte de su poesía onírica. Como dice mi
padre: “donde se respira el silencio y el
don de la ternura”.
Su obra responde a uno de los más
exquisitos credos estéticos de nuestra época. Obra enérgica, profunda; con
vigorosa visión realista y gran penetración psicológica, que el conocimiento de
la anatomía y la pintura de retratos le ha enseñado. Por el estilo propio, por
el NAS, y la distinción, ese aristocrático buen gusto y esa magnificencia
cromática de sus pinturas, es por lo que Diego de Giráldez está considerado
como uno de los más grandes pintores mundiales de nuestro tiempo.
Realizó numerosas exposiciones
individuales, antológicas y colectivas, tanto en España como en la mayor parte del mundo (Portugal, Italia,
Bélgica, Francia, Suiza, Inglaterra... eso en Europa. También en el resto de
continentes: Asia, África, América…), y su obra, a parte de figurar en más de
140 Museos importantes de los dichos continentes, que para orgullo de Galicia
está expuesta permanentemente como importante legado plástico de la historia
reciente del pueblo gallego, y de un nuevo estilo pictórico dentro del
realismo, y numerosísimas exposiciones privadas, ha sido estudiada exhaustivamente por
numerosos y prestigiosos eruditos y críticos de arte ( Santiago Amón, Ramón
Faraldo, Antón Castro, Francisco de Pablos, Armesto Faginas, Costa
Clavell,Soletura, Sánchez Bargiela, Criville i Estraqui, Elorrieta, Panizo del
Val, Rubio Moblot; García – Diego Pérez; Enrique Gómez; Sánchez García,
Cuñarro, Mª Luisa Ilarri, Amiguetti Sánchez, Verdera Franco, Almodóvar Azorín,
Fernando Franco, Berlanga, Osuna Ruíz, Gómez Vinardell, González Ortiz, Gavira,
Pérez Calero, Sánchez Ruyz, ..., y otros tantos de distintos países sobre todo
americanos) coincidiendo en la excelente calidad y en la fuerza y originalidad
del fondo/forma de la obra en su conjunto.
José Amiguetti Sánchez (Coronel -
Director del Museo de la Guardia Civil). Sus trabajos ofrecen una clara
visión de un mundo natural y escénico, donde predominan las formas vivas, a
modo de bodegones, y de las alegóricas representaciones un tanto místicas, un
tanto grotescas, de seres vivos y naturaleza muerta, flotando en ese ambiente
cálido y abstracto a la vez.
Leoncio Verdera Franco (Coronel - Director del Museo Militar Regional de A Coruña, Doctor en Historia). Las obras de Diego de Giráldez producen unas sensaciones que, sobrepasando lo pictórico, despiertan nuestro inconsciente y hacen que no nos podamos desprender finalmente de la imagen contemplada; son obras que siempre atraen aunque sin duda desconciertan. Su pintura, naturalista con tintes surrealistas y oníricos, se ofrece como única e irrepetible y siempre reconocible por las sensaciones impactantes que se transmiten desde sus cuadros.
Fernando Franco (Periodista). Cuando entras en su casa de invitado y todo allí parece pretérito, desde la báscula romana hasta el dosel de su cama, desde la cómoda con un siglo de vida y de caoba al tocadiscos Dual de aquellos 60 en que era adolescente. Y luego están sus coches sacados del pasado, comprador de viejas glorias ajeno a las últimas marcas y modelos del mercado. Diego de Giráldez es un hombre tranquilo y paseante, encastrado en el pueblo y nada amigo de pompas y boatos. Tranquilo pero no callado, ni inactivo ni atado porque parece haber hecho de la España toda su morada cargando con su obra, de museo en museo, de galería en galería como en un frenético “tour” de músicos rockeros. Nadie sabe cómo hace pero a veces parece imitar a Dios, presente en todas partes.
Antonio Almodóvar Azorín (Coronel - Museo del Aire Madrid). El museo del aire tiene en su colección una obra del conocido pintor Diego de Giráldez, de tema aeronáutico. Ahora bien, el aeroplano que representa no se corresponde con ninguno real de la historia de la aviación. Es una pintura de aviones en la que deja una interpretación y mensaje descifrados de manera distinta por críticos y admiradores. Pudimos admirar y observar detenidamente este cuadro en la nueva zona noble de la Sala de Conferencias, Biblioteca, Sala de Juntas y Despacho del Director, en donde se decidió su ubicación, camino recorrido por las visitas más importantes del Museo, cuando firman el libro de honor del mismo. Quizás se hayan visto sorprendidos por este extraño avión que parece volar y también estar parado, suspendido en un halo de misterio y dirigido hacia un fantasmal y desconocido infinito, que emociona y al mismo tiempo sobrecoge.
Manuel Osuna Ruíz (Director del Museo de Huelva). Hace años, cuando dirigía el Museo de Cuenca, entre en contacto con este pintor que terminó teniendo presencia fija con una de sus obras en el Museo. La obra es de primerisima calidad. Sus creaciones pueden ser admiradas en muchos museos como puede verse en su curriculum, y en estos momentos, también en un museo monográfico dedicado a su obra. Diego de Giráldez, como Saura y Palencia, al menos para un Museólogo, son un ejemplo a seguir.
Joan Gómez Vinardell (Director del Museu d’Estampació de Premià).La obra de Diego de Giráldez. Un cuadro, en el fondo jugando con el claroscuro había una pluma de ave, acerqué mi vista y descubrí que no era real. Un dibujo, una pintura, un holograma, un efecto óptico... surgía del negro hacia la luz, una pluma de ave - ella era un mensaje- una llave que estaba abriendo una puerta y el paso al conocimiento de un pintor: Diego. Una obra que gira alrededor de la luz, una luz que circula del negro hacia el blanco, una luz profunda de tierra gallega, luz que me recuerda a Rosalía; “negra sombra que me asombra”.
José González Ortiz (Escritor, Crítico de arte, miembro de la AECA y AICA y Director del Museo Municipal Elisa Cendrero de Ciudad Real). LOS GALLOS MÍSTICOS DE LA NOCHE Surge un gallo entre el viento, y Diego de Giráldez lo atrapa con su pincel. Con él, crea un espacio plástico, un poema lírico, donde levitan las burbujas y se corporean los espíritus de las cosas que antes se desvanecían en la intermitencias de su memoria. El gallo invita a otros gallos, a las mazorcas de maíz, a los peces, a un perro, un Cristo..., para que todos conformen y generen un cosmos dentro del lienzo. ¡Quizás un cuento! en el que Diego narra su historia, el sueño que palpita nervioso en las puntas de sus dedos. Diego materializa en el aire los gallos que le arrullan en sus noches, a las palomas que se embriagan con el arco iris, a los seres queridos que pueblan los latidos de su corazón. La magia de sus pinturas siembran de sugerencias el paso breve de la vida, y adornan de colores e imágenes, el análisis, a veces frío y seco de la razón. (A la obra pictórica de Diego de Giráldez).
Gavira (Director del Museo Militar Regional de Sevilla). La obra pictórica de Diego de Giráldez, siendo figurativa, no deja de tener un estilo costumbrista en el que el autor da pinceladas surrealistas. Es por lo tanto, difícil encuadrarlo en un estilo concreto, aunque no imposible. Es cierto, que todo el que contempla su obra queda “enganchado” e impresionado por su realismo y veracidad. Trata de que haya una conexión entre la naturaleza y la humanidad. Resumiendo: es un artista completo, tanto en colorido, como en estructura de trazos y composición.
Gerardo Pérez Calero (Profesor Titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y Académico de la Real de Bellas Artes). La pintura de Giráldez está concebida como una pura y desinteresada investigación, semejante a un científico o a un filósofo, como búsqueda de una verdad que no podía ser resuelta más que con esa meditación laboriosa en el terreno de la verdad que es para él pintar. Esta investigación es la clave de la esencia pictórica de éste maestro pontevedrés. Investigación física y de pensamiento, que gusta expresar el mundo real y el aparente. Giráldez es esencialmente hispánico, o ibérico, en la sencillez, el mutimo, el ascetismo e incluso el misticismo de muchas representaciones. Así veo, a Diego de Giráldez. Un místico y un ascético de este final de siglo que nos ha visto nacer. Atento a su entorno y fiel a sus profundas vivencias, las que esperamos se alarguen en el tiempo para goce de los que nos emocionamos con las creaciones magistrales de los artistas.
José Fernando Sánchez Ruyz (Escritor, Poeta y Director del Museo Alcázar de Ciudad Real). En Alcázar de San Juan, en la primavera de 1995. tuve la ocasión de visitar una excelente exposición de las obras, de Diego de Giráldez, que aún hoy son recordadas con interés por los aficionados a las artes plásticas y los artistas de la zona. La relación del hombre con su entorno se convierte en un estandarte de la obra de Diego de Giráldez, no en el sentido al que estamos cotidianamente habituados, sino en una relación profunda donde aparecen con importancia paralela a la intervención de la humanidad en su entorno natural, en un concepto abstracto, de interrelación hombre-medio, donde le humano se mide ante el mundo reconociendo su incapacidad de mejorarlo, sobre este eje central la obra de Diego de Giráldez desarrolla su simbología y una estética personal que consiguen identificar a sus pinturas y darles marca de autor. Magia, respeto, emoción, ecología y armonía están presentes en la obra de Diego de Giráldez, el pintor que desde hace veinticinco años nos enseña que la belleza de las cosas también puede presentarse sobre fondos tenebristas. Porque la belleza de la pintura reside en un ápice de reflejo del propio conocimiento de la vida, que el espectador se encuentra en todas las pinturas de Diego de Giráldez.
Leoncio Verdera Franco (Coronel - Director del Museo Militar Regional de A Coruña, Doctor en Historia). Las obras de Diego de Giráldez producen unas sensaciones que, sobrepasando lo pictórico, despiertan nuestro inconsciente y hacen que no nos podamos desprender finalmente de la imagen contemplada; son obras que siempre atraen aunque sin duda desconciertan. Su pintura, naturalista con tintes surrealistas y oníricos, se ofrece como única e irrepetible y siempre reconocible por las sensaciones impactantes que se transmiten desde sus cuadros.
Fernando Franco (Periodista). Cuando entras en su casa de invitado y todo allí parece pretérito, desde la báscula romana hasta el dosel de su cama, desde la cómoda con un siglo de vida y de caoba al tocadiscos Dual de aquellos 60 en que era adolescente. Y luego están sus coches sacados del pasado, comprador de viejas glorias ajeno a las últimas marcas y modelos del mercado. Diego de Giráldez es un hombre tranquilo y paseante, encastrado en el pueblo y nada amigo de pompas y boatos. Tranquilo pero no callado, ni inactivo ni atado porque parece haber hecho de la España toda su morada cargando con su obra, de museo en museo, de galería en galería como en un frenético “tour” de músicos rockeros. Nadie sabe cómo hace pero a veces parece imitar a Dios, presente en todas partes.
Antonio Almodóvar Azorín (Coronel - Museo del Aire Madrid). El museo del aire tiene en su colección una obra del conocido pintor Diego de Giráldez, de tema aeronáutico. Ahora bien, el aeroplano que representa no se corresponde con ninguno real de la historia de la aviación. Es una pintura de aviones en la que deja una interpretación y mensaje descifrados de manera distinta por críticos y admiradores. Pudimos admirar y observar detenidamente este cuadro en la nueva zona noble de la Sala de Conferencias, Biblioteca, Sala de Juntas y Despacho del Director, en donde se decidió su ubicación, camino recorrido por las visitas más importantes del Museo, cuando firman el libro de honor del mismo. Quizás se hayan visto sorprendidos por este extraño avión que parece volar y también estar parado, suspendido en un halo de misterio y dirigido hacia un fantasmal y desconocido infinito, que emociona y al mismo tiempo sobrecoge.
Manuel Osuna Ruíz (Director del Museo de Huelva). Hace años, cuando dirigía el Museo de Cuenca, entre en contacto con este pintor que terminó teniendo presencia fija con una de sus obras en el Museo. La obra es de primerisima calidad. Sus creaciones pueden ser admiradas en muchos museos como puede verse en su curriculum, y en estos momentos, también en un museo monográfico dedicado a su obra. Diego de Giráldez, como Saura y Palencia, al menos para un Museólogo, son un ejemplo a seguir.
Joan Gómez Vinardell (Director del Museu d’Estampació de Premià).La obra de Diego de Giráldez. Un cuadro, en el fondo jugando con el claroscuro había una pluma de ave, acerqué mi vista y descubrí que no era real. Un dibujo, una pintura, un holograma, un efecto óptico... surgía del negro hacia la luz, una pluma de ave - ella era un mensaje- una llave que estaba abriendo una puerta y el paso al conocimiento de un pintor: Diego. Una obra que gira alrededor de la luz, una luz que circula del negro hacia el blanco, una luz profunda de tierra gallega, luz que me recuerda a Rosalía; “negra sombra que me asombra”.
José González Ortiz (Escritor, Crítico de arte, miembro de la AECA y AICA y Director del Museo Municipal Elisa Cendrero de Ciudad Real). LOS GALLOS MÍSTICOS DE LA NOCHE Surge un gallo entre el viento, y Diego de Giráldez lo atrapa con su pincel. Con él, crea un espacio plástico, un poema lírico, donde levitan las burbujas y se corporean los espíritus de las cosas que antes se desvanecían en la intermitencias de su memoria. El gallo invita a otros gallos, a las mazorcas de maíz, a los peces, a un perro, un Cristo..., para que todos conformen y generen un cosmos dentro del lienzo. ¡Quizás un cuento! en el que Diego narra su historia, el sueño que palpita nervioso en las puntas de sus dedos. Diego materializa en el aire los gallos que le arrullan en sus noches, a las palomas que se embriagan con el arco iris, a los seres queridos que pueblan los latidos de su corazón. La magia de sus pinturas siembran de sugerencias el paso breve de la vida, y adornan de colores e imágenes, el análisis, a veces frío y seco de la razón. (A la obra pictórica de Diego de Giráldez).
Gavira (Director del Museo Militar Regional de Sevilla). La obra pictórica de Diego de Giráldez, siendo figurativa, no deja de tener un estilo costumbrista en el que el autor da pinceladas surrealistas. Es por lo tanto, difícil encuadrarlo en un estilo concreto, aunque no imposible. Es cierto, que todo el que contempla su obra queda “enganchado” e impresionado por su realismo y veracidad. Trata de que haya una conexión entre la naturaleza y la humanidad. Resumiendo: es un artista completo, tanto en colorido, como en estructura de trazos y composición.
Gerardo Pérez Calero (Profesor Titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y Académico de la Real de Bellas Artes). La pintura de Giráldez está concebida como una pura y desinteresada investigación, semejante a un científico o a un filósofo, como búsqueda de una verdad que no podía ser resuelta más que con esa meditación laboriosa en el terreno de la verdad que es para él pintar. Esta investigación es la clave de la esencia pictórica de éste maestro pontevedrés. Investigación física y de pensamiento, que gusta expresar el mundo real y el aparente. Giráldez es esencialmente hispánico, o ibérico, en la sencillez, el mutimo, el ascetismo e incluso el misticismo de muchas representaciones. Así veo, a Diego de Giráldez. Un místico y un ascético de este final de siglo que nos ha visto nacer. Atento a su entorno y fiel a sus profundas vivencias, las que esperamos se alarguen en el tiempo para goce de los que nos emocionamos con las creaciones magistrales de los artistas.
José Fernando Sánchez Ruyz (Escritor, Poeta y Director del Museo Alcázar de Ciudad Real). En Alcázar de San Juan, en la primavera de 1995. tuve la ocasión de visitar una excelente exposición de las obras, de Diego de Giráldez, que aún hoy son recordadas con interés por los aficionados a las artes plásticas y los artistas de la zona. La relación del hombre con su entorno se convierte en un estandarte de la obra de Diego de Giráldez, no en el sentido al que estamos cotidianamente habituados, sino en una relación profunda donde aparecen con importancia paralela a la intervención de la humanidad en su entorno natural, en un concepto abstracto, de interrelación hombre-medio, donde le humano se mide ante el mundo reconociendo su incapacidad de mejorarlo, sobre este eje central la obra de Diego de Giráldez desarrolla su simbología y una estética personal que consiguen identificar a sus pinturas y darles marca de autor. Magia, respeto, emoción, ecología y armonía están presentes en la obra de Diego de Giráldez, el pintor que desde hace veinticinco años nos enseña que la belleza de las cosas también puede presentarse sobre fondos tenebristas. Porque la belleza de la pintura reside en un ápice de reflejo del propio conocimiento de la vida, que el espectador se encuentra en todas las pinturas de Diego de Giráldez.
Breogán Gómez (Director del
Periódico EL FORO). Diego de Giráldez, cuando pequeño, mostraba sus
iniciales escarceos con carbones de la lareira de mi abuela –según me cuentan
mis padres- o con lápices sobre rústicos papeles, aprendiendo -por sí mismo-
esa primera disciplina del dibujo cuando a penas andaba, a la que se dedicó con
gran vocación y empeño hasta llegar a poseer, años más tarde, un dominio
perfecto en esa modalidad. Luego vino la pintura. Esa pintura que transcurre
del realismo poético y la última pintura social a la invención de su movimiento
NAS. Hoy está catalogado como el padre del nuevo realismo: Naturalismo,
Abstracción, Surrealismo, donde ha encontrado una formula feliz para
individualizarse en la que los motivos surrealistas, los motivos naturalistas y
los colores, sobre fondos negros abstractos penetrados por intensa luz con
predominio del rojo, grita alegremente una pintura viva, defuninada en
superposiciones de colores enteros, casi uniformemente ordenada en todas las
composiciones, armoniosas y pulcras. Creando una excelente obra artística, una
buena pintura que obra sobre el
espectador como mensajera de un abstracto y misterioso don de belleza. Así veo
su pintura, llena de sensibilidad y de escondida pericia.
En 1975 hace su primera
exposición en una sala de arte de Vigo, ciudad donde expondría ya regularmente,
haciendo escapadas por las distintas provincias gallegas, hasta su traslado a
Barcelona donde muy pronto reconocen su pintura los críticos y personajes del momento como: Dalí, Gala,….,
luego viene Madrid:Santiago Amón, Ramón Faraldo, …, y de allí a su maratón por
el mundo: Suiza, Francia, Italia (Roma, Florencia, …), el Vaticano,….,
realizando exposiciones, trabajando, curtiéndose, asimilando y estudiando la
pintura que en cada lugar se está realizando, sin perder su primario estilo ni
abdicar de sus convicciones, hasta encontrar ese último estilo propio que
diferencia su arte y que define su pintura actual. Luego llueven las propuestas
desde los distintos rincones del mundo y en España es seleccionado para la gran
exposición Maestros del Realismo Español; para representar a España en el
Bienal Internacional del Arte en Lisboa,…… y más recientemente fue elegido unos
de los 50 mejores artistas del mundo, intermedio es invitado a representar al
arte realista español contemporáneo en varios continentes.
Estoy de acuerdo con Santiago
Amón cuando dice: “Giráldez es el padre de un realismo diferente, es el pintor moderno más representativo, no
solo, de Galicia…. Diego de Giráldez es ya uno de los grandes del realismo español
contemporáneo... Realista exacerbado, donde encuentra la implicidad de su
poesía… En su obra se reencuentra con lo intrínseco, con las cosas mismas, y
las traslada a la faz incitante del lienzo con precisión lírica. Diego de
Giráldez, sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe
también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los
colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor
del arco-iris... Pintor sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo
realismo que denomina NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)...”
Pero también con Ramón Faraldo:
“Te confunde quien te llama realista, sino fueses más que eso yo estaría en
otra silla, ¿A quien te pareces tú, si eres el “padre” del Realismo NAS? A
nadie, que yo conciba. Tú te pareces a ti. ¿Y tú Cristo - Hombre? Insisto en
esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional
tradición de las crucifixiones. Esa cruz, que nadie se ocupó de ella. Tú nos
haces ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de
lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser cómplice
del deicidio. Y esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador
Dalí,... Si me preguntase ¿Qué cuadro debería incorporarse, ya, al Museo del
Prado? Seguramente me respondería que “El Cristo Hombre” de Diego de Giráldez…
En su obra se palpa la belleza y la armonía de un refinado intelectualismo”.
Nelly Pérez Giráldez (Redactora
jefe de EL FORO): Sin lugar a dudas, el artista gallego Diego de
Giráldez, inventor del Realismo NAS, ha adquirido una inmensa fama que hace
justicia a la impactante y original obra que ha desarrollado durante el poco
más de medio siglo de vida que ha transcurrido desde su nacimiento. Es el más
alto exponente de este nuevo arte realista, sus pinturas, esculturas y demás
manifestaciones artísticas sostienen su singular encanto. Hoy en día miles de
amantes del arte pueden disfrutar del genio de Diego de Giráldez gracias a los
más de 150 importantes museos que ponen su trabajo al alcance del gran público
en todo el mundo y en su Casa Museo en particular. Donde desde el concello de
esa atractiva Villa del Jamón los invitan a hacer un recorrido por el
apasionante mundo del arte a través de sus cuadros y esculturas que guarda este
peculiar Museo en la Plaza Mayor de la localidad de A Cañiza, ubicada a unos 50
km. de Vigo.
La Casa Museo Diego de Giráldez,
construida en lo que otrora fuera el viejo cuarte de la Guardia Civil del
pueblo, se encuentra en funcionamiento desde hace varios años y desde entonces
es, y quiere seguir siendo, el más completo testimonio del legado de este
grande de la historia del arte español contemporáneo. Recorriéndola, podemos
hacer un viaje por su trayectoria artística. Hay cuadros, dentro de su
colección particular, realizados con la edad de 6 años y de ahí en adelante.
Dentro de esta gran colección
cabe destacar la presencia de algunos de sus más logradas producciones, entre
los imprescindibles en una visita está El Cristo-Hombre. A esto debemos sumar
la posibilidad de ver allí mismo las obras de escultura que seleccionó para
formar parte de su museo que lo convierte en una visita más que interesante
para quienes estén de paseo por A Cañiza y para aquellos que se acerquen
expresamente para experimentar, apreciar o estudiar el mundo NAS que creó para
nosotros el genial artista, Diego de Giráldez.
Galicia Arte (Revista
especializada): Diego de Giráldez. Inconfundible la obra de este
pintor, hiperrealista y sin embargo con frecuencia onírico. Hijo de un marino,
vive su infancia en la villa natal, en un ámbito casi campesino. A los 8 años
su familia se traslada a Vigo y se instala en la calle Real, de peculiar
arquitectura decimonónica, entre la Colegiata neoclásica y el barrio marinero
del Berbés. Diego queda huérfano de padre un año antes, y ya se interesa por el
dibujo y la pintura. Su madre alienta esta vocación y lo lleva a Madrid para
que conozca el Museo del Prado nuevamente, puesto que ya lo había visitado
cuando vivía su progenitor. El niño devora libros de medicina, especialmente de
anatomía. Y trabaja con pasteles, deseando dominar la técnica, que llega a ser
en él pasión casi enfermiza.
Su primera exposición la realiza
en Vigo, en 1975, con éxito sorprendente. Salta a Cataluña y allí se confirma
su acogida. Repite incansablemente exposiciones en toda España, hasta el punto
de que no debe quedar ciudad o villa importante donde no haya mostrado su obra.
Viaja por Europa y pasa larguísimas jornadas en los museos. Llega a conocer a
fondo a Velázquez, Zurbarán, Goya. Su obra es seleccionada para la muestra
colectiva denominada «Maestros del realismo español de la vanguardia». Expone
en el extranjero, sorprendiendo siempre la peculiar actitud plástica que
adopta, con verismo impresionante en sus representaciones, en las que, sin
embargo, hay una fantasía evidente y un inquietante misterio implícito.
De Suiza a Portugal su obra gana
prestigio. La elogia el gran crítico, prematuramente muerto, Santiago Amón. La
adquieren museos de España y del extranjero. En cierto modo, es único,
irrepetible, su peculiar modo de utilizar el pastel mezclado con el óleo en
barra. Giráldez es un realista diferente. Cuando representa un objeto,
cualquier cachivache doméstico -un vaso, un huevo- su representación, como
acontecía con Zurbarán, lo separa del mundo común para mayusculizarlo y ser
únicamente él, El Huevo, El Vaso, el Excelentísimo Señor Huevo humilde y
magnificado.
Sus cuadros religiosos
representan un mundo diferente, táctil, obsesionante. Sus gallos muertos
parecen vivir en una imaginaria taxidermia. La deliberada desproporción entre
los objetos representados nos conduce a un surrealismo también peculiar. Desde
la máxima exactitud referencial, la pintura de Diego de Giráldez es
inquietante, capaz de conmover al espíritu menos sensible.
ANGEL ARNAIZ (Expesialista en Arte Contemporáneo): La realidad
de Diego de Giráldez, sin alejarse de la figuración, con un dominio admirable
de los volúmenes, del color y la composición, es mágica. Cautiva al espectador
con unas formas cargadas de simbolismo en las que los objetos cotidianos,
plantas, animales o figuras humanas nos trasladan a un mundo de enigmáticos
misterios que forman parte de nuestra realidad. Diego de
Giráldez bebe de las fuentes de
los ultraterreno y participa del encanto de la poesía sin perder el vigor que
confieren unas formas reales, casi vivas, tocadas por un halo mágico.
La mano de este pintor hace que
sus formas pictóricas cobren vida, como ocurre con la maleta del cuadro
"Miedo a la partida” en el que el espectador se siente tentado de cogerla,
pero un pájaro, símbolo de la espiritualización, parece vigilarla para impedir
que alguien se la lleve. En esta misma composición, de la rama de manzano que
reposa sobre la maleta con dos hermosos frutos, uno espera ver salir el gusano
de la manzana en cualquier momento.
La pintura de Diego de Giráldez,
desborda una potencia mágica, de sugerencia, que entra en las extrañas
concepciones de los mundos difícilmente comprendidos.
RAMÓN FARALDO.- Crítico de Arte y
Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte. Madrid: “DIEGO
DE GIRALDEZ: UN PINTOR INTELECTUAL”
Llueve, llueve sobre Finisterre.
Tampoco falta el verde venenoso del relámpago.
Pero es igual.
Aunque cierto arcángel sonase las
trompetas del juicio final, él seguirá ante su caballete impávido dando
nacecencia a una fe, a una metafísica o mitología celeste a veces, purgatorial
casi siempre.
Tus temas son el
apoyo
de una búsqueda
infinita,
de una pasión de
distancia
de misterio de
conquista.
También las aves se
apoyan
antes de iniciar sus
giras
de este mundo al de
los astros
de esta orilla a la
otra orilla
de nuestros breves
islotes
a las más lejanas
islas.
Llueve, llueve sobre
Finisterre.
Violentamente,
ferozmente
y mi casa se
incendia,
y tú sigues, aunque revienten cielos y
tierras.
Porque para ti
El mundo duerme. Tu
pintas
a golpe de sombra y
nieve,
de cerezas y de
espinas,
de clavos, cuerdas,
maderas
de tu sangre y tus
caricias
esas cruces como
espadas.
No sólo del que
sufría:
la de tantos
victimados,
por el siglo de
Hiro-Shima.
Pero ¿de donde, cómo, de qué
entrañas misteriosas surges tú? Étnicamente, menudo, con tus delicadas manos,
tu perfil entre druida y hebraico, tu incesante movilidad-Santander, Soria,
Barcelona, Lugo, París, Lisboa. Geográficamente de La Cañiza, esa especie de
cráter gigantesco, lugar de leñadores, madereros, pastores, con sus piedras
violetas, su fronda en cuyos nocturnos nevados o estivales, parecen escucharse
aún las voces de Curros Enriquez, Juan Guillade y Macías el Enamorado, si en
aquellas laderas perfumadas de arándanos de fresa, de malvarrosa, todo vegetal,
mineral y humano, parece trepar hacia la altura, no puede originarse,
empujarse, izarse tu ansia de vuelo, de soledad, de ver este purgatorio este
infierno de vida en el que existimos los que no nos llamamos Diego de Giráldez,
ni nacimos, como tu, al Este de Edén.
(Sigue lloviendo y el viento nos
amenaza con su aullido y su imprecación insultante)
Después de todo:
"Creer o creer
no importa".
También el arte
agoniza
y renace, cada
aurora,
de entre sus propias
cenizas.
Y tus frutos, que
semejan
estatuas de las
semillas,
alentados monumentos
de cosechas y
vendimias,
no sepulcros, no
requiens,
himnos de vida.
Porque el peligro,
pintor
no se llama olvido,
no
se llama melancolía.
Tú los sabes bien,
Giráldez,
no es preciso que lo
diga.
¡Si hasta tus dulces
abuelas
parecen trozos de
encima
y se hacen llamar de
ti
cómo personas
queridas!
y así tantísimas
cosas
de desván o
buhardilla,
dolientemente
olvidadas
dolientemente
marchitas
" que tu amor
rejuvenece, resucita,
desde las piedras
desnudas
a nuestras manos
vacías".
Dime quién eres,
Giráldez.
No cabizbajo, ni de
rodillas
sino de pie y sin
rubor
honrando tu dinastía,
tu linaje, y esos
montes
soberbios de tu
Cañiza.
¿De dónde llegas
pintor?
Hay, antes de ésta,
otra vida,
¿qué fuiste en
aquella?, Amigo.
¿Legionario o
alquimista?
¿Hombre de ciencia o
espada,
buscador de
maravillas
de filtros o de
tesoros.
Por ciertas tierras
perdidas?
¿Hechicero de una
tribu
allá en las lejanas
Indias,
o quizá gran
oficiante
de algún enclave
celtíbero,
antaño nido de
águilas,
hoy sólo nido de
mirlos.
Diego de Giráldez, deja que el
tiempo duerma, porque el arte no duerme jamás.
Tus bodegones. Mimbres, espigas,
hortalizas. Aquel inolvidable serafín del corral, que vi en tu exposición de
antaño, pero que no he olvidado. No lo que ve cualquiera sino lo que ves tú
solo. Aquella mesa hipnótica. Tu horticultura, y ese plano nocturno que los
envuelve, no es una tiniebla, es una aurora de tu invención exclusivamente
tuya, en la que seguirán perfumando, eternamente verdes.
¿Y los retratos? ¿De que? No son
tales retratos, son historias, figuras fisinomizadas, crónicas con pómulos y
con ojos de viejos Druidas, que en tus obras, parecen saber más de nosotros que
nosotros de ellos.
No hablan, luego no pueden
insultar. No se mueven, luego no pueden lastimar. Ahí están enseñándonos lo que
es saber callar.
El misterio crece, y se agiganta.
Inútil preguntar. No hablas de nadie que pudo enseñarte algo, pues todo lo que
te enseñaron sólo te sirvió para olvidarlo.
¿Y aquel Cristo hombre? ¿Quién
es? ¿Aquel que murió junto al Eufrates, o una víctimade Dachan o de Argeles
como Antonio Machado, de los gases nazis o de las checas siberianas? ¿El
símbolo de todo? El yo acuso o quizás el yo perdono de tanta maldad disfrazada
de criatura. Para cualquiera, esa y otras plastificaciones más recientes como
"Reflexión a la vida " que a mi me hacen oír aquellas coplas de
comendador " recuerde el alma dormida, olvide el sexo y despierte,
contemplando como se pasa la vida ". "El pavor de partir ",
sobre el dramático éxodo de ultramar de tantos hermanos que una vez bajo la
estrella austral sufren de la partida. ¿Y por qué no ha de ser así? Y tantas,
tantas preguntas, cuya respuesta es siempre clara y esperanzadora.
Te confunde, amigo
mío,
quien te llama
realista
si no fueses más que
eso
yo estaría en otra
silla.
¿Qué viene hacer aquí
Balthus,
Woringer y otros
escribas?
¿A quién te pareces
tú?
A nadie, que yo
conciba.
Tú te pareces a ti.
La libertad es tu
insignia.
Si te dicen bodegón
tú podrás decir
mentira.
"Tu bodegón es
la piel,
tu alma, filosofía,
sobre un cierto
infinito,
una magnitud estelar;
aquel "Futuro
Vigor "
aquellas locas
floridas
que vislumbró aquel
poeta
ave del norte perdida
que viajó hasta el
infierno
y nos trajo su
misiva.
Si te dicen que
retrato,
tu eres más que
retratista
tu investigas en tu
rostro
aquello que comunica
una frente con su
estrella
unos ojos con su
prisma
de eternidad, de
destino
de infierno o de
eucaristía.
Tu buscas en lo que
muere,
el aura, la siempre
viva
que detrás de cada
ser
le dá derecho a ser
algo,
algo más que ceniza.
Y los paisajes igual.
Tu serena ortografía
los convierte en
testamento,
en cosa jamás
marchita,
que ni el fuego, ni
la chispa
del rayo, ni la
desidia
de pastores pisteros
podrán destruir
jamás,
como asunto que se
olvida.
¿Me engaño Diego de
Giráldez?
¿No es esto lo que te
intriga?
Un poco más, y
termino
esta larga pesquisa.
Quizás el cuerpo del
silencio
y su larga teoría
de lugares y de razas
de siervos, de
jerarquías,
te hacen soñar, cada
aurora
en trazar su estatua
viva
su pintada
radiografía
pues no es igual
sobre el mar
que sobre un ramo de
lilas.
¿Y el plumaje de la
noche
sus bellas
hidrografías,
sus mil rostros
inmutables,
no provocan tu osadía
tu insomnio, tu
soledad
tu juvenil bigarría?
(Sigue lloviendo,
noticia aparte.
Y no hacía arriba,
como dijo Vallejo
A propósito de su
Lima, sino hacia abajo,.
Calando la tierra con
tus
Pinceles sobre el más
acá y el más allá)
Y ahora suena el
momento de eso
que le llaman
crítica.
Dice Santiago Amón,
"Diego de
Giráldez sabe que el arte es
absolutamente
inseparable del oficio.
Sabe también que el
blanco más blanco
nace de la explosión
comunitaria de todos
los colores y que el
negro más negro
surge cuando la noche
se apodera del fulgor
del arcoiris. Lo
demás es cosa que depende
de la forja diaria de
su mano sobre la faz incitante
del lienzo". Lo
dijo Santiago Amón nuestro
desventurado amigo.
"Ni aquel
realismo existencial de la América
de Ginsberg, ni el
más atemperado del pintor
galo Bathtus".
Habló Castro Fernández.
Francisco de Pablos
habla de Berrugete,
Bermejo, Jaime
Theguet, etc.,etc.
Ruego perdón a mis
distinguidos colegas.
Pero ¿qué tiene que
ver
"Tu gallinero:
suerte de ascensión al limbo
de los justos, que
tiene tanto de cuadro
como de
"Bienaventuranza" (bienaventurados
los pobres de
espíritu porque de ellos es el
reino de los justos)
y ese mastín que observa
la naturaleza, con
más penetración y respeto
que muchos
mortales".
¿Y tu Cristo-Hombre? Insisto en
esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional
tradición de las crucifixiones. Esa Cruz, nadie se ocupó de ella. Tú nos haces
ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de
lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser, cómplice
del deicidio. Y esto no lo vió nadie. Ni Valdés Leal, ni Gruneald, ni Salvador
Dalí
Tu lo has visto Diego. La aldea,
el largo invierno, la hermandad con pastores y leñadores, el respeto a la
materia bondadosa que nos dá techo y calor. Todos los árboles de la tierra
deberían, tendrían que rendirte homenaje, por haber proclamado la eterna
amnistía. Honra y gloria de lo que nace inocente y muere inocentemente de
nuestro servicio.
Regreso a tu obra reciente "
Equilibrio de fuerza ", " Antes de la última cena ", " Conexión
humana en relación con la naturaleza ", mejor entre carne y santidad. Y
así tu vasta obra que se prolonga sin cesar proporcionándonos todos los caso,
nexos de materia y animidad, entre ser y no ser, entre lo que sucumbe y lo que
perdura, entre la llama y la ceniza, entre la condición humana y angélica,
entre el rayo y la sombra entre Diego de La Cañiza y Diego del mundo, entre
Diego inextinguible y Diego más que mortal.
Inicialmente, podría os hablar de
eso que llaman materia, textura, es decir, eso que para muchos hace el cuadro
¿Cual es la tuya? ¿Cuál la misteriosa sustancia, membrana, pavón, cobertura que
da corporidad a tus invenciones?.
Se asegura que si el cuadro es el
espejo, la materia es su azogue. ¿Qué clase de azogue, de colorante mercurial o
vegetal, da cuerpo a tus vuelos entre tierras, criaturas humanas o celestes,
tus pompas y vanidades, tus símbolos que, como la muchedumbre vegetal y auroral
de tu Cañiza parece levitar, incorporarse y colar?
Parece más fluido que química.
Más impresión por rayos ultravioletas que por tactos humanos. Tus sombras son
transparencias de vitral. Tus luces, filtraciones lunares, porque curiosamente,
el astro solar no existe para ti. Diríase que tus jornadas comienzan con el
crepúsculo, y trabajan con la luna llena, y que se extinguen definitivamente
con el alba.
Lo que sí me consta es que cada
roce, toque, pulsación o caricia arcoirisada es un negro, que es más bien el
fuego fatuo de ese color, de cada blanco, que es más bien el aliento de la
nieve, de cada verde o carmín que es su propio numen, el sello de la
perpetuidad.
Tus hechos plásticos, Diego de
Giráldez, empezando por tu nombre extremadamente plástico, e inolvidable, tus
estandartes pasiones, inhalan algo perpetuo, no es de ayer ni de hoy sino de
siempre, no sólo por su leyenda e intención, sino también por su cuerpo
plástico, por su acerada condición, porque son como son y no pueden ser de otra
manera.
Inquiriendo una fraternidad
plástica, uno no se detendría ante ningún contemporáneo. Iría más allá: tomaría
el camino de Santiago, y quizá en ciertos cruces de sendero podría hallar,
tallado en el granito violeta que los eterniza, ciertos cruceros que la piedad
anónima y perpetúa de nuestros mayores hizo enclavar allí para alivio de
caminantes y guía de nazarenos piadosos.
En suma Diego de Giráldez, pintor
imaginario, anatomista, solidario porque sí, y porque no, iluminado o regado
por ángel o duende paisano, en su misterioso productor, cuya procedencia nos
consta, cuyo caminar siempre radiante, capaz de darnos felicidad y ensueño,
estigmas hallados en los hemisferios astrales y en los terrenales, de hacernos
mejores, de dejarnos pensativos, de hacernos cantar y de hacernos sollozar,
inagotable, distinto, múltiple, pero siempre con un tatuaje que no puede proceder
más que de tus manos.
Particularmente, digo y repito,
en este caso, más que de aprendizaje didáctico, de atavismo rupestre.
El como los misteriosos
dibujantes del bisonte cerúleo y bermellón de Altamira, se hizo sólo, se talló
el alma con una cruz, una esfera, una gubia, un lápiz, una antorcha, el filo de
un pincel que a veces se hace filo de navaja, a veces acaricia, a veces
antorcha, a veces martillo, a veces capricho amoroso, a veces llanto, a veces
nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar.
Los artistas, como los dioses del
Olimpo, pueden inmortalizar desde un Goliat a una mariposa, desde un racimo de
uvas a un guerrero termópilo. Misterios del misterio, amigos míos.
Datos cívicos: nace en La Cañiza
(Pontevedra), en una primavera. Vive en Vigo en el Casco Viejo. Su padre,
Antonio, marino. Luz su madre. Es el tercero de cuatro hermanos. Marino el
padre y Luz la madre, quizás pudieron iniciarle: aquel a navegar, ella a
iluminar argonautas y caminantes más o menos extraviados en la inmensidad".
Ramón Faraldo en " Recuerdos
"
"... recuerdo una noche de
verano, no sé si de plenilunio, o noche de primavera tardía o de otoño
naciente, sentados en una mesa de mármol en La Cañiza, en compañía del colega,
y, sin embargo, amigo, Tito Gómez. En esto, una sonrisa y unos ojos brillantes se
apoyaron sobre mi rostro, y te tuve ante mí. Me hablaste con la sencillez y
sabiduría que te caracteriza, con esa falta de presunción y, en todo caso,
concluiste que tu obra y la de cualquier artista no es cuestión simplemente de
oratoria, de verbo, es más, si cabe de biología de la propia obra, que sepa
defenderse por sí misma. Noche, febril que más bien parece incendio que noche,
te ha traído a ti, amigo mío. cargado de sensaciones, de cosas de mi interés, y
del interés ajeno, pero para satisfacerlo se necesita la escritura, la palabra,
el verbo. Eso traías en tú sonrisa, en el brillo emergente de tus ojos, en tu
serenidad, se lo que quieres decir, pero hoy vamos hablar en el verbo
fundamental para transmitir a la continuidad de la especie. Perdóname, Diego, y
cuando lleguemos al "más allá", considera si lo que alcancé a
penetrar en el complejo persona-obra, que lleva tu firma, compensa el que no
profundice en tu tesis, de esta noche, que entiendo. ¿Recuerdas cuando nos
vimos por primera vez en aquella galería de Madrid?. Tu catálogo: Diego estudió
pintura y escultura... "Te pregunté ¿Pintor o escultor? Fue aquella la
primera gran realización de tu mano que conocí. Me di cuenta, de gallego a
gallego de escritor a plástico, que por merecimientos que todavía desconocía,
estaba en tu enigmática exposición, incógnita exposición madrileña, también me
di cuenta de que, quienes te seleccionaron, habían encontrado un nombre que
añadir a la plástica española. Me di cuenta que estaba ante una obra intemporal
e internacional de sorprendente acabado...".
FRANCISCO DE PABLOS. Crítico de Arte y Miembro
de la Real Academia de Bellas Artes (Galicia).
Galicia ha sido tardíamente cuna
de pintores. Los antecedentes de Vilar de Donas, o la obra del pintor de Banga,
apenas constituyen referencia notable si la comparamos con otras regiones de
España, como Castilla, Cataluña, Valencia e incluso Andalucía o Extremadura, en
las que escuelas y nombres notables a partir del siglo XIV, con esas figuras
excepcionales que son Fernando Gallegos, Pedro Berruguete, Bartolomé Bermejo,
Jaime Huguet, etc.
Hemos de esperar al siglo XVII
para que surja el talento de Antonio Puga, un orensano rigurosamente
contemporáneo de Velázquez, y cuya obra, hoy mundialmente apreciada, se creyó
durante mucho tiempo perteneciente a las primeras épocas del genio sevillano.
A finales de la pasada centuria
aparecen en Galicia varios artistas notables, con el antecedente extraordinario
del ferrolano Jenaro Villamil. Y es ya a comienzos de este siglo cuando nuestra
pintura empieza a consolidarse, puesto que en sus iniciales fechas nacen
pintores preocupados por dar una visión plástica de la realidad gallega.
El período de anteguerra afirma
ya algunas figuras, que aseguran su valía tras la contienda civil. Y es la etapa
inmediatamente posterior cuando la nómina de artistas gallegos se hace casi
incontable, en las más variadas tendencias y con fortuna muy desigual.
En las últimas generaciones.
Diego de Giráldez es un caso peculiar. Su maestro fundamental es la naturaleza
misma, y su capacidad de transcender su inmediata apariencia, su realidad
concreta, han hecho de su obra un capitulo aparte en la pintura española
contemporánea, apta para entroncar, sin que él lo haya pretendido
deliberadamente con figuras como Caravaggio, Ribera, Meléndez y la escuela
holandesa del sigloXVIII, donde un tanto inconscientemente tiene Giráldez sus
maestros y referencias.
La perfección formal, la
exquisita factura de sus cuadros, esa precisión casi entomológica de todo lo
representado, dan a la obra de este pintor la calidad de maestro del realismo.
Un realismo diferente, de poética implícita, más que explícita. De imaginable y
casi imaginario misterio, porque salvo excepciones, Diego de Giráldez no se
aleja de la representación estricta de los objetos, con la paradoja de que los
inanimados parecen que tienen vida, mientras que los que cuentan con ella la
han abandonado en un tiempo indefinible, como si fueran cadáveres
incorruptibles. De ahí que haya interesado a la crítica más exigente, hasta el
punto de provocar entusiasmo en el trágicamente desaparecido Santiago Amón...
DE LA BRUMA A LA EXACTITUD
Nadie podía imaginar que en el
seno de una familia muy característicamente gallega, ambientada en una villa
alta del interior de la provincia, de la que el padre estaba ausente con
frecuencia, dada su profesión de marino, iba a nacer un artista, cuya vocación
comienza a configurarse muy temprano.
Diego de Giráldez nació en la
provincia de Pontevedra. Es el tercero de cuatro hermanos. Al matrimonio
integrado por Antonio, marino, como hemos dicho, y Luz, entregada al cuidado de
sus hijos y de su casa, siempre a la espera de la vuelta de su hombre, que
viene de tarde en tarde de los prolongados periplos de la mar, le habían nacido
antes que el futuro artista otros dos varones. Evaristo y José. Uno de ellos
será después inseparable compañero del pintor, un poco su conciencia, su
confidente, su amigo íntimo y en cierto modo su colaborador callado. Después de
Diego vendría la única niña. Luz como la madre.
Diego es un niño que corretea por
la villa, que es juguetón e inquieto, y a quien desde muy temprana edad le
gusta dibujar. Asiste a la escuela del pueblo, en la que demuestra ser buen
estudiante. Pronto se interesa por la naturaleza, por el mundo médico. Le
apasiona la anatomía y cuanto se relaciona con la figura humana, que desea
conocer en sus mínimos detalles. Se hace muy casero, y en el ambiente hogareño
constantemente dibuja los objetos que hay en casa o las personas que le rodean.
Así retrata una y otra vez a sus familiares, incluso caricaturizándolos. De
alguna manera va configurándose su indeclinable vocación, que cuajará casi en
la adolescencia.
Cuando el futuro artista cuenta
unos años de edad, en 1967, la familia traslada su residencia a Vigo, la grande
y pujante ciudad atlántica. Toma casa en la calle Real, la de más prosapia del
antiguo barrio marinero. Pina y un poco serpenteante, conduce desde la
Colegiata barroca, centro religioso de la vida ciudadana, hasta la mar, en el
Berbés, donde en el pasado las barcas atracaban bajo los mismo peiraos, cuyos
fustes graníticos lamían las olas. En esa época de finales de los sesenta, el
ámbito ha sufrido una considerable transformación y se ha ganado terreno a la
mar, dotando a la antigua playa de una explanada con jardines, en la que se
sitúa un monumento al marinero, pero donde todavía está un ambiente antañón que
no se puede perder.
La madre sigue entregada a sus
hijos y alienta la vocación creciente de Diego por la pintura. No en balde,
anteriormente, en viajes del matrimonio a Madrid, se preocupan los Giráldez por
conocer el Museo del Prado y otros centros de interés artístico de la capital,
prueba evidente de que en ellos había inquietudes y curiosidad no habituales en
el medio pequeño burgués en el que se desenvolvían.
Diego incrementa su formación
cultural y artística. Realmente, sigue con dos únicas preocupaciones: la
pintura y la anatomía. Devora libros de medicina y cuantos describan el cuerpo
humano y los secretos de su realidad y movimientos.
Pinta, mientras tanto,
intensamente. Diego comprende que el oficio es fundamental. Que es preciso
dominarlo, conociendo todos sus secretos. Ensaya diferentes materias, llegando
a una mixta que actualmente emplea en sus obras.
En 1975 realiza una muestra en
Vigo que fue todo un éxito.
A partir de 1977 Diego de
Giráldez expone por toda España. Sobre todo en Cataluña, donde goza hoy de gran
prestigio, hace largas estancias. Sigue por el país adelante y expone en toda
Castilla: Soria, Palencia, León, Zamora...Siempre sorprendiendo por las
especiales, irrepetibles características de su obra. Cada año vuelve a Cataluña
y monta estudio en Gerona, para poder trabajar sin precipitación cerca de las
ciudades que constituyen los mejores mercados para su arte.
La prensa y otros medios de
comunicación dedican a Diego de Giráldez grandes espacios. El no se envanece.
Sabe que el secreto es trabajar, sin descanso, investigando, mejorando la
morfología de su obra, yendo hacia esa perfección absoluta que es inalcanzable,
pero que puede acariciarse cuando menos.
La luz constituye obsesión en el
pintor. No suele trabajar antes de mediodía, pero a esa hora se entrega a su
tarea, sin cesar, hasta que acaba el día. A veces, pocas, aún continúa de
noche.
El proceso creativo es también
peculiar. Toma constantes apuntes del natural, a lápiz. Después realiza dibujos
muy trabajados, preciosistas, como los antiguos, a base de difuminar los trazos
hasta alcanzar la textura aterciopelada, como latente, que tienen también sus
obras cromáticas.
Sus colores favoritos son
oscuros. Prefiere una gama que concuerde, y a veces contraste, con los señores
de su obra, el negro y el blanco. Cuando Diego de Giráldez nos dá una tela su
blancura es inimaginable, y cuando llega al negro alcanza la absoluta solemnidad
filipesca. Carmines y verdes son los tonos de contraste.
Renuncia deliberadamente a la
grandilocuencia posible de los temas. Al contrario, se acerca a lo humilde, a
lo sencillo y hasta a lo mínimo. Para él los animales de corral son sinónimos
de vida, y se encuentra muy a gusto representando frutas y productos
hortícolas, fragmentos de vegetación, objetos domésticos. Todo ello e un
pretexto para acercarse a la cultura popular de Galicia.
Una faceta importante de su
plástica es la religiosa, vista desde un peculiar y definible misticismo, de
raíz franciscanista, sin barroquismos tragicistas y sin dulcificaciones
extraídas del Renacimiento. Asegura el artista que esta parcela nada
infrecuente en su tarea, proviene de una tradición del medio ambiente en que
transcurrió su infancia.
Habitualmente un cuadro de Diego
de Giráldez es consecuencia de una reflexión lenta, desde la observación
minuciosa de los objetos a representar, su combinación, hasta los apuntes y
dibujos preparatorios. Después, la ejecución material del resultado definitivo
es mucho más rápida, porque su dominio del oficio es ya casi de virtuoso.
No es gran lector, aunque sí
monotemático: siempre la medicina. La anatomía. Sin ella no se puede hacer
nada, aseguraba el artista. Lo importante es dominar la forma y desnudar la
imagen, pensando y sintiendo Galicia, como una referencia constante al medio
rural del país, cuyas vivencias infantiles le marcaron para siempre.
Posee Diego una gran voluntad de
trabajo, porque se siente feliz entregado a lo que sabe hacer, pintar. No es
obseso de los museos, aunque en sus viajes por diferentes países de Europa en
los que ha expuesto, ha visitado las principales pinacotecas. Entre los
españoles prefiere a Velázquez, Zurbarán y Goya. Entre los extranjeros, le
entusiasma Leonardo da Vinci, su técnica de claroscuros, su
"esfumato". Y admira a Rembrand, por la grandiosidad de su color, en
el que domina el negro. En realidad, lo que le preocupa de los grandes maestros
es la atmósfera que han conseguido en sus obras.
Trabaja siempre sólo, en
silencio, a plena luz natural. Entiende que cualquier objeto puede ser motivo
de representación pictórica. Lo que le importa es su calidad formal, su
apariencia, la epidermis que representa. Su textura, en fin. De ahí su pasión por
el desnudo. Hasta ahora había trabajado con modelos masculinos, pero comienza a
dedicar atención al femenino
Diego de Giráldez es un
solitario. Apenas tiene otro círculo que el familiar, con la especial intimidad
de su hermano José, con quien suele vérsele y que le acompaña en muchas
exposiciones que realiza. Soltero, es poco amigo de tertulias.
Su madre está atenta a la obra
del pintor. Suele opinar, aunque no critica.
El repertorio de exposiciones de
Diego de Giráldez es inmenso, ya que siempre tiene alguna abierta. Recuerda,
por su significación o éxito, las realizadas en Vigo, 1975; Cataluña y Ginebra
1977; Madrid y Andalucía en 1978, cuando se le seleccionó para integrar la
colectiva "Maestros del Realismo Español de la vanguardia". Este mismo
año participó en Plástica Gallega, de Vigo; París en 1982; Santiago en 1984;
Oporto, en 1985 y Coimbra, 1986. Después incansablemente en toda España.
Todas las televisiones españolas,
francesas, suizas, portuguesas..., le han dedicados espacios.
REALISMO PLENO
La pintura de Diego de Giráldez
constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo.
Los animales, los objetos, las figuras que representa, parecen táctiles, piden
la caricia, desean ser tocadas. Su capacidad de representación, de arrancar el
misterio que tiene un objeto común largamente observado, es casi obsesionante.
Cuando Giráldez representa un
huevo, un tomate, un pimiento, inmediatamente dejan de ser género, repeteción
de un colectivo, para ser el huevo, el tomate, el pimiento, únicos y como
irrepetibles. Sería preciso mayusculizarlos, darles nombre propio. Nunca
habíamos conocido las características de esas cosas hasta que las contemplamos
en su pintura. Porque en los cuadros, sin contar con añadido fantasioso alguno,
tiene detalles, características, es preciso repetirlo, como diferenciadoras. Es
necesario volcar a Rilke, porque aquí una rosa no es todas las rosas, aunque al
fin sea la única e irrepetible. Aquí es única la representación símbolo de
todas, individualización avasalladora.
Si Diego pinta un gallo, parece
que hemos conocido a ese ejemplar en particular, que lo recordamos, no
referenciado en la pintura, sino en el corral de nuestra aldea, allí, aquel,
hace tantos años. Porque otro de los misterios, de la avasalladora personalidad
del artista, es la intemporalidad aparente de su pintura. El cuadro aparece
recién concluido y al mismo tiempo de edad imprevisible. Clásico y nuevo, con
objetos situados en un lugar indefinible, pero como visto e identificable, en
una profundidad sin fin.
Y otro tanto acontece con sus
figuras. Al contemplarlas, cremos volver a encontrarnos con un ser al que hemos
estrechado la mano, al que conocemos las peculiaridades de su rostro e incluso
la cicatriz imperfección que tiene un algún lugar de su cuerpo.
Estamos, pues, ante una realidad
transcendida. Con la pintura de Diego de Giráldez, ocurre como con los
bodegones de Zurbarán, no tiene cacharros, sino este o aquel cacharro, con
nombre y apellidos, firma del artesano que lo hizo, huella de sus manos y fecha
de confección.
Y siempre en una atmósfera
paradógica, de explicación inefable. Porque no están vivos, sino incorruptos
sus objetos. Pasó por ellos el tiempo, un tiempo de siglos, y sin embargo
parecen recién concluidos. ¿Cómo es esto posible? El talento del artista dá
razón a lo irrazonable. De ahí que la pintura de Diego de Giráldez sea única,
irrepetible, capaz de ser reconocida para siempre en cuanto se ha contemplado
la indefinible sensación de uno de sus cuadros".
LORENZO GARCÍA-DIEGO. Crítico de Arte
(Barcelona). “DIEGO DE GIRÁLDEZ PINTOR DE REFINADO INTELECTUALISMO”
Pintor que, además de conocer como pocos el
oficio, siente la preocupación del "bien hacer", con sujeción a
normas basadas en lo tradicional de la pintura española, de noble ritmo y
prestigio elevado, es que concede la debida importancia la línea y la psiquis
del modelo, sabiendo convencer de la dignidad de su arte. Toda su obra es una
exaltación de paganía y de refinado intelectualismo. Como éste joven maestro
del arte español actual nos envuelve de mangnificencia y nos liberta de la
vulgaridad cotidiana. No hay nada incosciente en su obra. No brota porque sí y
falto de antecedentes en la obra de este gran pintor. Tiene trazada de antemano
la trayectoria de su arte, seguro como está de que no habrán de falsearle
ulteriores rectificaciones. Es un precoz en la historia de la pintura gallega.
Y no un precoz irreflexivo, inseguro, que luego había de sufrir amargos
desengaños y soportar impuestas rectificaciones. Sus bodegones son de un
simplicismo encantador, tiene la intensidad y la jugosidad de la transcripción
fiel y la gracia de un tecnicismo depurado. Son obras no de ayer ni de hoy,
sino de siempre, por el nobilísimo afán que impulsó al artista a realizarlas.
Diego de Giráldez ha querido demostrar, y lo ha conseguido, que llevando a las
superficies cuidadosamente preparadas, elementos sencillos y humildes de
carácter aldeano, sin la menor afectación y con toda limpieza, logra el artista
a más de interesar, conmocionar por el caudal de fervor puesto en lo realizado.
Por lo demás, esta obra significa un alarde técnico, por que ningún fragmento
de sus cuadros se advierte el menor cansancio del artista dejando los temas sin
resolver dignamente. Diego trabaja siempre pacientemente, amorosa y
concienzudamente, mereciendo su obra el aprecio en que se la tiene. Adelante,
Giráldez, y enhorabuena.
JESUS CHAPARRO QUEIJA. Huelva.
Diego de Giráldez nace en la
provincia de Pontevedra.
Todo lo que le rodeó desde muy
pequeño, en su vida, tiene interés para determinar la personalidad de este
pintor, tercero de cuatro hermanos y que quizás esos prolongados periplos, de
su padre, en la mar, hagan de él un niño juguetón y con inquietudes, que
comienza muy temprano a dibujar, dado que cuando a penas andaba ya "
pintaba" con carbones de la "lareira" sobre papel de estraza, de
envolver el pan, los que su madre desechaba. Y que hoy en día, en opinión de
críticos tan significativos como Santiago Amón y Ramón Faraldo, es un "pintor
sorprendente" que creó un nuevo estilo dentro de este nuevo realismo
combinado con naturalismo, abstracción y surrealismo.
A partir de 1967 se va formando
culturalmente y artísticamente en sus cuatro grandes pasiones: la medicina, la
anatomía, la pintura y la escultura. Este niño que responde al nombre de Diego
de Giráldez pronto empieza a destacar como dibujante y ejerce, ya, como pintor
que tiene todas las características para ser un nombre que pise fuerte en este
"mundillo" del arte; "..., inquieto, con toda la fuerza y sabiduría
de los Druidas Celtas...", como nos recuerda Ramón Faraldo.
Camina, los primeros años,
silenciosamente, acumulando formación. Este nombre de excepción entre la
pintura contemporánea de los últimos años, pinta, en esa época, lo que conoce:
el paisaje, sus gentes, las naturalezas muertas con colores y luces de nuestra
tierra. Hoy domina una obra que ha sido catalogada, considerada por la
contemporánea.
En su obra se distinguen muchos
elementos que hacen que se reconozca, a simple vista, entre todas las demás. Su
gran familiaridad con la naturaleza, la notable seguridad en la observación de
sus mecanismos le permite conocer sus leyes. El interés y un estudio constante
de/por la anatomía le sirven como bases para plasmar sobre el lienzo la génesis
empírica de lo que será su obra.
En Madrid, en una visita a una de
sus exposiciones: Ramón Faraldo, Santiago Amón,..., a estos dos críticos le
llega a unir, con el pintor, una verdadera admiración por ambas partes. Hasta
el extremo de comentar uno de ellos:" Si me preguntasen ¿ Qué cuadro
debería incorporarse, ya, al Museo del Prado?. Seguramente respondería que
"El Cristo Hombre de Diego de Giráldez".
Diego de Giráldez, sabe que el
arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más
blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, que el negro más
negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Pintor
sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS
(naturalismo, abstracción, surrealismo)". En 1980 es seleccionado para
formar parte de la exposición "Maestros del Realismo Español", Y a
partir de este año es normal verlo, escucharlo y leerlo en distintos medios de
comunicación, revistas especializadas, libros,...,
Ahora lo tenemos en Huelva, con
una excelente y valiosa exposición para deguste y deleite de los que aman el
arte con una expresión viva y con una interpretación de lo cotidiano, lo
sublime y lo absurdo, que la hacen atractiva y a veces, diríamos necesaria para
desconectar del cotidiano que hacer.
VICTOR GAY. Crítico de Arte.-
Girona.
De Galicia llega este pintor y
escultor, si bién en esta ocasión muestra exclusivamente pintura. Una búsqueda
del realismo centrado en el motivo o argumento principal, especialmente en
bodegones, donde los tonos fuertes, rojos de las crestas de las aves o de los
crutáceos son lanzados, puestos en un primer plano por el negro de la noche,
todo sobre la noche, incluso el paisaje sin cielo o de negra noche. De vez en
cuando, como un rompimiento, aparecen unas burbujas flotantes que rompen la
lisura del trasfondo. Una flotación que trasfiere vida y movimiento. Busca
efectivismos en un bodegón con pavo, cruz y vino que cae sobre su pico.
Símbolos. Hay así mismo bodegones áridos, con cesto de mimbre, hojas y ramas
secas. También un retrato de perfil sobrio con el conjunto. Es como una
invitación silenciosa de lo oscuro, para sobre ello situar un contraste,
aquello que más le interesa desequilibrar el color y conseguir una mesura en el
conjunto.
MANUEL FORCADELA. Profesor de Literatura y
Lengua, Escritor y Poeta. Galicia.
Sempre existiu un posible
encontro entre a pintura e a poesía: a imaxe. Reducidas a ese humilde pero
esencial territorio, as dúas artes son o mesmo. Por debaixo das distintas opacidades
técnicas, das combustións cromáticas ou verbais, xace sempre unha imaxe.
Non creo no fetichismo das obras
orixinais, dos obxectos pictóricos valiosos. Creo no poder das imaxes. O poder
dun poeta, como o poder dun cadro, radica no encontro visionario dunha
asociación audaz, na protestade de lograr infundir as cousas un significado
que, anteriormente, non tiñan pero que, a partir dese momento, xa vai
definitivamente ligado á palabra. Por iso os poetas reinventan a linguaxe,
porque conseguen que a relación entre significantes e significados, esa
relación que Saussure definía como arbitraria, se contaxie da presencia
omnipotente da realidade. Todo significa todo, poderíamos dicir. A linguaxe
como eixo central do simbólico lacaniano é a encargada deconverter o real no
imaxinario.
Os artistas, tanto os poetas como
os pintores, teñen a obriga de alterar esa relación, felizmente lóxica, entre o
real, o simbólico (a linguaxe) eo imaxinario. De súpeto un cabalo amañece no
cadro e leva un aparello de radio pendurado do pescozo; tamen unha nube con
forma de avión vai deixando un ronsel de fume sobre o ceo. Magritte foi
maxistral neste tipo de construccións. Demostrounos como calquera cousa pode
servir para representar calquera outra. Unha rúa empedrada é, de súpeto, igual
á torre dunha fábrica; o ceo pintado nun cadro sobreponse ao ceo que olla o
pintor a través da súa xanela.
Creo que o valor central da
pintura de Diego de Xiráldez é xustamente o de estar construida sobre a imaxe.
A figuración aílla e singulariza os obxectos estrañándoos, facendo que os
percibamos nun entorno diferente, nunha ensoñación que encontraría a súas
raíces no surrealismo. O mundo onírico está agachado en cada unha das imaxes,
as asociacións son arbitrarias e procuran encontrar o seu significado. Poñamos
este obxecto á beira deste outro. ¿qué sucede? Pois unha imaxe dun espacio e
dun tempo. Inevitablemente tornarase extravagante, utópica e intemporal.
Velai está o enigma. O mesmo
enigma que está en cada cousa, porque a realidade é, en si mesma, inatinsible,
aínda que na frecuencia dos nosos diarios encontros remate por converterse en
vanal. Por iso esta pintura nos devolve o enigma das cousas. A fascinación de
podernos ficar extasiados no puro ollar. Porque a ollada non e máis que
coñocemento. E O coñecemento fundaméntase na indagación, fermosa palabra. In,
dentro. Dagación, daga, dardo, bisturí. Abrir as cousas por dentro a base de
miradas. O externo como inevitable mensaxe do interior.
Celebro os triunfos deste valor
en alza da pintura galega que se chama Diego de Xiráldez e brindo pola
continuidade feliz dos seus achados, nesta súa singular arqueoloxía das
cousas..."
DIEGO DE GIRÁLDEZ - EL LIENZO COMO SUPLICIO DE
CARICIAS - POR ENRIQUE GÓMEZ. Vigo
El ave duerme, tú pintas de
madrugada esos verdes de col insinuada, ese misterio de cenizas que el poeta
cantara y esos campos de espigas como cañas.
El lienzo suplicio de caricias y
espadas y esa luz tuya, ya mía y nuestra, eternamente soñada y otra vuelta por
tu inagotable imaginación bañada por el duende que él te dio para que nos dejes
para el mañana.
Tu estudio como sepulcro con la
piedra desnuda, con el potro de tres pies y un cuadro de materia bien cargada,
compañero de desierto de noche de soledad continuada con golpes de sombras, de
desnudos cuando se difumina el alba.
Ellos, todos te verán si los ojos
levantaran, ya no estarán ahí donde tu nombre quedara, porque tus cerezas y
manzanas, tus negros y blancos cuando nevara, son legados del que sufría de la
noche a la mañana.
Enseñando tus raíces del pastor a
la montaña, del cordero al labriego que te acompaña el alma. Guardián de los
druidas, dólmenes y el agua que manara de esta tierra que es tuya y del celta
que poblara.
Dejando la carne en el camino del
insomnio, cada aurora el azul del mar te llama, los lilas y carmines cual
primavera rosada y un plumaje de la noche locura observada.
Esperanza del mastín por leal
bien ganada, de las cuerdas de tu "Cristo" para qué clavos como
espinas, sus divinas manos no dañaran y esa madera que vislumbra inocencia
sana.
Apartado de los ruidos, que
confunden tu libertad amada, de tus pinceles al lienzo cala la espalda en tu
inseparable oficio como el mejor que pintara, sin parecerse a nadie tu obra ya
consagrada.
Quisiera traer la palabra esbelta
que quedara, que se hundiera, que arañara como el amante a la amada y así
tantísimas cosas, en tu magín, poesía bucolizada de la realidad infinita más
lejana.
ADELANTE CON EL REALISMO, DIEGO
DE GIRÁLDEZ- POR FERNANDO MON. Crítico de arte. - La Coruña- Madrid.
Decimos "adelante con el
realismo", por la incidencia de numerosos pintores que ahora, precisamente
están volviendo a estos modos de expresión específica. Pero lo que se ha
anunciado como un sistema de realismo subjetivo por parte de los más decididos
edalides de la realidad vigente, en Diego de Giráldez, pintor de joven
ejecutoria, representa la más objetiva realidad. Esto es, un sentido de la
realidad tal como ha sido vista por los pintores flamencos del diecisiete.
Diego de Giráldez que ama todo lo que le entorna, todo lo que es cotidiano, ha
dado cima a unas obras realizadas con mimo acariciante que representa esa
cotidianeidad y ese entorno de las cosas amables que nos rodean cada día. El
resultado pues, es una especie de serenidad eurítmica que ya, desde los
griegos, se llamaba "armonía de las esferas" y que tanto utilizó el
bajo medievo para atemperar y ajustar su afán de orden y, particularmente de
ordenación.
Pero además la virtud de Diego de
Giráldez, aún, repito, a pesar de su juventud, es la de haber medido con
exactitud el diálogo de los colores por los que se trasluce asimismo, una
exacta armonía y una mesura cromática de grandes calidades. Diciendo para
terminar que Diego de Giráldez es un dibujante de trazos seguros, límpios y
contínuos, decimos lo más sustancial que alberga su pintura, excepcionales
cualidades formales.
RAFAEL SÁNCHEZ BARGIELA. Director
del Museo de Ponteareas (Galicia).
La fortaleza de Sobroso,
levantada en un promontorio rocoso del monte Landín, domina desde sus atalayas
una amplia panorámica que justificó su erección como elemento de control del
sistema defensivo de la tierra de Turonio, en la Edad Media. Hoy este castillo
es testimonio de épocas pretéritas pero también de la voluntad colectiva de
conservación de nuestro rico patrimonio cultural.
Estos muros que conservan todavía
los signos lapidarios de sus artífices, acogieron en otros tiempos los
destacamentos militares que controlaban esta tierra y a los representantes de
los condes de Salvatierra y Marqueses de Sobroso que dominaban la amplia
jurisdicción que llevaba el nombre de Sobroso. Escenario de luchas en época
medieval, todavía hoy tradiciones y leyendas populares nos refieren la
permanencia de una memoria histórica.
La instalación en sus
dependencias de la obra pictórica de Diego de Giráldez constituye un
enriquecimiento del contenido de esta fortaleza, que no será admirada sólo por
sus estructuras como fortaleza militar, signo de otras formas constructivas y
de diferentes modos de vida, sino por las propuestas que nos muestra la obra
pictórica de este artista.
El realismo NAS, nacido de una
personalísima combinación entre naturalismo, abstracción y surrealismo, ha
convertido a Diego de Giráldez en uno de los principales exponentes de la
plástica gallega de este fin de siglo, como lo acredita su trayectoria y su
obra, que forma parte ya de la s colecciones de numerosos museos de nuestra
Península y de otros países
Con esta exposición permanente de
su obra este castillo ve incrementado su atractivo y ofrece junto a sus muros
centenarios una muestra pictórica que forma parte también de nuestro común
patrimonio cultural.
EL ESPEJO DE DIEGO DE GIRÁLDEZ-
POR JOSÉ A. PEROZO. Periodista, Escritor y Autor de la obra y libro " Tal
vez Francisco de Zurbarán".
Ese empeño de los críticos
especializados por catalogar y clasificar las obras de arte es una costumbre
del siglo XVIII de la que nos costará desprendernos. Semejante tarea de
compartimentar la realidad ha cimentado en nuestros cerebros la impresión de pertenecer
a un gran museo de la vida para el que los artistas e intelectuales crean
permanentemente. Todos nos empeñamos en apresar la realidad, ya sea desde la
plástica, desde la literatura o desde la información para legarla al futuro.
Pero ¿qué es la realidad? ¿Cuál es la realidad? ¿Existe la realidad ?La
interpretación de la vida está sujeta a la visión del artista del observador. Y
no todas las visiones se corresponden con los mismos parámetros. La
racionalidad del ser humano nos permite contemplar un mismo objeto e
interpretarlo de mil formas distintas. Cada uno de nosotros llevamos dentro un
espejo propio que manipula la realidad en función de nuestra forma de ver y de
sentir la existencia. Esa transformación es la que hace posible la entidad del
arte y las vías de conexión entre sentimientos y modos de comunicar. Por esta
misma circunstancia me permito dudar de las etiquetas que los críticos y
especialistas suelen adjudicar a la pintura, la literatura, la escultura, el
cine, la fotografía... El día que rompamos con ese gran museo del presente
seremos más libres y estaremos más abiertos a contemplar el arte sin prejuicios
encorsetados.
El espejo de Diego de Giráldez se
le han colgado infinidad de etiquetas de las que voy a prescindir en este
pequeño comentario. Sin embargo-contradicción de contradicciones- no podré
desprenderme de mi propia visión y de la observación que del arte anterior
tengo impresa en la mente. Estoy seguro de que Giráldez busca plasmar su
realidad por medio de la pintura y su realidad me remite, desde que lo conocí
en los años setenta, a otro pintor para mi muy querido: Francisco de Zurbarán.
La modernidad de este pintor nacido en A Cañiza podríamos entroncarla con
aquella serenidad efectista, y tenebrista al mismo tiempo, del pintor de Fuente
de Cantos (Badajoz), que se forjó en Llereda y triufó en la Sevilla del siglo
XVII. El cariño que Giráldez muestra por los tejidos y su capacidad para
extraer de ellos formas y sensaciones vivas está muy cerca de aquel otro
virtuosismo de Zurbarán. El gusto de Giráldez por los bodegones y sus
exquisitas composiciones tiene un claro precedente en el trabajo zurbanesco. A
la aparente religiosidad, no exenta de componentes terrenales simbolismos,
puramente humanos, del pintor de A Cañiza resulta fácil encontrarle una clara
conexión con los motivos del pintor de Fuente de Cantos. Resulta curioso que
dos mundos tan alejados en el tiempo y la geografía se puedan conectar. Y esa
curiosidad no creo que sea ni fruto de la casualidad, ni de las influencias, ni
de la imitación. Tengo el presentimiento de que el espejo en el que Giráldez
refleja su realidad pueda ser muy similar alque el pintor del siglo de Oro tuvo
en su mente y llevó a los lienzos
La pintura de Giráldez no es
fruto de la casualidad. Es una obra pensada, producto de la reflexión y de la
intencionalidad comunicativa. Este pintor de finales del siglo XX no quiere
transmitirnos únicamente lo que sus ojos pueden captar, nos ofrece la vida y la
realidad reelaborada. Estoy seguro de que detrás de cada uno de sus cuadros hay
una historia o, mejor, una novela, un poema, una posición épica ante la
realidad circundante que desea legar al futuro. La suya es una obra
aleccionadora; como la de los antiguos constructores de catedrales, sujeta a
códigos inconográficos que pueden estar perfectamente conectados con la más
vieja de las tradiciones de transmisión de pensamientos e ideas mediante
lecturas indescifrables a primera vista. He dejado escrito en alguna parte que
Zurbarán también se valió de códigos visuales para construir su obra pictórica
y con ella dejar patente una posición ideológica seguramente no acorde con las
líneas ortodoxas de su tiempo y su época. Los códigos y el espejo que Giráldez
emplea en su obra también se escapan al entendimiento de los profanos. Muchos
de sus cuadros, que parecen explicarse por sí mismo, no son tan simples de
interpretar. Se le han colgado etiquetas de hiperrealismo, de bucólico, de
narcisista, de romántico, de tenebrista...Yo me permito interpretar que estamos
ante un autor que piensa su obra y que deforma la realidad según su espejo
interior, etiquetas al margen. Como es natural."
DIEGO DE GIRÁLDEZ. HACEDOR DE
PASIONES -POR JESÚS PANDO MARTINEZ. Periodista, Guionísta y Cineasta. (Galicia)
Mi experencia personal en la contemplación
cruda y directa del arte, sea cual fuere su aspecto representativo, es
absolutamente visceral, o habría que decir mejor "ultravisceral",
pues me reconozco como un espectador sensible, de piel de gallina, de
escalofrío, dispuesto a dejarse seducir, que dispone este caparazón físico en
el que nos movemos, para ser atravesado por cualquier caudal de sensaciones que
se precien, facilitándole así el viaje hacia el interior de la emoción más pura
e instintiva, es que en mi caso al menos, compró una parcela muy cerca de la
urbanización de las sensaciones, un lugar llamado corazón.
Este estado de gracia, que
transporta, embriaga, conmueve y califica a todos y cada uno de los epítetos
que describen y acompañan al nombre de aquellos hombres y mujeres que habitan
en el suelo imaginativo de la genialidad, quiere rendir pleitesía humilde y
sincera a un pintor al que me une no sólo el hecho de pisar tierra y cultura
común, sino su particular visión de un universo interpretativo surrealistamente
realista, pincelado con la sabiduría de quienes saben retratar sobre la
oscuridad de un lienzo, las obras de una luz compuesta a partir de la
descomposición de lo cotidiano, con todos sus pelos y señales, adormecida en el
recuerdo de una lareira, al calor de un carboncillo, sin otro soporte
didáctico, que el de una retina ávida por transformar la apariencia en
sugerencia, el color en dolor, la vida en ausencias, latiendo fotograma a
fotograma, tejiendo una fina película cuyo soporte químico es la reflexión,
todo un intrincado y fibroso laberinto sobre la personalidad de la vida, sobre
lo humano y lo divino, la realidad y su prima lejana, la fantasía.
Como periodista, pero sobre todo
como cineasta, la obra de Diego de Giráldez me sugiere un guión inquieto,
aunque de pulso firme, cargado de verdes metáforas, de naturaleza vida, que
discurre por campos húmedos de hierba seca, de solanas hechas de atardecer, de
carballeiras, de fruta fresca, de pocas palabras escritas con intensos
momentos, con una madre omnipresente, inquieta y paciente, sentada al cobijo de
la lumbre, con un niño rabioso por deformar sobre papel de estraza las hebras
de un pincel que profundiza en lo auténtico, adornándolo de un simbolismo
cuajado y concreto, humano, maestro en el sabio arte de comunicar a través de
imágenes aparentemente planas, pero que al observarlas con la mirada perdida
entre su atmósfera de sueños, se antojan profundos, profusos, libres de
ataduras, esclavos de un estilo auténtico y personal. Soy un cuerpo agradecido,
que se deja arrastra hacia la orilla de lo inusual, intentando con todo el
caudal del que dispone mi deseo, atravesar el umbral de los puramente artístico
y así poder sumergirme en la obra y gracia de un hacedor de pasiones , un
talento para disfrutar y aprender; todo un artista: Diego de Giráldez
DIEGO DE GIRÁLDEZ, UN ARTISTA
EXCEPCIONAL Y AUTODIDACTA - POR MANUEL PÉREZ. Alcalde de Vigo.
Tenemos el honor de tener como
vecino al gran pintor Diego de Giráldez.
Observando la parte de su vida y
obra, recogida de forma magistral en diversos libros, podemos extraer la
conclusión de que nos encontramos ante un artista excepcional y autodidacta que
paseó y sigue paseando el buen nombre de nuestra ciudad por las más altas
esferas del mundo cultural.
Es un orgullo para Vigo contar
con un plástico como Diego de Giráldez, que si bien nació en A Cañiza, reside
en nuestra urbe desde l967. Y que como dice nuestra Concejala de Cultura Maite
Fernández –con la coincidimos los que conocemos su obra-, “en parte de su obra
se puede intuir sus vivencias en nuestro casco viejo. Diego se reencuentra y
nos las traspasa, en algunos de sus cuadros”.
Hay algo en su pintura que me
llama poderosamente la atención, la frecuencia con las que eleva lo cotidiano a
categoría estética y los fondos misteriosos, sólo perforados por la delicia
leve de la luz que surge desde sus vértices.
Hoy Diego de Giráldexz está
reconocido internacionalmente y representado en innumerables e importantes
museos del mundo.
Acabo de leer un libro publicado
por la Excma. Diputación de Pontevedra. Aguardo que este libro sirva como
herramienta de consulta para los estudiosos del arte y para todos aquellos
ciudadanos que quieran elevar el grado de conocimiento sobre la vida y obra del
nuestro pintor.
Mi enhorabuena a todos los que
han hecho posible que este volumen vea la luz, con la esperanza de que la
repercusión del mismo esté al menos en consonancia con el entusiasmo con que ha
sido realizado.
CÉSAR ROVIRA. Crítico de Arte.
En la pintura de Diego, lo
primero que destacaría son sus tratados de anatomía donde con máxima perfección
tanto en la estructura interna como externa, es de una precisión casi absoluta,
el símbolo está presente en la obra de Diego de Giráldez, dándonos un mensaje
literario, donde podemos ahondar en los conceptos de la vida misma. La
abstracción que aún llegando desde otro punto nos dá un hermosísimo sentido
abstracto debido al escenario donde se representa la acción de los objectos que
disgrega de manera dispar-subrrealismo. Es un pintor distinto, para mí genial.
MARÍA DO CARME KRUKENBERG. Escritora y Poeta
(Galicia)
En Diego de Giráldez ¿qué é, o
que siginifica seu realismo?
A perfección do debuxo, o
coñecemento de tódolos elementos necesarios para pintar un corpo, unha natureza
morta, un galo, un can... . Penso, que mirando detidamente cada un dos cadros
(que eu coñezo), hai algo máis que a pura realidade dos seres e das cousas.
Eisiste un intimismo metafísico na composición e no trasfondo do realizado.
Pode que sexa o silenzo da soedade, ou a calada compaña de sí mesmo. Do que
quere e tén que dicir, en todas e cada unha das ideas de realidade irreal que
incorpora, que plasma concienzudamente na obra acabada. E como unha necesidade
de facer vivir a alma da materia, o espíritu do inanimado. Intentar o
resurximento de vida nun concepto cósmico dos elementos que ten a súa beira.
Non é preciso ningún desacougo na busca para atopar o seu camiño, anda
permanentemente por il, como polos soños.
Vai dereito pola imaxinación
reivindicando o mundo feito a súa medida, deixando os coñecemntos estudados,un
tanto ó marxen do íntimo facer. Os mestres andan devagar polas catro esquinas
do bastidor, ollando as pínceladas, ollando para a man lizgaira que sen presas
vai enchendo de linas e cores a tela, que vai imprimidno sensibilidades
aprendidas no corazón do tempo.
Reixeitar o realismo máxico é
como desprezar a vida de cada intre. É refugar a vida, é morrer no esquecemento
da noite.
Diego de Giráldez é simplemente
un PINTOR que se chama Diego de Giráldez.
SANTOS SAN CRISTÓBAL SEBASTIÁN.
Director del Museo Catedralicio y Diocesano de Mondoñedo y Director del Museo
Rodera Robles de Segovia
Diego de Giráldez es un gran
artista que sabe ver e interpretar con suma delicadeza y bello colorido las
cosas que nos rodean. Así lo hicieron siempre los grandes artistas desde la
prehistoria.
El pintor de Vigo Diego de
Giráldez es de los uno de los artistas que están marcando nuestra época, con
vistas al futuro; y además cimentándose en toda la producción pasada artística de
Galicia que ahora se ve grandemente incrementada por su obra.
Las obras de Diego de Giráldez
figuran ya en bastantes de los museos españoles, que ven así incrementadas sus
colecciones. Es más: El artista además muy pronto va a contar con su propio
museo. Este va a ser el más representativo y completo exponente de la obra
pictórica que nos ha dejado hasta el presente; y de la que cabe esperar que nos
ha de legar en el futuro.
BIEITO LEDO. Editor Fundador de la Asociación
de Editores de Galicia. Miembro de la Fundación Premios de la Crítica.
Cando me encontro con Diego de
Giráldez, circunstancia que acontece con relativa frecuencia e case sempre na
rúa Príncipe, donde ten un dos seus estudios, penso automáticamente nas terras
de A Cañiza, de onde procede o noso gran artista.
Están estas terras no medio do
camiño entre Ourense e Vigo e mesmo a punto de deixar de estalo. Dentro de
poucos días cando se abra definitivamente a autovía e xanon haxa necesidades de
parar neste territorio frío deixará de ser lugar de parada obrigatoria como o
era cando as estradas e os outos eran como eran.
Se é certo o que di o poeta Rilke
que a patria do ser humano é a sua infancia, os críticos e estudiosos do noso
pintor terán que analizar como os galos, os burros, as mazás, os ovos, os
pementos... todo ese universo mundo que Diego retratou de pequeno con eses
profundos e curiosos ollos por terras do Parandanta. Unha maneira de poseer
todas estas realidades da súa infancia é reinventalas na soedade do seu estudio
en A Cañiza, terá que seguir sendo lugar de referencia obrigatoria no mundo
pictórico de Diego de Giraldez
JESÚS GUERRA. Director del Museo
Diocesano de Lugo.
Un 11 de abril de 1995 llegaba
una obra de Diego de Giráldez a la Catedral de Lugo, en cuyo trifório está
ubicado el Museo Diocesano, donde se
encuentra el precioso cuadro de 86 cm. de alto x 66 cm. de ancho.
Allí mismo, y sin agua, lo
bautizó Diego, poniéndole por nombre "Flores del Campo". Y a fe mía
que el nombre estaba acertado, pues en dicho cuadro aparece pintado con
singular maestría un frasco de EKO, o algo parecido y en él un manojo de rojos
digitales entreabiertos, mezclados con otros tallos de flores amarillas y
blancas. Diego me pidió que lo colgase en un lugar próximo a la puerta de
acceso al Museo. No lo hice, porque me pareció más indicado colgarlo en la sala
de arte profana. Allí se halla hoy, y no son pocos los visitantes que dirigen
sus ojos a dicho cuadro y una alabanza al autor del mismo.
No me gusta hacer crítica de
nadie y menos de un gran pintor como Diego de Giráldez. Pero debo manifestar
que su pintura me gusta. Es un artista genial y buen retratista de la
naturaleza. Y más que dejar volar la fantasía, como un Picasso o un Dalí, se
limita a ofrecernos sencillamente la realidad poética de las cosas cotidianas,
tal como se puede ver en "Gallos en la Feria", " Reflexiones a
la vida" o "Campesino".
Si por las obras se conocen los
autores, no dudaría en calificar a Diego de Giráldez como un hombre frío,
flemático...
LALO VÁZQUEZ GIL. Periodista, Escritor
y Cronista Oficial del Ayuntamiento de Vigo.
Hace algunos años- estaba yo en
Valladolid-, algunos amigos me dijeron que exponía un gallego excepcional, una
colección pictórica realista, surrealista o "casi", que no dejase de
verla y que les diese mi opinión. Un profesor vallisoletano que había dado
clases en un Instituto de Vigo, me dijo que era "onírico". Con lo que
se acercaba, evidentemente, al surrealismo y que ¡era vigués! "¿lo
conoces?" "Debo conocerlo". Y enseguida añadí: "Si es, si
pinta como dices, seguro que es Diego de Giráldez".
Y lo era. Allá me fui y aunque no
estaba en la sala gozamos y comentamos su pintura filosofando y lucubrando en
torno a su obra.
La muestra era verdaderamente
excepcional y se celebraba en la acreditadísima sala del Centro Gallego,
sociedad cultural, artística y difusora de todo lo gallego, con amplias miras,
de gran prestigio en los medios entendidos y cultos de la ciudad de Felipe II.
No me extrañó que la exposición alcanzase tanto éxito en una ciudad conocedora del
buen arte. Jamás me defraudó Giráldez en ninguna de sus salidas. Y aquí menos-
en Valladolid, porque todo el mundillo artístico se hizo lengua de su buen
hacer y así presumieron sus amigos y sobre todo los gallegos vallisoletanos.
Todos los visitantes entendieron
el arte de Diego de Giráldez, que transciende más allá de lo gallego para
hacerse universal en ese mundo de símbolos que introduce en su obra con
pinceles de paciente pintor, de medidor, sin prisas, del tiempo, del último
detalle visual hasta alcanzar esa perfecta realidad no exenta sin embargo, de
su huella personal intencionada.
Porque el pensamiento, su sentir,
sus deseos, sus ideas, sus mensajes, sus secretos, Diego de Giráldez no los
expresa solo con sus representaciones, con la composición extraña, filosófica,
a veces tétrica o advertidora de que hay un mundo esotérico y exotérico.
Diego de Giráldez lo manifiesta
también con la exactitud de visión y de plasmación material, a propósito,
situándose fuera de la órbita de la moda algunas ya demodés, en un punto que ha
querido escoger a conciencia sin encansillamientos absoluto y en el que se
mueve por convicción.
Así, sus figuras, esos cristo
extrañamente crucificados, esos paños, esas aves, esos objetos vulgares-
enriquecidos- van más alla de la materialidad ya simbólica tópicamente si misma
y se transforman en algo más sublime porque Giráldez las conjuga y las
envuelve, invirtiendo y trastocando sus significación iconográfica.
Y ahí está la dificultad para
entender la pintura de Diego en su simplicidad.
Hay en sus cuadros algo que nos
inquieta, que no llegamos a entender absolutamente..."
Rafael Ruíz Sanchidrián. Director del Museo
Nacional del Ferrocarril (Madrid)
En el Museo Nacional del
Ferrocarril y más concretamente, en la sede de la antigua estación de Madrid
Delicias, hay un cuadro de Diego de Giráldez. Se titula "Puente
Ferroviario de Redondela" y entró en el Museo en el año 1987.
El Museo del Ferrocarril acoge
una magnífica colección de objetos ferroviarios que van desde grandes
locomotoras hasta pequeños modelos. No es un museo de pintura, pero también
tiene cuadros con motivos diversos, entre ellos y respetando todas las
opiniones, siempre me fijo y debo reconocer que tengo más cariño por aquellos
tienen motivos ferroviarios.
El ferrocarril ha sido fuente de
inspiración para muchos artistas y le ha permitido desarrollar sus inquietudes
y habilidades.
Cuando en ocasiones enseño
personalmente el Museo y comento algo sobre los cuadros, presumo del cuadro del
Puente de Redondela. Se trata de un cuadro que no es realista pero se acerca,
no es abstracto pero se aproxima y sobre todo atrae al visitante y a aquellos
que conocen Redondela o que han viajado en tren por Galicia y conocen sus
puentes. Inmediatamente lo reconocen.
En el Museo Nacional del
Ferrocarril sabemos menos de artes plásticas que de trenes, pero sí que sabemos
apreciar un buen cuadro ferroviario hecho con genialidad, cariño y que tiene
algo de misterio.
Román Pereiro Alonso. Comisario Museo R.C.
Celta y Presidente de la AGCA. (Galicia)
En tiempos difíciles para la
pintura, en el sentido más tradicional, Diego de Giráldez, ajeno a modas o
"ismos", consigue la vigencia de su arte al situarlo en ese espacio
de yuxtaposición ideológica y obsesiva de lo real. Estamos hablando del
inventor del Realismo NAS.
El arte, entre sus múltiples
formas de expresión acoge una vez más la realidad, desde una visión personal
que acepta el mestizaje de imágenes y costumbres resultante del encuentro de
dos mundos conceptualmente antagónicos... el artista asume el pensamiento
simbiótico resultante del ruralismo- urbano y dirige su mirada en busca de la
sensibilidad y las cosas que van quedando retenidas en el tiempo. Sus cuadros
son fuentes de evocación que exponen sentimientos íntimos de la memoria.
Presencias y encuentros con las últimas ofrendas de la aldea. Diego de Giráldez
es el mago que invoca la permanencia del nombre las aves, el misterio de los
objetos y los emblemas rurales..., es eloferente de la tribu, estigmatizado
para los milagros.
Hay en la obra de Diego de
Giráldez una mística de vida y sacrificio. Una paloma, un cordero o unas
gallinas recién salidas del corral que esperan en un rincón de penumbra el
momento de asumir el protagonismo de la inmolación.
Otras veces busca en un espacio
de telas, soledad y silencio, todo el símbolismo reparador de la cultura, EL
"Agnus Dei", cubierto de rojo litúrgico, preparado para el ceremonial
del sacrificio. Igualmente dispuesto el "Cristo Hombre" (1982), uno
de sus cuadros más emblemáticos pintado con sabia ejecutoria en la cumbre de su
carrera. Un Dios, al tamaño natural de un hombre, que se resigna a un trágico
destino: Un giro de pesadumbre en la cara, arrodillado y desnudo, con los
mínimos elementos complementarios para el máximo poder evocador.
De igual modo busca Diego de
Giráldez el simbolismo en los pequeños formatos y no por su tamaño y sencillez
pierden capacidad de emocionar. Las cosas sagradas del hogar y de la tierra.
Tesoros que fueron de un mundo rural que se desvanece en la metrópoli: Un
puñado de castañas o unos huevos "morenos". Una pluma de ave que
emplaza el sentido más delicado del tacto... ,o un pan sacramental sobre el
impoluto paño que lo preserva. Presencias reales reteniendo el misterio poético
de una cultura que se aleja.
Cada cuadro de Diego de Giráldez
es una ofrenda que nos remite a la memoria de la aldea. Un lugar y un tiempo,
más o menos lejanos, nos los ofrece el artista con la frescura de una sorpresa,
como un afortunado encuentro lleno de sugerencias. Diego de Giráldez dibuja sus
ofrendas envolviéndolas en una luz tamizada por la añoranza..., una luz
crepuscular; esa misteriosa e íntima luz que vibra en la proximidad de la
sombra. Así nace un recital de veladuras para alcanzar un cromatismo refinado y
contenido que soluciona con fórmulas propias, aglutinando gamas, avecinando
tonos casi idénticos, para conseguir finalmente una atmósfera cargada de
nostalgia.
Naturalezas quietas...¡No
muertas! un gallo pleno de deseos de libertad para marcar nuevamente su
territorio. Unos erizos de castaño todavía con el aroma del último otoño. Un
cristal reciclado en florero, para un fragmento de rama de manzano que en sus
flores mantiene una esperanza de vida.
Acierta Diego de Giráldez cuando
denuncia la fogacitosis urbana que hace crecer un campo de hortalizas, en
verdes desgarbados, dentro de una estrecha limitación metálica, lugares en los
que el cordero o la paloma o el gallo, se siente extraños prisioneros.
Fernando Franco. Periodista: Faro de Vigo
No sé si nació con el
"de" que precede a su apellido pero, si así no hubiera sido, bien
está que se lo haya añadido y apropiado porque le viene al pelo a su obra, esa
que te traslada a tiempos de los grandes maestros castellanos. A uno Diego de
Giráldez le parece a veces un ser de otra época caído por azar en el presente,
la misma sensación que cuando entras en su casa de invitado y todo allí parece
pretérito, desde la báscula romana hasta el dolsel de su cama, desde la cómoda
con un siglo de vida y de caoba al tocadiscos Dual de aquellos 60 en que era
adolescente. Y luego están sus coches sacados del pasado, comprador de viejas
glorias ajeno a las últimas marcas y modelos del mercado.
Ahí tienen a un hombre tranquilo
y paseante, encastrado en el pueblo y nada amigo de pompas y boatos. Tranquilo
pero no callado, ni inactivo ni atado porque parece haber hecho de la España
toda su morada cargando con su obra, de museo en museo, de galería en galería
como en un frenético "tour" de músicos rockeros. Nadie sabe cómo hace
pero a veces parece imitar a Dios, presente en todas partes.
A su realimo le apellidó NAS, que
es naturalismo, abstracción y surrealismo. Un galimatías que sólo a él le
pertenece, pero que nada importa cuando una obra se explica por sí sola. Sobre
el lienzo anda su universo desplegado, poesía y magia, técnica precisa, lirismo
despiadado. Que los dioses le confundan, como él parece confundir a veces a los
dioses desde las intimidades de su sonrisa inacabable.
Manuel Almeida Brandáo. Director
do Museu de Ovar - Portugal
Diego de Giráldez está
representado no Museu de Ovar com a obra "Gallo Rubio".
Demostra ser um artista criativo
pelo que podemos colocá-lo no grupo dos independes. Amante do mar, da paisagem
ou seja do mundo que nos rodeia.
O Realismo NAS: Naturalismo,
abstracçáo e surrealismo sáo as bases da pintura de Diego de Giráldez,
sobrepondo nos seus quadros conceitos e formas desta tendéncias.
A obra de Diego de Giráldez
desperta nos observadores uma sensaçáo de atracçáo pelos seus quadros e um
grande equilíbrio entre a sensibilidade e a técnica.
Podemos concluir que estamos
perante um artista autodidacta e excepcional, reconhecido pelas mais altas
individualidades do mundo cultural.
Manuel Jorge Pereira de Carvalho.
Director: MUSEU MILITAR DO PORTO.
Da obra pictórica de Diego de
Giráldez chega-nos o eco das exposiçóes que tem apresentado ao longo de uma
vida dedicada á expressáo plástica.
O Museu Militar do Porto tem a
honra de possuir, no seu acervo, desde 1.999, a sua pintura de título "O
Casco" a qual se enquadra tematicamente no ámbito de algumas outras obras
com cariz militar de sua autoría, como "Bota e gorra" de 1.996, ou
"Dous Soldados" de 1.997. Estas obras, aparentemente explícitas nas
suas reprensentaçoes, deixam margem para o pressentimento de leituras nas
entrelinhas.
Em "O Casco" se o rigor
do desenho é evidente, assalta-nos sobretudo a suave mas inquietante expressaó
realista em que o objecto assume um forte sentido simbólico que sugere diversas
interpretaçóes.
O capacete poisado, entrega-se á
guarda da vigilia da lua, numa paleta cromática de tons escuros, entre um
terra, o azul e o negro, de que o verde do casco se destaca. A figura humana
está ausente, mas, a sugestáo do descanso do guerreiro, confronta-se, quem sabe
(?), com uma pontencial homenagem áquele que, dando o melhor de si, em dura
batalha tombou.
A leitura da obra acentua-se até
no enquadramento de dupla moldura que valoriza o carácter honorifico que, no
conjunto, encerra um forte sentido poético.
Ana Paula Cardoso. Museu
Municipal Santos Rocha. Portugal.
Fundado em 1.894, o Museu
Municipal Santos Rocha integra nas suas colecçóes um importante espólio de
pintura, cujo enriquecimento se tem realizado progressivamente, com especial
incidéncia nos Anos 40-50 e 80-90 do século XX.
A súa programaçáo criteriosa tem
permitido a realizaçao de exposiçóes temporárias neste espaço museológico
portugués, procurando divulgar artes e artistas, alargando sempre que possível
os seus conteúdos museológicos, com particular interesse pela divulgaçáo de
nomes e obras de artistas ibéricos, mesmo que através do extravasar das
fronteiras nacionais.
É assim que se realiza, em 2.000,
uma exposiçáo de Diego de Giráldez neste Museu Municipal, intitulada EL
realismo "NAS". A mostra, que integrou cerca de 30 trabalhos,
apresentou-se como um conjunto admirável e revelador do seu universo artístico
e da sua intemporalidade, estabelecendo-se como um percurso pessoal pelo
naturalismo, abstraccionismo e surrealismo, resultado natural das múltiplas
influéncias que o artista angariou ao longo da sua vida .
Foi através desta exposiçáo que o
Museu Municipal Santos Rocha víu enriquecida de sobremaneira a sua colecçáo de
pintura, sendo a partir de entáo possuidor de uma obra de Diego de Giráldez,
denominada "Ella Mira".
Gaspar Alorda Fiol. Director del
Museo Histórico-Militar Castillo de San Carlos.
El Museo Histórico Militar
Castillo de San Carlos posee el cuadro "Soldados en Formación",
firmado por Diego de Giráldez y fechado en 1996.
El Museo cuenta con una obra
realizada en plena madurez pictórica dentro de su proceso creativo. Tras un
fértil recorrido por tendencias naturalistas, abstractas y surrealistas, el
pontevedrés logra aunar, en un solo estilo, ingredientes tan dispares y
consigue finalmente un lenguaje pictórico realista de raigambre surrealista.
"Soldados en Formación"
destila simultáneamente equilibrio, inquietud e incluso desasosiego, como si
existiera una amenaza oculta en la mitad de la noche. Estos tres observadores
anónimos parecen enfrentarse a un destino desconocido, dentro de una atmósfera
ingrávida repleta de poesía. Tal idea vendría refrendada por la ausencia de
color, el marcado carácter escultórico derivado del claroscuro y el absoluto
protagonismo del dibujo.
Margarida Ruas Gil Costa dos
Santos. Directora do Gabinete de imagen e Comunicação da EPAL. Directora do
Museu da Água e presidenta de APOREM. (Lisboa- Portugal)
Quando falamos do nome de Diego
de Giráldez, estamos a falar de un artista realmente singular, que transporta
para as suas telas emotividade e sensibilidade impares.
As suas pinturas representam uma
outra forma de comunicar, percorrendo-nos interiormente, transportando-nos para
outra dimenção.
A sensação de contemplar obras
que fazem inventar histórias improvistas, que deixam viajar pelo imaginário até
à poesia, que cegam momentáneamente com os seus maravilhosos jogos de luz e
movimento.
Os temas que a generalidade das
pinturas invoca, falam de mistérios do quotidiano, da essència e beleza das
coisas, dos frutos, dos animais, do corpo. São trinta e quatro anos que
traduzem, na verdade, uma vida inteiramente à arte.
A contemplação da sua obra
toca-nos até... talvez ao absoluto e de certo ele é tocando no acto da criação.
Ana García Martín. Técnico
Superior de Arte Museo de Cáceres
LA NOCHE, 1992 Diego de Giráldez
100 x 80 cms. La obra representa una gallina apoyada sobre un pote metálico. La
gallina está representada de perfil, en una posición de reposo, apoyada sobre
el borde del recipiente. Su plumaje, de colores claros, así como la cresta
rosácea y el pico amarillo, destacan sobre el fondo neutro oscuro en el que se
recorta la figura.
Del pote también sobresale una rama
de árbol, probablemente un níspero, con algunas hojas verdes, que ayudan a
equilibrar la composición.
La parte inferior del dibujo se
muestra en una tonalidad marrón que actúa como suelo en el que aparece una
ramita florecida y en el que apoya el pote, cuyas tres patas crean sus
correspondientes sombras alargadas, que se pierden en profundidad, ya que este
suelo marrón se va difuminando poco a poco hasta convertirse en el fondo negro
que domina la composición.
La obra se encuadra dentro del
realismo propio que define al autor. Un realismo detallista, donde se pone de
manifiesto el dominio del lápiz y del dibujo, un dibujo minucioso, como se
muestra principalmente en el plumaje y en la cabeza del ave, o en las ramas del
árbol. Un realismo que aporta delicadeza y serenidad a este bodegón, así como
una elegancia austera.
La obra está firmada y fechada en
el ángulo inferior derecho: " Diego de Giráldez / 1992".
Pedro Machuca Bernal. Director del Museo de
la BRIPAC
Diego de Giráldez es un pintor de
una dilatada trayectoria pictórica. Empezó a una edad muy temprana con el
dibujo y comenzó a destacar en la pintura en la década de los 70 con un sistema
autodidacta basado en sus experiencias en el mundo rural en el que vive, donde
desarrolla nuevas ideas que dan como resultado el nacimiento creativo de un
estilo propio denominado " Realismo NAS" ( naturalismo, abstracción y
surrealismo).
En los años 1980, tras su paso
por el Ejército durante la realización de su Servicio Militar y tras los
conocimientos que adquiere sobre el mismo debido a la diversidad de unidades
militares con las que toma contacto, amplía los temas de su pintura incluyendo
la temática militar.
Una de esas unidades con las que
toma contacto durante su Servicio Militar es la Brigada Paracaidista, Unidad
que conoce durante la realización de un ejercicio en San Gregorio (Zaragoza) y
que incluye lanzamientos paracaidistas. Quizás sea este el origen de la obra
que hoy está en el Museo de la BRIPAC pintada, en el año 1997 y titulada "
Suministros desde el aire, Paracaidistas".
Esta obra representa uno de los
conceptos fundamentales de las operaciones de apoyo a este tipo de fuerzas.
El abastecimiento aéreo es, en la
más pura de las operaciones paracaidistas, el cordón umbilical que aporta todo
lo necesario para que nuestras fuerzas puedan seguir desempeñando la función
hasta alcanzar los objetivos señalados en la misión.
Sin conocer exactamente que es lo
que bulle en la mente del autor a la hora de plasmar un pensamiento en imagen,
no hay ninguna duda de que en esta obra se observa claramente el simbolismo de
este concepto militar.
Sobre un fondo negro ( un futuro
sin provisiones) se ilumina un paracaídas con su maná, mientras un soldado
observa esperanzado la llegada de aquellos suministros que le deben de llevar a
la victoria.
Curiosamente, esta obra ostenta
en su concepción la representación de los dos símbolos más representativos de
nuestra Unidad.
El primero de ellos es de color
negro que representa nuestra herencia legionaria y que ha quedado simbolizado
para siempre en el binomio BOINA NEGRA= PARACAIDISTA. El segundo símbolo es el
paracaídas, representación de nuestra forma de llegar al combate y segunda
parte del binomio antes mencionado.
El soldado, sin duda alguna,
parte fundamental de los acontecimientos representa la igualdad en el salto, al
no haber diferencias entre el general y el último de nuestros CLP, s.
(Caballero Legionario Paracaidista, denominación que se recibe al ingresar en
la BRIPAC una vez finalizado el curso paracaidista) a la hora de enfrentarnos a
la incertidumbre del salto.
La simplicidad gráfica de la obra
también representa la teórica simplicidad del combate paracaidista. Un combate
al que se enfrenta únicamente con lo que puede portar y con lo que puede ser
abastecido a través de los "Suministros desde el aire ".
Sergio Mourâo. Crítico de Arte,
Universidade do Porto e Crítico de O Primeiro de Jornais. (Portugal)
"...A pintura de Giráldez, enquadra-se
num "realismo" expressivo, cheo de pesquisas e sugestoes. No dominio
pictórico e naturalista, nota-se intencionalidade, personalidade e factura.
Elementos essenciais que definen uma pintura...
.........Este
"realismo" expressivo e de cariz romántico traduze simultaneamente a
realidade que o artista tem diante dos olhos e aquela que potencia a sua
mente...
.........Diego de Giráldez
apresenta varias composiçoes de subtil concepçao, polarizando, a vitalidade das
coisas e dos seres, trespassada de memórias seculares, por isso mesmo ligada ao
tradicionalismo do mundo rural...
Os trabalhos de Giráldez convidam
o espectador à reflexao. O pendor quase mítico da sua pintura transparece nas
bolas de cristal evidenciando o espaço e o vazio como uma interrogativa
carregada de significados... As suas cores possuem variaçoes timbricas e
envolvimentos de uma plasticidade etérea.
O transito singular para uma
pintura fiel a realidade exterior, mas carregada de interioridade, representa o
substrato " referencial" que assinala a corporalidade enigmática, com
carisma e dimençao adequada as realidades de nosso tempo, onde o regresso
indispensável à ecologia das coisas e dos seres e a ponte que nos afasta da
angustia exaltante que é o turbilhâo computorizado e complexo da vida
urbana..."
José González Ortiz (Escritor, Crítico de
arte, Miembro de la AECA y AICA y Director del Museo de Ciudad Real)
Surge un gallo entre
el viento,
y Diego de Giráldez
lo atrapa con su pincel.
Con él, crea un
espacio plástico,
un poema lírico,
donde levitan las burbujas
y se corporean los
espíritus de las cosas
que antes se
desvanecían
en las intermitencias
de su memoria.
El gallo invita a
otros gallos,
a las mazorcas de
maíz,
a los peces, a un
perro, un cristo...,
para que todos
conformen y generen
un cosmos dentro del
lienzo.
¡Quizás, un cuento!
En el que Diego narra su
historia,
el sueño que palpita
nervioso en la punta de
sus dedos.
Diego materializa en
el aire
los gallos que le
arrullan en sus noches,
a las palomas que se
embriagan con el arco iris,
a los seres queridos
que pueblan los latidos de
su corazón
la magia de sus
pinturas
siembran de
sugerencias el paso breve de la vida,
y adornan de colores
e imágenes,
el análisis, a veces
frío y seco de la razón.
PEDRO ARDÁ LUBEIRA
La obra Diego de Giráldez, ya
ampliamente conocida y comentada en todo el mundo artístico gallego, español e
internacionalmente, no deja de darnos cada día nuevas impresiones y por
supuesto nuevas satisfacciones. Al impresionante dominio del dibujo se le une
su gran invención, la aportación de un nuevo estilo al mundo del arte, el
Realismo NAS que es para mí una conjugación perfecta de tres elementos que nos
da una nueva visión del Arte.
César José Mera Rodriguez.
Senador y Alcalde de A Cañiza, (Pontevedra)
En la Villa de A Cañiza,
flanqueada por los montes del Paradanta y del Pedroso, nace el pintor Diego de
Giráldez y seguramente pudo influir en su particular forma de pintar su entorno
rural y natural. Considerado por los expertos como un inimitable artista,
retratista de la naturaleza, ofrece la realidad de lo cotidiano con total
sencillez, sin adorno, recurriendo a los mínimos elementos plásticos, aportando
a sus obras una clara visión del mundo natural. Sus obras no dejan al
observador impasible, siempre desconciertan.
Diego ha recorrido gran número de
ciudades de varios países, de los distintos continente, en los que, como
sabemos, es reconocido al tiempo que está representado en más de un centenar de
museos de todo el mundo. En su andadura profesional y personal siempre ha
llevado el nombre de A Cañiza, Vigo, Pontevedra y Galicia, por el mundo, algo
que agradecemos profundamente.
Además quiero aprovechar esta
oportunidad para expresar mi satisfacción personal, así como la de mis
convecinos, por compartir esta hermosa Villa con un artista de cualidades tan
excepcionales, un artista que alcanzó hace ya tiempo un merecido lugar dentro
de la pintura contemporánea española. Su interés por la anatomía y el hecho de
ser el creador del Realismo NAS, que el artista traduce como su particular
fusión entre el naturalismo, abstracción y surrealismo, avalaron su ascenso a
la primera línea de los pintores de este siglo XXI.
Como Alcalde y vecino de Diego me
resulta difícil ofrecer una opinión objetiva sobre el hombre y el artísta
porque estoy gratamente condicionado, pero son muchas las voces que se han
pronunciado sobre la trayectoria profesional y pictórica de Diego de Giráldez y
sobre su prolífera obra que podrán admirar en su Museo monográfico que tiene su
sede en la Villa, desde 2007, para orgullo de todos los cañicenses y para
recreo de todos los amantes del arte.
JOSÉ MANUEL BARROS. Vicepresidente de la
Excma. Diputación de Pontevedra y Alcalde de Porriño.
DIEGO DE GIRALDEZ. Sus obras, a
las que dedicó sus mejores años han conseguido la pureza, la brillantez, la
delicada sensualidad y la sensibilidad del mensaje con lo que logra
despertarnos de los sentimientos más profundos , y que son motivos sobrados
para colmar la realización personal y profesional del artista, así como para
satisfacer las apetencias de quién quiera ser feliz poseedor de una buena
pintura.
Diego de Giráldez, vive para el
arte y triunfa con el Realismo " NAS ", conjugar el naturalismo, la
abstracción y el surrealismo no es tarea fácil, sin embargo Diego lo logra con
una perfección que deja atónitos a los estudiosos, profesionales y críticos de
arte.
La obra de Diego de Giráldez,
desde mi modesta condición de admirador de las Bellas Artes y más concretamente
de la pintura, en sus más de 300 exposiciones individuales con las que ha
recorrido todo el mundo, despierta en el espectador una sensación de atracción
hacia sus cuadros. Contemplando cuidadosamente la calidad atractiva, se
aprecian sensaciones que van más allá de estar admirando una obra pictórica.
Algo que lo ha consolidado y encumbrado como un gran maestro del arte
contemporáneo.
Gonzalo Torrente Ballester.
Escritor.
Diego de Giráldez, coleccionista
de balanzas, radios, gramófonos, ….., coches antiguos y gran comedor de
sardinas, es, para muchos críticos un realista o un surrealista……. Veo en su
obra integrar el cambio sustancial de estos finales de los años setenta,
recogiendo fielmente las consecuencias de los efectos de las transformaciones
sociales de la postransición, las nuevas relaciones entre los individuos de
diversas culturas, religiones y áreas geográficas que cambiaron la percepción
de lo “real”. Todo ello adecerado con pizcas de su tierra natal.
Es en este contexto donde Diego
de Giráldez crea su Realismo NAS y una visión global del mundo, ofreciendo
imágenes de visiones oníricas, reconocidas de inmediato, al mismo tiempo que
improbables en la realidad de lo cotidiano. Diego de Giráldez es diferente, no
es Benjamín Palencia o Salvador Dalí, …., pongo por caso. Diego es otra cosa y
en su mensaje nos pudiera llevar, en una primera contemplación de su obra, a
que se confunda, erróneamente, con visiones de fantasía.
DIEGO DE GIRÁLDEZ Y SUS
RETABLOS.-POR RAMON FARALDO. MADRID
Hay pintores de cuadros que
pintan ideas, véase Dalí. Otros, aforismos, quizás Bosco. Otros sentencias de
muerte, como Goya, que en paz descanse, aunque lo dudo. Para Picasso, pintar
era caer en el vacío, pero cuando uno es Picasso, puede hundirse en el vacío y
arrancarle guitarras, manzanas, Guernicas, Minotauros, y hasta palomas de la
paz y de la guerra.
Diego de Giráldez, su entorno esa
villa artillada de caballos y versos de Guillade, Enríquez y Ferreiro, es un
poco todo aquello, idea, aforismo y sentencias sumarísimas pero algo más o algo
menos, Giráldez sabe que, a la sazón, no basta con pintar más, ni mejor, ni
peor. El tiempo en que vivimos- o morimos -reclama asombro, estupor, sorpresa,
maravillamiento, intriga, lo que en cine llaman "suspense", lo que
Rimbaud auguró "millón de aves de oro. ¡Oh futuro vigor!", y las
gentes menos versadas denominan escalofrío, sortilegio o brujería, o
"epater les bourgeois", o dejarnos boquiabiertos, persuadidos de que
en el cuadro ocurre algo insólito, veraz, racional, enloquecedor, actual,
ancestral; pero que, como, desde, donde, qué orilla anacreóntica donde antaño
vivimos o donde algún día señalado viviremos.
Hasta hoy, mi pretendido amigo,
el "Cristo-Hombre" parece ser compendio y "suma y sigue" de
su trabajo. Usted mismo nos lo explica a su manera, ¡adelante: "graznando
rompí el cristal, y te ví, y te pinté -maderas, cristal, ligaduras, tierras
quemadas, piel quemada por los golpes de sol y de trabajo, donde la piedra de
la calle rompe y la noche entreabierta, conjunto de colores acechantes que se
apodera de mi y me posee con su cara de luces...-. Más que una explicación de
su cuadro, es su cuadro mismo el que se explica como quiere, o, mejor, como
puede. La pintura no habla, pero se hace escuchar.
Decía Robert Hughes,
controvertido crítico de arte, admirador de Goya y enamorado de Barcelona:
“Diego de Giráldez, al igual que Goya, es un pintor para el mundo. Se ocupó, visto
el cuadro del Cristo-Hombre, de una nueva visión de la crucifixión algo que fue
capaz de crear con éxito a través de lo que se denomina Realismo NAS y que nos
da ciertas esperanzas dentro de las pobres expectativas del arte que hemos vivido en los últimos años.
En este cuadro el autor se
convierte, otra vez al igual que Goya, en uno de los pocos grandes pintores del
dolor, en este caso psíquico; de las humillaciones –la figura de rodillas- y de
la absolución de la masa arbórea terrestre a través de esa cruz inofensiva. La
pintura de Diego de Giráldez abre un nuevo camino en el arte contemporáneo”.
Permítame el famoso Hughes,
practicante que fue de la pintura y la
poesía –cuando estaba enrolado en el Movimiento The Push, formado por artistas,
escritores, intelectuales y bebedores australianos-, hoy influyente crítico de
arte y escritor con gran capacidad narrativa, decirle que este Hombre-Cristo es
más hombre que Dios, más usted o yo, o aquel, o ese que anda por la calle, o
ese que regresa a su casa hastiado y supliciado por un quehacer que detesta,
una compañera que le incomprende, una ciudad que se encoge de hombros, y otros
etcéteras igualmente sombríos. Es la iconografía del bípedo-racional-más o
menos racional, quizás menos-del siglo este, de los innumerables Babbits
contemporáneos, rodeados de tiniebla como en su retablo, con el signo secreto
de una cruz que es más bien una espada, unas ataduras menos perceptibles, pero
menos vulnerables que las de su obra, desnudo, supliciado, aherrojado, cireanico,
democratizado por cuanto le victímia, y sin otra esperanza que verse perpetuado
en un cuadro como el suyo que no equivale ni promete paraisos, ni le emplaza al
Este del Eden, pero le asegura un Testimonio perdurable de que las Catacumbas,
de la Inquisición y de las ejecuciones en piras ardientes, guillotina o
garrote. Después de Hiro-Shima, Dachau, las checas y los carros de gas,
postulados más crueles de "lo que fue" resultan apiadables ante lo
que acaba de ser y puede volver a ser. Hasta el apocalipsis se nos antoja una
solución retalitivamente burguesa, pero una solución al fin y al cabo (...)
En contraste con la substancia y
acento de la obra pintada, su vida es un ejemplo de existencialismo casi
frenético. La negativa explícita de cualquier resignación frente a la fatalidad
y al trámite protocolario del fin.
Ya sabemos que somos mortales.
Obvia sublevarse contra esta condición. Consumir nuestro transcurso terrestre
compadeciéndola y compadeciéndonos. Su juventud, sus desplazamientos
incesantes, sus incontables exposiciones, son el indicativo activísimo de un
ser que quiere seguir siendo. Usted, Diego de Giráldez, con un acta bautismal
tan comprometida para un pintor como llamarse Diego, después del otro Diego,
aquel rey Lear de la pintura de hoy, de ayer, de siempre, ha leído y
comprendido al inolvidable Machado-muerto en Argeles a unos metros de mi
modesta persona-"Caminante no hay camino- Se hace camino al andar"-
Usted anda, usted puede, y debe, llegar. No sé a donde, pero seguramente a alguna
parte. Seguramente a su propio y victorioso destino.
Diario de Pontevedra. EL BODEGÓN
EN DIEGO DE GIRÁLDEZ.
En la exposición de Pontevedra,
cuyo tema principal fue el bodegón, gozó de una gran acogida.
Sin lugar a dudas, Diego de
Giráldez es ya, por derecho propio uno de los grandes pintores gallegos de la
realidad, pero una realidad que bebe en el ancestro poético de tintes
bucólicos, alejada de la descarada vocación perfeccionista "hiper" -a
secas- o de un naturalismo "neo" y descarnado que vitalmente hace
propuesta dialéctica con la vida misma. No es aquel realismo existencial de la
América de Gisberg, ni siquiera el más atemperado del pintor galo Balthus. En
su "naturalismo" hay un querer poetizar y cubrir de enigmáticos
misterios lo cotidiano, aprehender la esencia y la belleza de las cosas en su
totalidad, vitalizar con supremo amor o con la emotividad de un romántico
tenebrista la sublime presencia de un bodegón que se pierde en el oscuro
espacio del telón infinito que es fondo y contraluz. Espigas, frutas, flores,
cestos... bodegones refinados con sutileza panteísta aparecen dignificados en
su misma destartale o en su situación de primeros actores, entre ese negro
telón de mil irisaciones y el espectador. Pocas veces un objeto trivializado ha
sido tratado con el mimo acariciante de Diego de Giráldez, pocas veces ha
logrado un pintor el carisma de esta nueva dimensión que es el raro sabor
poético del que hace versos en la noche con un pincel, generando un lirismo y
un "acercamiento a lo orgánico vitalmente verdadero "como dice-en su
Abstracción y Naturaleza - Worringer. Pero no se produce ese acercamiento - y
lo confirma el mismo Worringer-porque se haya querido representar un objeto
natural apegándose fielmente a su corporeidad, sino por haberse despertado la sensibilidad
para la belleza de la forma orgánica y vitalmente verdadera y por el deseo de
satisfacer esa sensibilidad rectora de la voluntad artística absoluta. A la par
que la capacidad de sugerir líricamente, desde su peculiar realismo poético,
hay en Diego de Giráldez un deseo de afirmar el buen oficio, las armas del
"buen hacedor", que se manifiesta, a veces, con la tenue presencia
inadvertida de una ausencia que es el objeto mismo. Véanse sus figuras
escenificando una actitud perdida en el espacio, centradas en la crispación
psíquica de sus rostros o en el pathos que la domina, en medio de un tenebrismo
que trata de sonsacar calideces a la oscuridad, el mismo que hacía mutar la
presencia sólida del bodegón
Composiciones y luces que definen
un negro espacio telúrico sin fin, sutileza y misterio, emotividad y poético
sentir... son cualidades que nos acercan a la realidad pictórica de Diego de
Giráldez, porque, incluso en cualquier parte, en cualquier momento- y lo decía
el mismo Picasso-" del más pompier al más pompier, del más moderno al más
moderno o que se cree tal, está siempre en la realidad".
Hoy nuestro mundo artístico
ecléctico, manierista, desinhibido, dionisíaco, y post moderno acepta la
realidad como una poética más. La opción de Diego de Giráldez es un ejemplo de
esa recuperación de un pasado intemporalizado, vigente en un eterno presente
que, como decía el viejo maestro, nunca pierdo actualidad.
GERARDO PÉREZ CALERO (Catedrático
de la Universidad de Sevilla). Puntos básicos del estudio, ensayo, comparativo
“LOS DOS DIEGOS”.
LOS DOS DIEGOS:
Lo primero que queremos señalar
en este ensayo o hipótesis de trabajo es la aparente contradicción temporal y
cultural entre los dos pintores homónimos: Diego Velázquez y Diego Giráldez. El
primero sevillano, vivió en el siglo XVII; el segundo, gallego, su existencia
discurre entre la vigésima centuria y la siguiente. Pertenecen, pues, a dos
mundos distintos en apariencia. Sin embargo, como un fenómeno presente en la
Historia del Arte, hay conexiones en el tiempo entre ambos que confirman la
teoría de Amércio Castro respecto a los círculos concéntricos.
Existen aspectos comunes que,
como constantes aparecen en la obra artística de los dos pintores, naturalmente
guardando las debidas distancias: Velázquez, el gran maestro plenamente
consagrado en la cima de la pintura universal; Giráldez, un sencillo y vigoroso
pintor galaico atemporal, con frecuencia místico y ascético, carnal y
espiritual a la vez, que busca su natural adaptación a la estética del tiempo
que le ha tocado vivir.
Plantearemos someramente a
continuación algunas de esas constantes, no como un juego fácil de palabras (v.
g. la coincidencia en la terminación de los apellidos en -ez, "hijo de
", o la casual acentuación gráfica y fonética de sus patronímicos en la
segunda de las tres sílabas de las que constan cada uno de ellos), sino
atendiendo a:
a) La forma; lo técnico, la
iconografía.
b) El contenido: la lectura, la
iconología
1 El dominio técnico
Lo que se llama el
"oficio", esto es, el buen hacer casi artesanal.
El artista nace pero tiene que
formarse buscando la perfección técnica a través del clasicismo y la realidad
(Velázquez, pintor de la verdad).
Al mismo tiempo, los dos son
pintores que practican el naturalismo (barroco el sevillano, con moderno
artificio el gallego).
Hay un aspecto técnico en
Giráldez que puede destacarse en relación con Velázquez: el uso de luces y
sombras. El claroscuro que emplea el pintor sevillano en su primera etapa en la
capital hispalense hasta 1623 lo interpreta Giráldez a su manera; esto es,
recortando con el dibujo las figuras entre sombras.
2 El trabajo hecho parsimoniosa y
amorosamente.
De este modo buscan la esencia
pictórica, ahondando en los caracteres de personas y objetos/cosas. Trabajo
hecho sin prisas, laborado en talleres como tarea de verdaderos artesanos.
3 La evasión de la realidad
Para ello, Velázquez recurre a la
Mitología, siendo necesaria una explicación del doble sentido del contenido de
sus obras (v.g. "Los Borrachos"; Baco triunfante y a la vez escena
popular cuasi teatral contemporánea; "Las hilanderas" como el taller
madrileño de hilados y al tiempo la fábula de Aracne, etc.)
Giráldez, por su parte, acude a
la abstracción y al surrealismo, abstrae la realidad (v. g. sostiene figuras y
objetos ingrávidos)
4 La humildad y la grandeza.
Como dos caras de la misma
moneda, en los objetos más sencillos en los que, como Santa Teresa, ven ambos
artistas el espíritu divino. Es el carácter del naturalismo barroco, que los
dos, a su manera, comparten: la solemne y gloriosa "Rendición de Breda
(Velázquez), y la humilde gorra sobre una bota militar (Giráldez).
5 El intimismo
Las obras de los dos pintores son
como pura introspección. Ello se hace visible, no solo en los retratos y
autorretratos, sino también en los objetos más simples y sencillos como son el
bodegón y la naturaleza muerta. También se hace notar en el desnudo, propio o
ajeno, como íntima sensualidad.
6 La fecundidad, la inquietud y
la curiosidad.
Ambos trabajan activamente en
busca del éxito profesional. Son los suyos espíritus inquietos y curiosos, casi
científicos, para escudriñar los secretos de la pintura y del arte.
7 Lo enigmático, lo mágico
En parte ya se ha dicho: la doble
lectura o apariencia engañosa de la obra de Velázquez (el trampantojo), que
también comparte Giráldez con una suerte de pintura metafísica.
8 La búsqueda de la
espiritualidad y de la trascendencia
Es la consecuencia del amor y de
la muerte presentes de una u otra manera en la obra de ambos artistas como dos
caras de la misma moneda.
9 La expectación que de alguna
forma suscita la obra de cada uno de ellos.
En Velázquez, en las nuevas obras
que se le van adjudicando con sorpresa de sus apasionados seguidores (v. g.
"La educación de la Virgen" y el “Retrato de un caballero"
aparecidas en San Diego y Nueva York en julio de 2010).
En Giráldez, en el interés
creciente de la crítica de arte actual por cada una de sus exposiciones
internacionales en las que sorprende por el misterio que envuelve a sus obras.
INTERVENCIÓN DE DIEGO
DE GIRÁLDEZ, EN EL PALAIS BEAUMONT. FRANCIA.
" Mon art veut être de l´art, surtout et
avant tout.
Les sensations, les situations,
les images que je traite démontrent la valeur des objets.
Les qualités, la plasticité, un
certain symbolisme aussi, une réalité parfois fabulatrice. Le Réalisme NAS.
"
Colmena. EL MUNDO DE LOS
MISTERIOS DE DIEGO DE GIRÁLDEZ -REALISMO POÉTICO.
Naturaleza viva y muerta
utilizada con intenciones surrealistas, un universo personal y fascinante con
la poesía como trasfondo temático, componen las creaciones que el pintor Diego
de Giráldez. La obra de este artista merece capítulo a parte en la pintura
española contemporánea dentro del llamado realismo poético. Una tendencia
intimista y onírica de la realidad en la que la falta de luz del entorno de las
escenas contrasta con la luminosidad de los objetos e imágenes que conforman la
obra.
Avelino Antón. LA PINTURA INTELECTUAL DE
DIEGO DE GIRÁLDEZ EN GUADALAJARA.
Significativa muestra de la obra
pictórica del artista Diego de Giráldez, de gran originalidad y estilo.
Su estilo denominado
"Realismo NAS" - naturaleza, abstracción y surrealismo -. Su temática
general se divide en rural, intelectual y religiosa, pero en ésta exposición
predomina la rural, con títulos afines: "Cabeza de gallo ",
"Flor del peral ", " las Manzanas", " Membrillo",
"Equilibrio de la naturaleza en su retorcimiento", "Frutas
", etc. inspiradas en plena naturaleza y que define su apasionamiento por
la misma.
La obra de Diego de Giráldez, es
muy conocida a niveles de toda España e internacionalmente, pues esta
representado en más de 140 museos de diversos países, incluso uno en el municipio
de su villa natal. Así mismo está representado en numerosos museos de Portugal
y resto del mundo.
En la exposición de Guadalajara,
se puede captar esa sorprendente técnica mixta que utiliza en sus obras llenas
de simbolismo y misterio, pero siempre sugerentes de belleza y armonía.
A. FONTÁN (Escritor y Poeta.
Galicia). Para el Diario de Teruel.
El pintor Diego de Giráldez
La villa de A Cañiza, es la cuna
del pintor Diego de Giráldez. Por los aledaños de esta villa cuando era muy
niño hacía bocetos con los carbones de la "lareira" por los caminos
de carro, inspirándose en las viejas costumbres del agro.
Diego de Giráldez supo armonizar
la montaña con la mar, la aldea con la ciudad, el cosmos con el terruño. De vez
en cuando siente la necesidad del contacto con el público y viaja por esos
mundos. En sus cuadros y en su mente, va el brío de la caballada salvaje que
corretea el Paradanta por un verdeal panorama como fondo, en el que sueñan
cantos populares, y el viento declama poemas de don Xohán García de Guillade, y
de los celanovenses "Curros Enríquez" y Celso Emilio Ferreiro, que en
nuestro idioma cantan y exigen los derechos de una patria.
Las obras de Diego de Giráldez
son eso, pueblo y panorama, amor y poesía, expuesto todo para dar a conocer la
realidad de una raza y de una tierra. Diego de Giráldez, es un pintor que en su
estudio, con sus pinceles compone poesías, cuando tiene un libro lleno de
enorme carga emocional, sale de trovador diciendo al mundo lo que más le
apremia, para retornar a Galicia, sosegado. Vuelve a poner en orden sus ideas,
y en los lienzos los tesoros guardados en su magín, la creación prevé nuevas
demostraciones.
En la obra de Diego de Giráldez
va la Galicia de los castros, va de tal manera, que el buen contemplador puede
hallar la grandiosidad de la mar y la montaña, del bosque y del río.
Puede leer en ellos, a los
trovadores de la Edad Media, a los poetas de todos los tiempos, puede incluso
inventar poemas nuevos.
Dra. Cristina Fernández de
Kirchner. Buenos Aires (Argentina). Febrero de 2008.
"El Realismo NAS de Diego de
Giráldez".
Las obras de Diego de Giráldez, me resultaron de sumo buen
gusto y además quiero destacar algo muy importante: La importancia que reviste
para el arte actual el innovar, crear una nueva visión del mismo. Fusionar el
naturalismo, la abstracción y el surrealismo no pueden más que auspiciar una
etapa de nuevas creaciones de seguro enriquecedoras para el mundo del arte.
Atlántico Diario. 22-04-2011
Alumnos de Nueva York visitan el
Museo Giráldez
Los estudiantes de Bellas Artes
acompañados por profesores y críticos de arte norteamericanos estarán en A
Cañiza para acercarse y estudiar más de cerca a su obra
Un nutrido grupo de estudiantes
norteamericanos, procedentes más concretamente de Nueva York, visitarán hoy la
Casa-Museo Diego de Giráldez, en A Cañiza. La llegada de los estudiantes está
prevista para las 10,00 horas.
Esta visita pone de relieve la
fama creciente del pintor cañicense en los ámbitos del arte. Richard Arnold y
otros importantes críticos justifican esta presencia en A Cañiza por la
necesidad de “estudiar y contemplar el arte NAS creado por el peculiar artista
español Diego de Giráldez”.
Desde muy niño comenzó Giráldez a
interesarse por el dibujo y la escultura. En Cataluña trabó amistad con gran
número de intelectuales y críticos de arte.
Con posterioridad llevó a cabo
múltiples exposiciones por España, Portugal y otras partes del mundo, muchas de
ellas con la colaboración de instituciones interesadas en la promoción de
Galicia: desde la Xunta de Galicia hasta las diputaciones provinciales, pasando
por cajas de ahorro de varias ciudades españolas.
La Pintura de Diego de Giráldez
se encuentra hoy día en numerosos museos de arte contemporáneo, desde El Cairo
a Toledo, museos de Bellas Artes de Santander, A Coruña, o Murcia, museos
Provinciales en Lugo, Pontevedra, Ciudad Real, Guadalajara, Cáceres, Badajoz,
Menorca o Melilla, museos diocesanos, municipales, específicos e incluso en el
Museo del Vaticano.
Atlántico Diario. 29-04-2011
El pintor Diego de Giráldez,
entre los mejores del mundo
Un grupo de estudiantes
neoyorkinos visitaron su Casa Museo en A Cañiza
Atraídos por su arte, el día de
Viernes Santo, un numeroso grupo de estudiantes estadounidenses, procedentes de
la ciudad de Nueva York, se desplazaron al municipio de A Cañiza, villa natal
del artista, con el propósito de visitar la Casa Museo de Diego de Giráldez,
donde fueron recibidos por el propio pintor y escultor, que ejerció de
anfitrión.
El motivo de la visita era
conocer de cerca su personalidad creativa, que ha traspasado fronteras, y
contemplar 'el arte NAS', creado por este peculiar artista, que figura en el 5º
puesto de la lista de los 50 'más interesantes del mundo', publicada por
revistas especializadas como Arte Crítica, Galicia Arte, …, y en la que
solamente hay tres españoles universales, el catalán, Antoni Tápies, el
castellano, Antonio López y el gallego Diego de Giráldez.
Una elección, fruto de las
propuestas y votación a través de miles de e-mails, enviados desde todos los
puntos del planeta, en respuesta a la iniciativa liderada por críticos,
coleccionistas y agentes vinculados al mundo del arte, que 'colgaron en la red'
los méritos y virtudes de más de un centenar de pintores y escultores
contemporáneos a nivel mundial, 'entre los que se seleccionaron los 50 más
votados'.
Precisamente, los miles de
votantes de Diego de Giráldez, considerado padre del 'Realismo NAS, siglas de
Naturalismo, Abstracción, Surrealismo, le consideran 'uno de los surralistas
más destacados a nivel mundial y entre los más relevantes artistas españoles
del Siglo XX, gracias a su talento para desarrollar creaciones plásticas con un
realismo sorprendente, cuyas obras, hoy, figuran en los más importantes museos
del mundo y en diversas colecciones privadas'. El genial cañicense, está
considerado por los expertos 'como un inimitable retratista de la naturaleza,
capaz de plasmar la realidad de lo cotidiano con total sencillez y sin adornos
supérfluos'.
El grupo de neoyorkinos, además
de mantener una animada charla con el artista, recorrió las distintas salas de
la Casa-Museo que el propio Diego de Girález creó en su villa natal,
distribuidas en cinco plantas y más de 1.500 metros lineales, en los que se
exhiben cerca de 250 obras de su colección particular, pinturas y esculturas de
una carrera que comenzó en 1975, que impactan a quien las observa.
Diego de Giráldez nació en A Cañiza, provincia
de Pontevedra, y reside desde los 8 años, habitualmente, en Vigo. Desde muy
temprana edad comienza a interesarse por el dibujo y la escultura. Después de
realizar estudios de estas materias, para complementarlos, viaja a Cataluña,
residiendo en: Barcelona, Gerona, Figueras, Cadaqués, etc. Durante ese tiempo
hace escapadas por el resto de España, Francia, Portugal y otros países
haciendo amistad con un gran número de personalidades del mundo de la cultura y
otros campos. En Cataluña, donde mantiene un estudio, se rodea de
intelectuales, forma parte de tertulias con diferentes críticos de arte y
pintores, entre ellos: Salvador Dalí, Antoni Pitxot, Gala, etc., y los diarios
y revistas especializadas de Cataluña le dedican páginas a su obra.
En 1975 comienza a exponer en
Vigo. En años posteriores, durante las décadas de los 80 y 90, hace múltiples
exposiciones por toda Europa y distintas partes del mundo. Los museos comienzan
a interesarse por su obra en esos años, al mismo tiempo que los coleccionistas
la adquirían
Sus exposiciones han tenido gran
éxito a lo largo y ancho de los distintos territorios. Estando en la actualidad
representado en números museos y colecciones privadas de varios países, de los
distintos continentes.